“Jamás interrumpir los sueños” por Mario Toral

por La Nueva Mirada

Por Mario Toral

En diciembre pasado asistimos a la presentación del libro “Un soñador profesional/Conversaciones con Mario Toral” del doctor en literatura Eduardo Guerrero. Son conversaciones con el prestigiado y admirado creador, aún distantes de una biografía del talentoso pintor. En su magna creación, reconocida mundialmente, se suma el inmenso mural “Memoria visual de una nación”, que millones de viajeros han visto, ven y verán en la estación Universidad de Chile del Metro de Santiago.

En la mencionada presentación Toral leyó un texto cuyo contenido habla por sí mismo y proyecta aquella sabiduría y calidad humana que tantos y tantas apreciamos. Bajo el título “Jamás interrumpir los sueños” la publicamos agradeciendo su generosidad y asumiendo que estas palabras cobran mayor sentido en el actual contexto de una pandemia que castiga con mayor crueldad a los vulnerables de siempre.

Hace varias décadas, muy tarde en la noche, casi de madrugada, cruzábamos una plaza con un grupo de amigos, después de una fiesta. En un banco dormía un vagabundo, un homeless, un clochard, un barbone, un paria de la sociedad, de aquellos que por voluntad propia o por el camino que les señaló el destino, han elegido vivir en el repudio total a ésta. Una botella vacía en el cemento, un pie con un calcetín agujereado, el otro sin nada mostraba en su piel el color sucio de su miseria.

Para hacer reír a nuestro alegre grupo y también a mi mismo me acerqué al hombre tendido en el banco y bien cerca de su oreja le hice un tremendo ruido con mi voz para despertarlo.

El hombre se irguió lo mas que su estado se lo permitía, me miró asustado y con una voz entrecortada que jamás olvidaré me dijo:

“Señor esto no se hace. Estaba soñando y cuando uno sueña no hace nada malo”.

“Señor esto no se hace. Estaba soñando y cuando uno sueña no hace nada malo”.

Según el orden del tiempo muchos episodios, importantes o fugaces han llenado el transcurso de mi vida y sólo pasan a ser recuerdos. Pero este que sucedió hace ya varias décadas se perpetúa siempre en mi memoria: “estaba soñando” me dijo el hombre.

Todos los que me escuchan o que leen estas líneas son personas iluminadas por la cultura y el resplandor de las ideas. Se ha dicho que la cultura es el alma de la nación y esa alma universal y particular le otorga a cada ser humano el cuño de su personalidad. Gozamos del placer de vivir dentro de ella y de recibir por la educación el don de convertir, por ejemplo, una piedra en una muralla, o en una casa, en un edificio o en una catedral si lo queremos.

Nuestros sueños se han alimentado con una cultura moral o religiosa, estética y creadora. Entendemos las esencias de las ideas que compiten entre ellas, podemos admirar a Cristo, Gandhi, Mahoma, Leonardo de Vinci o un cántaro de greda de Quinchamalí. Incluso podemos soñar en no querer soñar. Miguel Ángel lo dice en un soneto: “Dormir es dulce y aún más el ser de piedra, en tanto que duren el crimen y la vergüenza. No ver, no sentir, es mi gran felicidad. Así pues, no me despertéis hablad bajo”

Miguel Ángel lo dice en un soneto: “Dormir es dulce y aún más el ser de piedra, en tanto que duren el crimen y la vergüenza. No ver, no sentir, es mi gran felicidad. Así pues, no me despertéis hablad bajo”

Los que leen estas palabras y el que las escribe, somos todos privilegiados. Nos deslumbró Venecia, las Torres del Paine, vimos las representaciones del bien y del mal en el Juicio Final de Miguel Ángel, vimos lo que es el cariño de nuestras madres en la expresión de sus ojos.

Que estaría soñando ese hombre en aquel banco de cemento de la plaza, cuando yo lo interrumpí­­­­. ­­­­Sería un mal sueño con la madre alcohólica y el padre que la abusaba, o de sus varios años en el Sename donde él también fue abusado. ¿Qué soñará?

En esta vida nosotros somos privilegiados, estamos siempre recibiendo y también estoy seguro, que muchos de nosotros también estamos dando. Somos y seremos ardientemente solidarios con aquellos que en el reparto les tocó poco o nada en materias de cosas materiales o de afectos.

El sueño no habla, pero dice, podemos despertar sudando en un estremecimiento que puede ser de intenso dolor o de sublime felicidad.

El sueño no habla, pero dice, podemos despertar sudando en un estremecimiento que puede ser de intenso dolor o de sublime felicidad.

“Señor no ve que cuando uno sueña no hace nada malo”

Cuando cruelmente lo desperté sigue presente en mi esa escena, su calcetín agujereado y en otros momentos cuando hago el balance de recuerdos pretéritos o hago un inventario o un balance de mi vida, después de muchas décadas me acuso a mi mismo y le pido perdón a aquel hombre del banco de la plaza del cual recibí la lección mas importante de mi vida. Jamás interrumpir los sueños, los deseos de otras personas”.

le pido perdón a aquel hombre del banco de la plaza del cual recibí la lección mas importante de mi vida. Jamás interrumpir los sueños, los deseos de otras personas”.

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