No son pocos los que en esta semana han contrastado percepciones entre el fallo de una sala de la Corte de Apelaciones liberando a los imputados por el magnicidio de Eduardo Frei Montalva y la partida silenciosa del juez Juan Guzmán Tapia. Coincidencias en tiempos de pandemia. Con despedidas limitadas como la de un magistrado que hizo historia y habría convocado una más que concurrida asistencia, con singulares muestras de reconocimiento a su labor profesional y condición humana. Sobran señales para que no se trate de una simple especulación de verano.
Fue despedido por sus más cercanos en el crematorio católico. Y se suman coincidentes reconocimientos por la huella que dejó en su recorrido como magistrado. Algo que ciertamente no podía imaginar en los inicios de su carrera judicial pese a su afición por la lectura y la historia.
De familia acomodada, hijo del poeta y diplomático Juan Guzmán Cruchaga, nació durante el ejercicio de embajador de su padre en El Salvador. Así su cercanía a la literatura y cultura fue favorecida desde la cuna para el alumno del Saint George’s College , graduado luego en Derecho de la Pontificia UC y con una beca posterior de Filosofía en París. Para los que nunca perdonarían su posterior tránsito por el poder judicial- con el récord mundialmente reconocido de haber sometido a proceso al dictador por crímenes de lesa humanidad – se cuentan aquellos que lo calificaron como “traidor” y renegado de sus orígenes sociales y educativos que, ciertamente lo marcaron en sus años más jóvenes como un crítico del gobierno de Salvador Allende.
Lo efectivo es que aplicadamente hizo su carrera judicial desde sectores apartados, como Panguipulli, hasta llegar a la Presidencia de la Corte de Apelaciones de Talca, entre 1983 y 1986, cuando la dictadura arrasaba con los derechos humanos en el país y en el Poder Judicial se imponía el mutis por el foro…Se terminaba el régimen cívico militar cuando en 1989 fue designado a la Corte de Apelaciones de Santiago. Algo esencial cambiaría en las percepciones del aplicado y reflexivo magistrado cuando exactamente hace 23 años, en enero de 1998, fue designado juez titular para investigar algunas de las tantas querellas presentadas, con escasos resultados, en contra del dictador y su implacable servicio de seguridad. Para Guzmán Tapia indagar las masacres de la conocida como “Operación Caravana de la Muerte” acontecida en los inicios de la dictadura no resultó un trámite infructuoso como para algunos de sus colegas. Lo hizo con un rigor que comenzó a entregar señales inequívocas de su habilidad y temple como juez recto y valiente, sin ostentación alguna. No fue algo menor la experiencia de exhumación de restos de detenidos desparecidos durante seis intensos años. Entonces la figura jurídica del “secuestro permanente” comenzó a tener efectos perturbadores en la acostumbrada impunidad de los autores de crímenes de lesa humanidad.
El arresto de Pinochet en Londres (1998) marcó un hito de inflexión trascendente y tras ello Juan Guzmán Tapia dejaría una huella imborrable asociada el desafuero del entonces senador vitalicio en el marco de 19 casos de “secuestro permanente” y 57 de homicidios calificados. Su arresto domiciliario no pudo pasar a mayores como podía prevenirse de los interrogatorios aplicados, con serena fortaleza, por Guzmán Tapia. El recurso miserable de la ”demencia senil” esgrimido por sus defensores y la presión incansable del pinochetismo civil y “fáctico” fueron suficientes para que la Corte de Apelaciones lo sobreseyera por “motivos de salud”.
El arresto de Pinochet en Londres (1998) marcó un hito de inflexión trascendente y tras ello Juan Guzmán Tapia dejaría una huella imborrable asociada el desafuero del entonces senador vitalicio en el marco de 19 casos de “secuestro permanente” y 57 de homicidios calificados.
El resto de la historia es conocida. El hombre fuerte sin cuya voluntad no se movía una hoja en el país cayó en desgracia, acrecentada luego por el descubrimiento de sus millonarias cuentas bancarias en paraísos fiscales. Nada habría sido como fue y pudo ser sin la intervención certera del juez Guzmán Tapia. El 2005 se retiró de la carrera judicial. Ciertamente con mucha historia que narrar durante sus posteriores responsabilidades académicas y prestigiados reconocimientos internacionales. Parte de aquella historia quedó registrada en el documental “The Judge and the General” y la miniserie nacional “El juez, la víctima y el victimario”
Genio y figura, Juan Guzmán Tapia pasó a la historia y partió en silencio a los 81 años.
Quizás y más que miles de palabras puede transmitir esta breve respuesta del magistrado al rol jugado por la prensa mercurial en torno a una de sus investigaciones judiciales, en este caso el descubrimiento del cuerpo de la detenida desaparecida Marta Ugarte, narrado y grabado en un fragmento del documental “El Diario de Agustín”.
Quizás y más que miles de palabras puede transmitir esta breve respuesta del magistrado al rol jugado por la prensa mercurial en torno a una de sus investigaciones judiciales, en este caso el descubrimiento del cuerpo de la detenida desaparecida Marta Ugarte, narrado y grabado en un fragmento del documental “El Diario de Agustín”.
Esta es la grabación citada del film dirigido por Ignacio Agüero:
1 comment
En la detallada y políticamente significativa biografía inicial, faltó acotar que Guzmán Tapia ingresó al Poder Judicial gracias a la gestión que su padre, amigo viñamarino de Salvador Allende, hizo con éste cuando era Presidente.