“Isla Decepción”: viaje sin retorno. Por Tomás Vio Alliende

por La Nueva Mirada

La primera novela de la escritora chilena Paulina Flores (1988) muestra la historia de Marcela, una mujer que huye de su vida en Santiago para aterrizar en la casa de su padre en Punta Arenas. Ahí se da cuenta que Miguel, su progenitor, esconde a Lee, un marinero coreano que ha escapado de un buque factoría. A partir de entonces la vida de los protagonistas del libro se convierte en un recorrido sin un destino definido.

Con una trayectoria impecable en el mundo de las letras, Paulina Flores (1988) ya había dado bastante que hablar con su libro de cuentos “Qué vergüenza” (2015), ganador del premio Roberto Bolaño, el Premio Círculo de Críticos y el Premio Municipal de Literatura. En 2016 fue seleccionado por el diario El País de España como uno de los 10 mejores libros. Con esos merecidos reconocimientos como antesala llega este año “Isla Decepción”, la primera novela de la escritora chilena.

La historia cuenta lo que le sucede a Marcela, una mujer que quiere cambiar de vida y abandona su pasado para ir a visitar a su padre Miguel a Punta Arenas. Las relaciones entre ambos son complejas, no se ven hace mucho tiempo, pero ella necesita huir de todo lo que la rodea. Escapar, cambiar de vida. Cuando llega a su austral destino se da cuenta que su padre esconde en su casa a Lee, un coreano que ha sido rescatado en el mar por un grupo de marineros después de que ha escapado de un buque factoría. Ahí comienza la aventura, el encuentro y desencuentro cultural entre dos mundos, la verdadera búsqueda de Marcela para superar la soledad, el amor, el respeto, los lazos familiares.

Flores intercala la experiencia de Lee en el buque junto a sus compañeros, para después contrastarla con lo que después le sucede a él, Marcela y Miguel en Punta Arenas. Los personajes deben pasar la fiesta de Navidad juntos y realizar un viaje al campo, a la casa de parientes de Marcela con los que esta última no tiene una relación demasiado fluida y que permanece alejada por constantes desencuentros en el tiempo.

El carácter apacible de Lee y su poca capacidad para comunicarse en castellano, lo convierten en un individuo misterioso y del que poco o nada se sabe, pero que a la vez es atractivo para Marcela porque la acompaña y escucha en su cruzada por renovarse, por respirar un poco y cambiar, dejando de lado la basura emocional con la que carga desde Santiago, después de que terminar con su pareja. Ella tiene mucha rabia con la vida y sufre internamente por heridas familiares sin sanar generadas por la separación de sus padres.

La sinceridad apabullante de Paulina Flores al desarrollar sus personajes cabe muy bien dentro de una estructura narrativa que recuerda directamente su cuento “Qué vergüenza”, el primero y, a mi modo de ver, el más logrado de su anterior libro del mismo nombre. En ese relato, un padre cesante y sin dinero realiza una esforzada peregrinación por la ciudad junto a sus pequeñas hijas para llegar a un casting que puede cambiar su vida y la de su familia. Esta nueva y desconocida alternativa, estimula inicialmente al protagonista del cuento, quien busca a toda costa mejorar su futuro sin realmente saber lo que puede pasar. Al igual que en el relato antes mencionado, todos vivimos sometidos a un permanente casting para votar, vacunarnos, avanzar, crear y ser felices. La sociedad, el gobierno y los poderes fácticos nos ponen constantemente a prueba frente a distintos eventos para funcionar y seguir viviendo. En “Isla Decepción”, el panorama no es muy distinto.  Marcela, Miguel y Lee están también insertos en un proceso de selección y prueba constante e invisible que los obliga a cuestionarse la existencia; la inexorable búsqueda que los puede llevar a una redención verdadera.   

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