Todo cambió ese 18 de octubre, tantas veces relatado. Luego vendría la sorpresa colectiva de millones en las calles de Santiago y regiones. Han sido repetidas y masivas movilizaciones, con la expresión de una ira acumulada, desafiando a los cuerpos policiales, ampliamente desbordados, que no han trepidado en saltarse los protocolos para reprimir las manifestaciones con todo lo que tienen a mano, incluyendo las escopetas antimotines, gases lacrimógenos y carros lanza aguas, sin importar si las manifestaciones son pacíficas o violentas, disparando balines al cuerpo de los que tenían al frente.
Todo cambió ese 18 de octubre, tantas veces relatado.
“No son los treinta pesos del metro, son los treinta años de abusos” “Chile despertó”. “hasta que la dignidad se haga costumbre”, voceaban los manifestantes, mientras los muros del país se llenaban de consignas incendiarias en contra del gobierno, con la firma del anarquismo ( ACAB o 1312, todos los policías son bastardos), exigiendo la renuncia de Piñera y la lucha en contra del orden establecido. La violencia se masificó con la quema, aún no esclarecida debidamente, de las estaciones de metro, saqueos de supermercados, farmacias, monumentos nacionales, pequeños negocios e incluso hospitales.
El gobierno reaccionó con energía y más violencia, decretando el estado de emergencia, afirmando el propio mandatario que el país estaba en guerra en contra del terrorismo y el crimen organizado, sin descartar la participación de grupos foráneos (Rusia, Venezuela etc.), a la que se ha referido reiteradamente, pese a no contar con antecedentes serios que respalden esa versión y contradiciéndose hasta el día de hoy.
Las movilizaciones no se han detenido, con nuevas expresiones de potencia, como las que proyectan masivamente, a nivel mundial, las mujeres siguiendo el ritmo desafiante de LasTesis. La reacción oficial, más allá del desprestigiado verbo presidencial, continúa siendo una represión policial indiscriminada, como se ha manifestado en los sucesos en torno al incendio del Cine Arte Alameda y la muerte de Mauricio Fredes (un “primera línea” de manifestaciones).
Las movilizaciones no se han detenido, con nuevas expresiones de potencia, como las que proyectan masivamente, a nivel mundial, las mujeres siguiendo el ritmo desafiante de LasTesis. La reacción oficial, más allá del desprestigiado verbo presidencial, continúa siendo una represión policial indiscriminada, como se ha manifestado en los sucesos en torno al incendio del Cine Arte Alameda y la muerte de Mauricio Fredes (un “primera línea” de manifestaciones).
El trasfondo de la crisis oficialista
Pese a todo, Piñera ha afirmado que ha escuchado de manera fuerte y clara la demanda ciudadana por un país más justo y solidario, proponiendo un pacto por la paz y una nueva constitución, en contra de los abusos y por la justicia social. Un pacto de mínimos a todas luces insuficiente y muy por debajo de las demandas de la ciudadanía pero que, claramente, preocupa a los sectores más conservadores de su coalición
Un pacto de mínimos a todas luces insuficiente y muy por debajo de las demandas de la ciudadanía pero que, claramente, preocupa a los sectores más conservadores de su coalición
En primer lugar, porque se allana a la idea de que Chile requiere de una nueva constitución. Una idea largamente resistida por la derecha y que sólo fue posible materializar por la fuerte presión ejercida por el movimiento social y un sector mayoritario de la oposición, que fuera recogida por un sector del oficialismo y materializada en el acuerdo suscrito por Chile Vamos y un amplio espectro opositor, al cual se restó el Partido Comunista y parte del Frente Amplio, cuestionando un elitismo al margen del movimiento social.
En rigor y perspectiva de hace tres meses, el acuerdo alcanzado superó todas las expectativas que podría haber albergado la oposición en materia constitucional. Es un acuerdo que parte de una hoja en blanco (es decir, en todas aquellas materias en donde no se logre consenso no rigen las disposiciones de la actual constitución sino pasan a ser materia de la legislatura), establece un plebiscito de entrada, para que los ciudadanos resuelvan si quieren una nueva constitución y en caso afirmativo resuelvan acerca del mecanismo de elaboración entre una convención mixta y una convención constituyente, elegida en su integridad. Es decir, más allá de las palabras, una Asamblea Constituyente.
Tras muchos forcejeos, tanto la UDI como parte de Renovación Nacional, finalmente se allanaron al acuerdo con la definición del quórum de dos tercios para la aprobación de sus contenidos, en el entendido que Chile Vamos actuaría unida para “defender los tradicionales principios del sector”.
Resultó una nueva sorpresa que sectores de Renovación Nacional se abrieran a aprobar una fórmula para asegurar la paridad de género, así como la participación de los independientes y cuotas a los pueblos originarios, sin acuerdo con sus aliados y, en general, se manifestaran como férreos defensores del texto y espíritu del acuerdo suscrito, incluyendo la hoja en blanco para redactar una nueva constitución. Y nada les garantiza que un sector de Renovación Nacional, representado por su actual directiva, defenderá con el mismo celo los principios tan caros a la derecha más conservadora de Chile Vamos.
No es un tema menor para explicar las tensiones que registra la coalición oficialista, el ajuste ministerial que se vio obligado a realizar Piñera en el marco de la crisis, que implicó la salida de Andrés Chadwick (uno de los más influyentes “coroneles” de la UDI y brazo derecho de Piñera) y su reemplazo por Gonzalo Blumel, militante de Evopoli, a lo que se sumó la designación de Ignacio Briones como nuevo titular de Hacienda, también militante de Evopoli. Aquello no sólo cambió el eje político del gobierno sino desplazó a la UDI de las principales posiciones de poder dentro del Ejecutivo.
No es un tema menor para explicar las tensiones que registra la coalición oficialista, el ajuste ministerial que se vio obligado a realizar Piñera en el marco de la crisis
La crisis que hoy vive la coalición oficialista va mucho más allá que las de las diferencias en torno a la paridad de género, centrándose en visiones encontradas acerca de cómo el gobierno debe enfrentar la actual crisis social, el tipo de concesiones que puede y no puede hacer, cómo enfrentar los dos últimos años del actual mandato presidencial y plantearse el tema de su proyección futura.
La crisis que hoy vive la coalición oficialista va mucho más allá que las de las diferencias en torno a la paridad de género, centrándose en visiones encontradas acerca de cómo el gobierno debe enfrentar la actual crisis social, el tipo de concesiones que puede y no puede hacer, cómo enfrentar los dos últimos años del actual mandato presidencial y plantearse el tema de su proyección futura.
Y lo más relevante, es que no tan sólo Desbordes y la actual directiva de RN han dejado de ser aliados confiables para enfrentar los numerosos desafíos que hoy enfrenta la derecha, sino también existen sospechas acerca de si el ministro Blumel hizo todo lo que estaba a su alcance para defender a Andrés Chadwick de la acusación constitucional aprobada en su contra. Y si Ignacio Briones no está haciendo demasiadas concesiones a la oposición.
Pese a los esfuerzos de Piñera, algo más que confuso, aún no se logra un consenso que permita superar lo que Mario Desbordes describe como una crisis artificial al interior del conglomerado oficialista.
Pese a los esfuerzos de Piñera, algo más que confuso, aún no se logra un consenso que permita superar lo que Mario Desbordes describe como una crisis artificial al interior del conglomerado oficialista. La UDI demanda garantías de que no se asumirán iniciativas inconsultas y no concordadas al interior del oficialismo, mientras que la actual directiva de RN afirma que no reconoce derecho a vetos a sus aliados, poniendo en duda la proyección de la alianza oficialista.
En Renovación Nacional corren vientos de fronda en contra del actual timonel Mario Desbordes.
En Renovación Nacional corren vientos de fronda en contra del actual timonel Mario Desbordes. Una parte de su bancada parlamentaria y algunas figuras emblemáticas de ese partido, como su ex timonel Carlos Larraín, han anunciado que trabajaran por la opción del NO a una nueva constitución. Y no son pocos en su interior los que ponen por delante la unidad de la coalición y el objetivo de su proyección futura. Y ven en Desbordes un obstáculo a remover.
Si la oposición piensa que hasta ahora el gobierno no termina por asumir la crisis en su verdadera dimensión y profundidad y que todas las medidas anunciadas son del todo insuficientes para enfrentarla, sectores de la derecha, que bien pueden ser mayoritarios, estiman que el gobierno está abdicando de sus convicciones, renunciando al programa ofrecido al país, escuchando “la voz de la calle” y asumiendo progresivamente las propuestas de la izquierda.
Si la oposición piensa que hasta ahora el gobierno no termina por asumir la crisis en su verdadera dimensión y profundidad y que todas las medidas anunciadas son del todo insuficientes para enfrentarla, sectores de la derecha, que bien pueden ser mayoritarios, estiman que el gobierno está abdicando de sus convicciones, renunciando al programa ofrecido al país, escuchando “la voz de la calle” y asumiendo progresivamente las propuestas de la izquierda.
La reforma tributaria planteada por el actual gobierno, que tenía como principal objetivo “simplificar” el sistema tributario mediante el mecanismo de reintegración (que buscaba bajar impuestos a los sectores de mayores ingresos) termina siendo una reforma que incrementa los impuestos. Se incrementa el sueldo mínimo y el pilar solidario, se anuncia el proceso constituyente, una nueva agenda anti abusos y nuevas bases para la reforma del sistema previsional y el sistema de salud.
José Antonio Kast lo dice con todas sus letras. Producto de la crisis Sebastián Piñera ya no gobierna, sino que se limita a administrar un país que esta fuera de control, en tanto que la izquierda impone sus propios términos. La aceptación del proceso constituyente sería el principio del fin.
José Antonio Kast lo dice con todas sus letras. Producto de la crisis Sebastián Piñera ya no gobierna, sino que se limita a administrar un país que esta fuera de control, en tanto que la izquierda impone sus propios términos. La aceptación del proceso constituyente sería el principio del fin.
La UDI no llega a tanto, pero casi. No duda en acusar a sus aliados de RN (la fracción que dirige Desbordes) de buscar el aplauso de la calle y de la izquierda, renunciando a defender las ideas propias de su sector. Y, a todas luces, Piñera no cuenta con un diseño para enfrentar la crisis en su integridad, reponer el orden y gobernar con ideas propias. El anuncio presidencial de nuevas medidas y reformas acrecienta los temores en estos sectores del oficialismo acerca del rumbo futuro del gobierno.
¿Ya pasó lo peor? Chile en la encrucijada
Nadie, ni en el oficialismo y menos en la oposición, parece compartir la temeraria aseveración del Presidente acerca de que ya pasó lo peor. Cunde la sospecha respecto de una relativa tregua estival, si es que no antes, se aparezca marzo, recargado de movilizaciones y protestas no exentas de violencia. Sobre todo si el gobierno no logra consensuar con la oposición y los movimientos sociales una sustantiva agenda de reformas sociales, especialmente en materias previsionales, salud, educación y tributaria.
Nadie, ni en el oficialismo y menos en la oposición, parece compartir la temeraria aseveración del Presidente acerca de que ya pasó lo peor.
Los tiempos son exigentes y los desafíos que enfrenta, no tan sólo el gobierno sino el sistema político en su conjunto, son múltiples. La reforma constitucional está en marcha y tan sólo falta por afinar los temas vinculados a la paridad de género, la participación de los independientes y las cuotas reservadas a los pueblos originarios, que deberá resolver el parlamento.
Los tiempos son exigentes y los desafíos que enfrenta, no tan sólo el gobierno sino el sistema político en su conjunto, son múltiples.
Las reformas sociales anunciadas hasta ahora por el gobierno son del todo insuficientes y se requiere de una propuesta bastante más significativa, al igual de lo que sucede con la agenda anti/abusos, así como las propias reformas en materia de orden y seguridad.
Las reformas sociales anunciadas hasta ahora por el gobierno son del todo insuficientes y se requiere de una propuesta bastante más significativa, al igual de lo que sucede con la agenda anti/abusos, así como las propias reformas en materia de orden y seguridad.
La mala noticia, como recalcó el senador Andrés Allamand, es que tenemos un gobierno debilitado y desorientado y una coalición oficialista dividida entre sus sectores más conservadores y refractarios a los cambios y aquellos que asumen la necesidad de ellos como condición de viabilidad para culminar el actual mandato presidencial y pensar en su proyección futura.
Piñera aparece atrapado, irresoluto y por momentos paralizado, entre las dos almas de la derecha.
Piñera aparece atrapado, irresoluto y por momentos paralizado, entre las dos almas de la derecha.
Tampoco la oposición es un ejemplo de unidad o cohesión. Mientras un sector intenta abrir cauces políticos e institucionales que permitan procesar y dar respuestas a las principales demandas ciudadanas, otro parece apostar por agudizar las tensiones asumiendo que estamos en un estado potencialmente pre revolucionario.
Tampoco la oposición es un ejemplo de unidad o cohesión.
Por su parte, sectores del movimiento social agrupados en la Mesa de Unidad Social (MUS), busca que los partidos de oposición canalicen sus propias demandas, cerrando los espacios de diálogo y negociación para una salida política a la crisis.
La duda es si estos sectores o la llamada “primera línea” en las manifestaciones, interpretan fielmente el sentir mayoritario de la ciudadanía y sus principales demandas, que aparecen con nitidez en las movilizaciones pacíficas, las encuestas de opinión y más recientemente en la consulta ciudadana convocada por un importante grupo de municipios.
El intenso cronograma plebiscitario y electoral que vivirá el país este año que se inicia, permitirá dilucidar algunas de estas interrogantes
El intenso cronograma plebiscitario y electoral que vivirá el país este año que se inicia, permitirá dilucidar algunas de estas interrogantes, así como la verdadera representatividad de los diversos actores políticos y sociales, con propuestas para superar la innegable crisis social que vive el país que, al igual que toda crisis, representa un riesgo y una oportunidad. Lo evidente es que nadie sabe bien cómo puede terminar lo que comenzó a explotar el 18 de octubre de 2019
Lo evidente es que nadie sabe bien cómo puede terminar lo que comenzó a explotar el 18 de octubre de 2019