Por Mario Valdivia V.
Si decide a frenar la pandemia cueste lo que cueste en términos económicos, el estado puede conseguirlo.
Prometer ahora mismo un horizonte de estabilidad y certidumbre de ingresos garantizados para quienes carecen de ahorros y viven al día, mientras dure la crisis, es la única posibilidad de que la orden de cuarentena pueda ser obedecida. Las personas se ven forzadas a salir de sus viviendas, en proporción inversa a su patrimonio – o a la seguridad de sus trabajos digitalizados -, en busca de ingresos para seguir viviendo.
la única posibilidad de que la orden de cuarentena pueda ser obedecida.
Se podría tomar conciencia de esto, antes de exigirla o implorarla a “las personas”. Desvalorizar la inteligencia media, yerra más que insulta. ¿Cuesta tanto imaginar que la gente está forzada a moverse en el riesgoso filo de la navaja de salir y contagiarse o no hacerlo y pasar hambre?
La opción: ver impasiblemente cómo la autoridad del estado se derrumba, con una cuarentena que es letra muerta y la exponencial de contagio y muerte sigue su ominosa marcha ascendente. El dolor familiar, el sufrimiento económico y el miedo a lo que vendrá mañana, crean una situación difícil de soportar. ¿Es necesario insistir en que es una situación de vida o muerte? El estado debe intervenir con resolución, como si se tratara de un terremoto. Para eso está. Es lo mínimo.
La opción: ver impasiblemente cómo la autoridad del estado se derrumb
Cueste lo que cueste quiere decir exactamente eso. Lo dijo la Merkel, lo dijeron los europeos, lo han hecho los australianos. Hay recursos, el estado tiene capacidad de endeudarse, siempre existe la posibilidad de pedir prestado al Banco Central. Lo sostienen los economistas más prestigiados. ¿Y cómo pagaremos después?, se preguntan algunas autoridades, alarmadas, ¡Puede desatarse la inflación, después! – acusan – volver a lo de antes… Bueno, después es después, primero hay que cruzar el presente y llegar a después. Ahí se verá. Es lo que cuentan que respondió O’Higgins a quienes lo criticaban por endeudarse en Londres para financiar las batallas de la independencia después del desastre de Rancagua. Hay que ser de las chacras, debió pensar el irlandés chillanejo… Bueno, por algo el libertador fue el. Quizá exagero al poner este ejemplo, pero prefiero hacerlo. La situación actual es desesperada, está fuera de control, no amaina, el desamparo es excesivo.
Otro lado de la medalla es que, debido a la falta de ingresos las personas compran menos, la producción no encuentra salida, la economía y los empleos caen. Y suma y sigue, en un vértice decreciente. Las deudas con casas comerciales y bancos dejan de pagarse – no hay con qué -, el sistema financiero y bancario se queda sin dinero… Ya se insinúa una crisis financiera. ¿El estado salvará a los bancos – cueste lo que cueste – antes de las personas? No puedo evitar pensar que su autoridad será seriamente cuestionada y su legitimidad sufrirá un abollón muy profundo.
¿El estado salvará a los bancos – cueste lo que cueste – antes de las personas?
Cueste lo que cueste, hay que proveer los ingresos que sean necesarios a los hogares, los que comprarán más y dinamizarán la producción y el empleo; las deudas se honrarán, las finanzas resultarán protegidas. No estoy inventando la rueda. Lo hizo Keynes hace un siglo atrás.
Me queda boteando la pregunta “¿por qué no lo hacen?” No son de las chacras. Hay motivaciones que no logro comprender bien.
2 comments
Mario, pienso que sabes por qué no lo hacen. Ya están empezando a cuidar sus propios Intereses, en medio de la pandemia, con la cesantía q impide a muchos respetar las cuarentenas, con el consiguiente aumento de los contagios, ahora de los más pobres. No importa tanto, ellos cuidan sus intereses, desde ya…
Buen analisis pero la pregunta final un poco ingenua me resulta inconsistente .