“Hemos perdido casi un millón ochocientos mil empleos” Por Mario Valdivia V.

por La Nueva Mirada

Dijo nuestro presidente hace una semana en una entrevista televisada. Es una frase ambivalente, en mi opinión. Habla más de quien la pronuncia que de sí misma. ¿Quién dice “hemos perdido casi un millón ochocientos mil empleos”? ¿En qué universo existe, qué observa, qué preocupaciones tiene, en qué rol se instala y quién cree ser el que hace semejante afirmación?

Me pregunto quién es el nosotros detrás de “hemos perdido”. ¿El plural representa un conjunto del cual el hablante forma parte? No creo que se refiera al universo de los cesantes. Si pudieran hablar colectivamente, ellos y ellas dirían, “somos casi un millón ochocientas mil personas que hemos perdido nuestro empleo”, así que el presidente no habla en su nombre. En realidad, debido a que no hay representantes de los cesantes – es uno de los serios problemas de la cesantía -, no queda más que adivinar y ponerse en el lugar de los centenares de miles que dicen “perdí la pega”, “estoy cesante”.

¿Quién es el conjunto al que se refiere el hablante? ¿Qué colectivo existe en su realidad imaginada? Si no es el de los cesantes, ¿podría ser el de los empresarios, los empleadores? Creo que ellos y ellas dirían, más bien, “nos hemos visto obligados a desvincular (prescindir de, terminar la relación contractual laboral, echar), a más de un millón ochocientos mil trabajadores”. No hace mucho sentido que los empresarios afirmen “hemos perdido empleos”.

¿Quién es el conjunto al que se refiere el hablante? ¿Qué colectivo existe en su realidad imaginada?

No hace mucho sentido que los empresarios afirmen “hemos perdido empleos”.

¿Quién es, entonces, el nosotros representado por el hablante? Quizá el pretendido colectivo no es más que un recurso para pretender objetividad. Todos nosotros estamos en presencia de la misma realidad, sabemos de qué hablamos, vemos lo mismo: el millón ochocientos mil empleos que hemos perdido. No se trata de una opinión subjetiva.       

Y ¿qué palabra es “empleo”? ¿A qué se refiere, qué muestra? Seguramente quienes perdieron su trabajo no hablan de sí mismos como nuevos desempleados. Se sienten cesantes y hablan de perder la pega. Nadie que trabaja se pierde del hecho que empleo significa trabajar, y trabajar es duro y sufrido; es una pega. Hay una indolencia, un desapego de la cesantía con su carga de angustia, hambre y desesperación escondida en el término “empleos perdidos”.

Hay una indolencia, un desapego de la cesantía con su carga de angustia, hambre y desesperación escondida en el término “empleos perdidos”.

El mundo parece sustituido por un cuadro, por una hoja Excel que se puede mirar con desapego y   objetividad en la pantalla de la computadora y el proyector. Cercano y distante a la vez. Hay una columna que dice Empleo, así como hay otra llamada PIB y otra Gasto Público… lo que se quiera. Una descripción objetiva, datos económicos. ¡La realidad entera es un cuadro estadístico! Cercana, al alcance de la mano para ser entendida, predicha y controlada. Si “nosotros cambiamos” un número aquí, este otro resulta perdido o ganado por allá. Produce la impresión de poder, de control, de saber lo que curre realmente. Si “comparamos” con el mismo cuadro de un año atrás, resulta la cifra de “pérdida de empleos”, de PIB, de lo que quiera. Y al mismo tiempo una realidad lejana, de cosas y nombres imaginarios carentes de dolor.

Objetividad e in-dolencia. El mundo sustituido por un cuadro. La mente del analista. No de quien   trabaja, no del que fabrica y contrata; del que busca donde invertir.

Objetividad e in-dolencia. El mundo sustituido por un cuadro. La mente del analista. No de quien   trabaja, no del que fabrica y contrata; del que busca donde invertir.

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