La campaña sucia de Trump

por La Nueva Mirada

Qué enorme diferencia entre la convención demócrata y la republicana. Si ellas definieran la elección Joe Biden debiera ser el nuevo presidente de los Estados Unidos. Los Demócratas exhibieron sus más prestigiados referentes con notables discursos de Michelle y Barack Obama, Bill Clinton y Kamala Harris. Hablaron de futuro, destacaron las virtudes y condiciones humanas de su candidato, se limitaron a hacer un duro juicio político de Donald Trump y su gobierno, al que calificaron como el presidente equivocado y llamaron a recuperar el alma de la nación. Biden estuvo a la altura para transmitir empatía y mensajes de futuro.

Trump, en fuerte contraste, marcó un evidente abuso de poder realizando su acto de proclamación en el frontis de la Casa Blanca. Con un lenguaje cuartelero agredió incansablemente a su oponente, sosteniendo que su mayor mérito como vicepresidente había sido su obsecuencia para “besar el trasero” del presidente Obama. El rostro del actual mandatario impide visualizar si alguna vez se pone rojo, pero sostuvo haber sido un presidente que apoyó a los afroamericanos más que Abraham Lincoln, no trepidó en apelar a la campaña del terror, afirmando que Biden era el caballo de Troya de los radicales de izquierda y que América corría el inminente riesgo de transformarse en una nueva Venezuela.

Los principales oradores en la convención republicana fueron algunos miembros de su propia familia. No todos evidentemente. Faltaron su propia hermana y su sobrina, ambas severamente críticas del mandatario, según lo revela un video filtrado a los medios y un libro biográfico de reciente aparición.

El resto del tiempo fue ocupado por subalternos de su gobierno que alabaron al empleador y algunos afroamericanas que sumaron elogios bien revisados para un placentero Trump.

El resto del tiempo fue ocupado por subalternos de su gobierno que alabaron al empleador y algunos afroamericanas que sumaron elogios bien revisados para un placentero Trump.

Muy probablemente ambas convenciones darán la tónica de la campaña que se avecina. Trump duro, confrontacional, plagado de mentiras e inexactitudes, sin hacerse cargo de los graves problemas raciales, económicos y sanitarios que vive el país, excepto para prometer una vacuna en contra del coronavirus antes de fin de año o incluso antes, según explicitó. Proclamándose el defensor de Estados Unidos prometió la realización del sueño americano en los próximos cuatro años.

La campaña del terror desatada por Trump puede resultar eficaz para una franja de electores temerosos de los inmigrantes, sobre todo si son de color, musulmanes o hispanos, muchos de ellos violadores y delincuentes, como le place reiterarlo.

Estados Unidos es un país crecientemente polarizado y Trump apuesta por acentuar esa atmósfera, como principal recurso para fidelizar el voto republicano. Para ello necesita presentarse como el guardián del orden, los valores tradicionales y caricaturizar a los demócratas como radicales de izquierda, que sembrarán el caos, la violencia y la incertidumbre.

A la distancia parece difícil imaginar que una persona mediamente culta e informada pueda tragarse las ruedas de carreta de Trump en su discurso. Pero el controvertido mandatario no apela a la razón sino a las emociones y sentimientos negativos de las personas. A su nacionalismo exacerbado, su individualismo, xenofobia y varias otras fobias. Al conservadurismo predominante, al temor.

Encuestas y proyecciones

Joe Biden parte la carrera presidencial como favorito, según auguran las encuestas, por diferencias que varían entre los dos y diez puntos, pero ello no garantiza su triunfo. Aunque los oráculos electorales, de manera unánime, proyecten resultados favorables para el candidato demócrata.

Las encuestas y modelos proyectivos no sólo se suelen equivocar, tampoco tienen suficiente valor predictivo. La campaña presidencial recién comienza formalmente y falta por constatar como Biden y el partido demócrata pueden contrarrestar la campaña sucia que, con suficientes recursos, acentuará Trump en las semanas próximas, como lo hace en estos días acusando de terroristas a las víctimas crecientes de la policía y la Guardia Nacional.

Todo apunta a una campaña muy confrontacional y un resultado estrecho. En base al sistema electoral norteamericano no basta con ganar el voto popular. Tan importante como aquello  es asegurar una mayoría de delegados de los 538 votos electorales en juego.

Joe Biden podría aventajar a Trump por más de cinco millones de votos populares y perder en delegados. Tal como le sucediera anteriormente a  Al Gore y Hillary Clinton, con mínimas diferencias en Estados emblemáticos.

Joe Biden podría aventajar a Trump por más de cinco millones de votos populares y perder en delegados.

Muy probablemente la elección se decidirá en Estados con tradición republicana en donde Trump parece haber perdido terreno en favor del candidato demócrata. No son pocos los senadores republicanos que temen por sus escaños que se juegan junto con la próxima elección presidencial. En teoría ello debiera ser un incentivo para trabajar por su candidato presidencial pero también pudieran intentar tomar distancia y tratar de no ligar su suerte a la de un eventual perdedor.

No son pocos los senadores republicanos que temen por sus escaños que se juegan junto con la próxima elección presidencial.

Los debates presidenciales aportarán lo suyo para inclinar la balanza hacia uno u otro lado. Donald Trump es un polemista tramposo, que no trepida en bajar al ataque personal, la descalificación y la agresión. No por nada Trump ha intentado reunir material para desacreditar a su oponente. Incluso presionando a gobernantes extranjeros. Un terreno en donde Biden no se maneja con soltura, pese a que Trump tiene más de un cadáver escondido en su armario. Entre ellos acusaciones de irregularidades tributarios, abusos sexuales y de poder.

Donald Trump es un polemista tramposo, que no trepida en bajar al ataque personal, la descalificación y la agresión.

Los medios de comunicación influyen y aunque mayoritariamente pueden favorecer a Biden, Donald Trump les imputa mentir sistemáticamente y apuesta fuertemente al ataque a mansalva vía redes sociales. El dinero no debiera ser un factor demasiado decisivo, aunque se supone que los republicanos cuentan con mayores fuentes de financiamiento. Lo más relevante en materia de publicidad no necesariamente es su intensidad sino los mensajes y contenidos.

Los medios de comunicación influyen y aunque mayoritariamente pueden favorecer a Biden, Donald Trump les imputa mentir sistemáticamente y apuesta fuertemente al ataque a mansalva vía redes sociales.

El otro factor que sin duda influirá en la participación del electorado es el sanitario, aunque en EE.UU. está permitido el voto por correo. Un tema que preocupa a Trump que ha cuestionado la transparencia del sistema. Con o sin fundamentos se afirma que una mayor participación de electores favorecería a Biden.

Con o sin fundamentos se afirma que una mayor participación de electores favorecería a Biden.

La gran duda – algo no menor – es si Trump aceptará un resultado adverso. En recientes declaraciones el mandatario ha afirmado que tan sólo podría perder la elección en base a fraudes, anticipándose a dicha  eventualidad.

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