POR JAIME GAZMURI
A finales de 2017 el Presidente de Argentina, Mauricio Macri, anunciaba un escenario económico auspicioso para el año siguiente: la economía crecería en torno al 2%, la inflación se contendría sin superar el 15%, y el dólar se mantendría estable en torno a 20 pesos.
Desde el punto de vista político la coalición de gobierno miraba las elecciones presidenciales de 2019 con confianza y optimismo. Tenía al frente a un peronismo fracturado, con su principal liderazgo, el de Cristina Kirchner, acosado por un conjunto de denuncias y procesos judiciales por corrupción. Entonces, tomaba distancias un arco relevante de figuras del Justicialismo, incluyendo a importantes gobernadores provinciales y al ex candidato presidencial Sergio Massa.
A finales de 2017 el Presidente de Argentina, Mauricio Macri, anunciaba un escenario económico auspicioso para el año siguiente: la economía crecería en torno al 2%, la inflación se contendría sin superar el 15%, y el dólar se mantendría estable en torno a 20 pesos.
Así, el sentido común de los analistas en la gran prensa nacional era que el objetivo declarado desde el inicio de la gestión de Macri -encabezar un gobierno de derechas durante dos periodos consecutivos- estaba al alcance de la mano. De este modo, el macrismo parecía llamado a romper la tendencia histórica, reiterada desde la recuperación democrática: los gobiernos no peronistas eran un accidente, luego del cual se volvía al cauce natural para que Argentina fuera gobernada por los herederos del General Perón, en cualquiera de sus versiones, de izquierda o derecha. Fue lo que ocurrió con los mandatarios radicales Alfonsín y de la Rúa que, incluso, no alcanzaron a cumplir sus mandatos constitucionales, renunciando antes que caducaran.
Así, el sentido común de los analistas en la gran prensa nacional era que el objetivo declarado desde el inicio de la gestión de Macri -encabezar un gobierno de derechas durante dos periodos consecutivos- estaba al alcance de la mano.
A cinco meses de la elección presidencial de Octubre estos pronósticos auspiciosos están, si no total, severamente desvanecidos. Las promesas económicas anunciadas para el 2018 fueron todas incumplidas. Fue este, como señala la prensa, un año terrible. La economía entró en recesión, con una tasa de crecimiento negativo de 2,6%; la inflación alcanzó el 47%, y el peso se devaluó en un 50%. Para enfrentar la carga de la deuda externa en dólares que ha subido desde el 40% al 80% del PIB, el gobierno recurrió a dos operaciones de rescate del FMI, con un préstamo de 57 mil millones de dólares, que se destinarán básicamente a pagar intereses. La contraparte es la aplicación de un ajuste fiscal que, como ya debería saberse, prolongará por un periodo las tendencias recesivas. Los efectos sociales de este escenario han sido severos: aumento de la cesantía, pérdida de valor de los salarios – del orden de un 12% -y crecimiento de la pobreza, que ya alcanza al 33%, tres puntos más que el promedio de América Latina.
A cinco meses de la elección presidencial de Octubre estos pronósticos auspiciosos están, si no total, severamente desvanecidos.
En este escenario de grave crisis económica y social las perspectivas para la próxima elección presidencial se han modificado sustantivamente. La última encuesta de Mayo, de una agencia de reconocida solvencia, otorga a Cristina Fernández una intención de voto de 35.7% y a Macri de 27.1% en primera vuelta. La alta adhesión a Cristina no es novedad. Dado su fuerte nivel de rechazo en sectores importantes de la sociedad argentina, el saber convencional establecía que en segunda vuelta sería derrotada por Macri. La novedad de esta encuesta es que en el balotaje Cristina alcanza el 48.8% y Macri el 39%, una diferencia de 10 puntos. Esto significó un verdadero terremoto en los medios políticos: la hipótesis imposible se tornaba la más probable. No solo el regreso del peronismo al gobierno, sino que liderado por su figura más controvertida.
Los efectos sociales de este escenario han sido severos: aumento de la cesantía, pérdida de valor de los salarios – del orden de un 12% -y crecimiento de la pobreza, que ya alcanza al 33%, tres puntos más que el promedio de América Latina.
Luego de la presentación de un libro autobiográfico, y cuando todo el mundo especulaba el momento en que haría la presentación formal de su candidatura presidencial, Cristina anunció su apoyo a la postulación de Alberto Fernández a la presidencia, al que ella acompañaría en la fórmula como aspirante a vicepresidenta.
En este escenario de grave crisis económica y social las perspectivas para la próxima elección presidencial se han modificado sustantivamente.
Alberto Fernández es un político de vasta trayectoria, de filiación peronista, que formó parte del llamado Grupo Calafate, constituyendo el núcleo inicial del proyecto que llevó a Néstor Kirchner a gobernar el país. Fue Ministro Jefe de Gabinete y una figura política central en su administración. Ratificado por Cristina al asumir su primer mandato, renunció al ministerio el 23 de Julio de 2008, por diferencias con la política de la mandataria para enfrentar la llamada crisis del agro, provocada por la movilización nacional de los productores contra la política impositiva a las exportaciones agropecuarias.
La novedad de esta encuesta es que en el balotaje Cristina alcanza el 48.8% y Macri el 39%, una diferencia de 10 puntos. Esto significó un verdadero terremoto en los medios políticos: la hipótesis imposible se tornaba la más probable. No solo el regreso del peronismo al gobierno, sino que liderado por su figura más controvertida.
Entonces el gobierno siguió una estrategia de duro enfrentamiento, mientras Alberto Fernández propiciaba la búsqueda de acuerdos para superar la crisis. De allí en adelante fue un crítico permanente y en la elección presidencial de 2015 fue jefe de campaña de Sergio Massa, candidato peronista alternativo al oficialista Daniel Scioli. El acercamiento con Cristina data de poco más de un año atrás.
Luego de la presentación de un libro autobiográfico, y cuando todo el mundo especulaba el momento en que haría la presentación formal de su candidatura presidencial, Cristina anunció su apoyo a la postulación de Alberto Fernández a la presidencia, al que ella acompañaría en la fórmula como aspirante a vicepresidenta.
La explicación que ha dado Cristina de su inesperada decisión es que para enfrentar la crisis argentina se requiere la más amplia unidad, comenzando por la del peronismo, asumiendo que ella que es una figura divisiva y Alberto Fernández tiene mejores condiciones para conducir el próximo gobierno. Ella a su vez se manifiesta disponible para poner su experiencia y peso político al servicio de un proyecto común. Parece una explicación plausible. Es evidente que esta estrategia no tiene sólo una motivación electoral.
Entonces el gobierno siguió una estrategia de duro enfrentamiento, mientras Alberto Fernández propiciaba la búsqueda de acuerdos para superar la crisis. De allí en adelante fue un crítico permanente y en la elección presidencial de 2015 fue jefe de campaña de Sergio Massa, candidato peronista alternativo al oficialista Daniel Scioli. El acercamiento con Cristina data de poco más de un año atrás.
Según la información disponible Cristina tiene muchas posibilidades de ganar la elección. Incluso se corre un riesgo, pues no se sabe hasta qué punto el apoyo a Cristina se puede trasladar a esta nueva fórmula. Pareciera que la decisión tiene más que ver con la necesidad garantizar la gobernabilidad futura, asumiendo los rechazos que provoca el estilo de gestión de la ex mandataria, especialmente evidentes en su última administración. Solo el tiempo dirá si la combinación de un político experimentado y autónomo pero sin poder propio, y una figura con la fuerza y la personalidad de la ex presidenta puede ser fórmula para un mejor gobierno.
En los próximos veinte días se medirá la capacidad de Alberto Fernández para avanzar en la unificación del peronismo. Es el plazo para inscribir las alianzas electorales.
En los próximos veinte días se medirá la capacidad de Alberto Fernández para avanzar en la unificación del peronismo. Es el plazo para inscribir las alianzas electorales.
Valga consignar la irrupción de Alternativa Federal, que reúne a los gobernadores del peronismo no kirchnerista, con Roberto Lavagna, ex titular de Economía de Duhalde y Kirchner, como otro aspirante presidencial, que marca alrededor de diez puntos en las encuestas. Ya los gobernadores de Córdoba, Juan Schiaretti, y de Salta, Manuel Urtubey, han manifestado que levantarán candidato propio. Otros, han recibido positivamente la nueva fórmula. Será importante la decisión definitiva de Sergio Massa, tanto por su dimensión política como peso electoral.
Será importante la decisión definitiva de Sergio Massa, tanto por su dimensión política como peso electoral.