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La idea era cortar con una navaja nuestros pulgares
para luego sellarlos en una santa alianza.
Seríamos hermanos de sangre para resistir
la dura batalla de los últimos años.
Muchos se fueron muriendo con una sonrisa en los labios.
Otros optaron por la dulce venganza.
También lamentamos casos de traición.
Pero los tiempos seguían siendo difíciles.
Se repetían crímenes y suicidios sin mayor motivo.
Y misteriosas desapariciones.
Entonces optamos por cortar nuestros corazones
para que nuestros hijos se amaran de por vida.