Interrogantes abiertas para “consulta ciudadana”

por La Nueva Mirada

Como era previsible y haciéndose esperar, la senadora Yasna Provoste oficializó su aspiración presidencial. Lo hizo marcando su pertenencia regional y relajando la presión insistente de la empeñosa Paula Narváez y del siempre disponible Carlos Maldonado, sus contendientes para la retrasada medición electoral de la tambaleante Unidad Constituyente.

La organización del evento en tres semanas presenta enormes desafíos desde el punto de vista logístico y administrativo, pero resuelve la opción política para instalar un(a) candidato(a) presidencial, con programa unitario y, un detalle nada menor, una lista parlamentaria.

La consulta del próximo 21 de agosto (a escasos días que se cierre el plazo de inscripción de los candidatos) será de carácter presencial.  La convocatoria es amplia y solo están impedidos de participar los militantes de los partidos ajenos a la Unidad Constituyente.

El desafío mayor es convocar una participación significativa de la ciudadanía que, en ningún caso se aproximará a la de las primarias legales ya realizadas en la derecha y la izquierda.

Es de reconocimiento extendido que potenciales participantes en esta convocatoria ya lo hicieron en las primarias legales, mayoritariamente para cerrarle el camino a Daniel Jadue (sumados algunos independientes de centroderecha). La duda es si ellos volverán a participar para elegir al postulante de la Unidad Constituyente. Aquello depende esencialmente de la capacidad de seducción que sumen la(o)s aspirantes y la convocatoria efectiva de sus respectivos partidos involucrados en la contienda.

 Los espacios entre Sichel y Boric

La interrogante es si existe un espacio político entre Sichel y Boric que pueda ocupar de manera competitiva algún aspirante de la centroizquierda. No deja de incidir la significativa participación en las primarias legales y, muy en particular, el más del millón de votos conseguidos en ellas por Gabriel Boric.

La centroizquierda que condujo protagónicamente la transición y consolidación de la democracia, con notables aciertos y no pocos errores e insuficiencias, intenta recuperar el protagonismo perdido, bajo la exigencia de una propuesta de cambio viable,  creíble y sustentable.

El resultado de esta consulta ciudadana es difícilmente predecible y las encuestas – más allá de su fundado desprestigio – poco podrían aportar ante un universo de participación más que incierto. Con todo, Yasna Provoste aparece como la mejor instalada para la competencia, aunque la unidad entre socialistas y Nuevo Trato sume el mayor numero de alcaldes, concejales, gobernadores regionales y miembros de la Convención Constituyente, recientemente electos. Y es preciso reconocer la resiliencia de Paula Narváez, que, con más convicción que cálculo, ha mantenido en alto su postulación, demandando un mecanismo democrático para resolver la competencia.

En la diferenciación de los postulantes la interrogante mayor reside en la real convocatoria de la positiva gestión de la actual Presidenta del Senado, en particular hacia un votante de “centro” que el PDC ha tenido dificultades para representar con éxito en recientes mediciones electorales, como el de constituyentes. En ese sentido no es menor el propio carisma de las postulantes que aparecen con la mayor opción de capturar votos en el complejo y singular contexto del sector en competencia.

Probablemente más que sus respectivos programas de gobierno, que han comprometido consensuar, las diferencias las marcan sus trayectorias políticas y algunas distinciones en los llamados temas valóricos y demandas visibilizadas en torno al estallido social y sus consecuencias políticas.

Todo aquello se manifestará en los próximos días, con la exigencia de mantener el fair play y evitando las descalificaciones, que tan caras le costaran a Daniel Jadue en su disputa con Boric. Sin olvidar que, tras la consulta, la Unidad Constituyente deberá apoyar a quien resulte triunfante. Y aun queda el desafío de la segunda vuelta, en donde la oposición deberá actuar unida,

Con todo, el resultado no es indiferente para otros actores políticos y sus respectivas opciones presidenciales.  El eventual triunfo de Yasna Provoste sería mala noticia para Sebastián Sichel, que aspira a captar los votos del centro (de donde proviene, con demasiadas vacilaciones). Por el contrario, la incorporación de Paula Narváez a la papeleta presidencial podría complicar la buena instalación ganada por Gabriel Boric entre el votante socialista, a lo que se agregaría el potencial impacto de un (a) aspirante de la Lista del Pueblo.

Sebastián Sichel acusó el golpe y la amenaza que representa Yasna Provoste para su postulación, cuya instalación en la presidencial reforzaría la abierta posibilidad del vencedor de la primaria derechista de quedar fuera de la segunda vuelta. Por ello Sichel se apresuró en descalificarla como una opción estatista que alienta una sociedad en conflicto, mientras él se autoasigna la pretensión del  “cambio sin violencia y en orden”.

Ciertamente en el contexto de la crisis que ha marcado el derrotero de Sebastián Piñera en La Moneda la reivindicación del gastado Estado subsidiario no goza de buena salud y más que complica el discurso “renovador” del “independiente” Sichel.

Las soluciones de mercado a los problemas sociales han mostrado sus límites y perversiones, primando el lucro y todo tipo de abusos de sectores interesados en maximizar sus utilidades, antes que entregar servicios de calidad a precios justos y razonables. La idea de un Estado mínimo, que no elija a los ganadores y entregue la iniciativa al sector privado, ha sido superada por la idea de un Estado solidario, emprendedor y rector de la economía, capaz de fijar reglas más exigentes, que resguarden el bien común, preserven el medio ambiente, aseguren una libre competencia, y ponga coto a los abusos. En esa línea se produce la mayor coincidencia entre las ofertas programáticas de Gabriel Boric y Paula Narváez.

Ciertamente un desafío mayor es cómo avanzar en esta senda de cambios y transformaciones, manteniendo el orden y la paz social en el contexto de un decisivo proceso constituyente. Sin lugar a dudas Chile, al igual que la mayoría de los países de la región, registra un clima de tensión y conflictos sociales, derivados de las profundas desigualdades y abusos que marcan su historia. Y no será posible resolver estos conflictos sin una verdadera voluntad de enfrentar las causas que los generan.

El tema parlamentario no es un detalle menor

Como es bien sabido, la elección parlamentaria se rige por el sistema proporcional corregido. Mientras más listas se presenten, mayor será la dispersión. Todo apunta a que la derecha enfrentará esta elección con dos listas parlamentarias (Chile Vamos y Republicanos), en tanto que en la oposición la dispersión será mayor. La Unidad Constituyente ha comprometido una lista parlamentaria en común, Por su parte el pacto de la izquierda aún debe definir su disyuntiva unitaria. Otro tanto anuncian la Lista del Pueblo y el Partido Humanista. Sin descartar los desconocidos de siempre.

Qué duda cabe. El próximo gobierno heredará un pesado legado. Una crisis de compleja recuperación en cuestiones vitales como el desempleo y demandas básicas insatisfechas para un significativo sector de la población. Así un gran desafío es la gobernabilidad futura del país, que requerirá de una amplia base política y social, expresada, entre otras exigencias, en una sólida mayoría parlamentaria, capaz de viabilizar el proceso de transformaciones que la mayoría ciudadana demanda.

Es fácil reiterarlo una y otra vez. Es lo que está en juego tras las multiplicadas apuestas electorales. Allí se inscribe el desafío político electoral, algo desaliñado y malparido, que intenta revertir la centroizquierda con su consulta ciudadana

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