El conocido escritor chileno publicó en 1928 una exitosa novela que ha tenido numerosas adaptaciones en el cine y la televisión. La obra muestra como un individuo utiliza la mentira para mejorar su situación de vida. Sin embargo, el destino le tiene preparadas varias sorpresas.
Hace unos años atrás, un conocido me dijo. “A mí lo que me gusta de la literatura chilena es “El socio”. “Ese es el estilo de libros que me agrada”. Lo quedé mirando y le dije que lamentablemente no lo había leído, pero que lo ubicaba bastante porque es un clásico chileno y hace años es un texto de lectura obligatoria en los colegios. También sabía que su autor, Jenaro Prieto (1889 – 1946), se había desempeñado como cronista en El Diario Ilustrado. Lo otro que me acordaba era de un horrible comercial ochentero en la televisión que promocionaba una edición barata de la obra, donde un tipo con aspecto de maleante rompía con rabia unos anteojos oscuros. Reconozco que mi llegada a los libros siempre ha sido selectiva, arbitraria y ese aviso televisivo me repugnó a tal punto que evitó mi acceso a la lectura de “El socio” por muchos años.
Hace unas semanas leí en un diario de circulación nacional sobre la publicación “La melancolía de los contribuyentes: Crónicas de ciudadanos y oficina”, una recopilación de los artículos de Prieto publicados entre 1913 y 1946, en El Diario Ilustrado y me dieron ganas de leer “El Socio”. Grande fue mi sorpresa al encontrar un libro entretenido, lleno de matices e intriga con un enfoque muy arraigado a la cultura chilena de fines de los años 20. El libro tiene ciertas coincidencias con “El extraño caso de Dr. Jeckyll y Mr. Hyde” (1886), de Robert Louis Stevenson porque habla abiertamente de las dobles intenciones y personalidades. “El Socio” muestra lo que le pasa a Julián Pardo, un mediocre corredor de propiedades que se inventa un socio para zafarse de una propuesta en la que no quiere participar. El hombre inventado es un exitoso comerciante inglés llamado Walter Davis que le trae suerte en los negocios a Pardo y lentamente comienza a apoderarse de la personalidad del protagonista.
Davis representa todo lo que Julián no es y como su socio millonario adquiere un importante prestigio en la Bolsa de Comercio. Aunque nadie lo ha visto, todos dicen que lo conocen e incluso una mujer habla que tiene amoríos con él y le pide a Pardo una indemnización por su silencio. En la novela da la sensación de que todo gira alrededor de un malsano oportunismo, de especulaciones que mueven a los personajes y las acciones de la Bolsa que compra Pardo a nombre del “invisible” Davis. Es el capitalismo puro el que corrompe la imagen de Chile como un país en crecimiento, que aparenta lo que no es. El libro se publicó un año antes de la crisis económica de Estados Unidos y Pardo es el modelo perfecto del arribista que busca crecer de manera irreal, que es poco claro, esconde sus verdaderas intenciones y es incapaz de enfrentarse a sí mismo, escudándose en la imagen de Davis para triunfar. Al parecer, el mundo no ha cambiado tanto y al menos la supuesta maldad reflejada en Davis y en el personaje de Mr. Hyde en la novela de Stevenson, tiene bastantes similitudes con las vicisitudes de una era donde la especulación monetaria y espiritual prevalece por sobre valores como la solidaridad, la equidad y la nobleza.
Jenaro Prieto estudió derecho en la Universidad de Chile. Nunca ejerció como abogado y trabajó como cronista por 31 años, utilizando en su pluma el humor bajo el lema “decir la verdad con una sonrisa”. Fue Conservador y bisnieto del presidente José Joaquín Prieto. Considerado uno de los escritores más incisivos de su época por su estilo chusco a la hora de contar historias, su novela “El Socio” fue un éxito de ventas que agotó en un mes los tres mil ejemplares de su primera edición.
El contenido universal de la obra ha trascendido fronteras, siendo adaptada numerosas veces al cine y a series de televisión. Quizás la adaptación más particular y que me llama más la atención es la realizada en 1996 por el director Donald Petrie en Hollywood. La película se hizo en clave de comedia y se llamó “The Associate” y fue protagonizada por la actriz afroamericana Whoopi Goldberg, famosa por películas como “Cambio de hábito” y “Burglar”. En Hispanoamérica la película se llamó “La socia principal” y se centró en temas como el sexismo, racismo y la discriminación en el mundo de los negocios.
La audacia de Prieto no solo quedó en la literatura y el periodismo, en 1932, respaldado por la campaña “Hágame la cruz y llegaré al Congreso”, ganó por amplia mayoría una diputación por Santiago en representación del Partido Conservador. A pesar de toda su popularidad, su desempeño no fue el esperado porque su vocación estaba más ligada a la escritura que a la política. Durante su tiempo en el Congreso, jamás escribió nada vinculado con su quehacer en el parlamento. Su trabajo como cronista en El Diario Ilustrado duró hasta el mismo día de su muerte, ocurrida el 5 de marzo de 1946 cuando ya estaba preparando su jubilación. Apasionado por las letras, el escritor no dudaba en plasmar sus intereses y convicciones en sus textos y crónicas. Con “El socio”, su obra más popular, hizo lo propio con una sociedad chilena preocupada por las apariencias. Le dio medio a medio a la mentira, a la mediocridad. Un salivazo al oportunismo.