Por Marcelo Contreras N.
El Pacto Global por una Migración Segura, Ordenada y Regular, fue aprobado por representantes de 165 de los 193 países que integran la Organización de Naciones Unidas. Tan sólo 14, entre ellos Chile – a última hora y tras señales más que contradictorias – decidieron no adherir al citado pacto, no vinculante, que busca enfrentar el tema de las migraciones de forma colaborativa y con pleno respeto a los derechos humanos de los millones de personas-incluyendo mujeres y niños- que cada año escapan de situaciones de violencia, miseria o persecución en sus territorios de origen, buscando nuevas oportunidades en el extranjero.
Aunque el texto no compromete jurídicamente a ninguno de los firmantes, el gobierno de Trump, junto con rechazarlo, desplegó una ofensiva diplomática para que países cercanos se sumaran a su minoritaria posición.
Sin embargo, no todos los países que se abstuvieron, o no asistieran a la cita en Marruecos, han adoptado una decisión definitiva, a la espera de deliberaciones parlamentarias previas a la última instancia, que tendrá lugar el próximo 19 de diciembre, en la sede de la Asamblea General, en la ciudad de Nueva York.
Es relevante destacar el compromiso y firme respaldo entregado por líderes mundiales a este pacto, como Ángela Merkel, pese a la intensa controversia generada en Alemania por el tema migratorio, con la irrupción de movimientos ultraderechistas, nacionalistas y xenófobos. Otro tanto se puede decir de Pedro Sánchez, el jefe del gobierno español. Incluso con posterioridad a las recientes elecciones andaluzas, donde el grupo de ultra derecha VOX sorprendió con el gran apoyo conseguido bajo sus consignas en contra de la inmigración.
Es relevante destacar el compromiso y firme respaldo entregado por líderes mundiales a este pacto, como Ángela Merkel, pese a la intensa controversia generada en Alemania por el tema migratorio, con la irrupción de movimientos ultraderechistas, nacionalistas y xenófobos. Otro tanto se puede decir de Pedro Sánchez, el jefe del gobierno español. Incluso con posterioridad a las recientes elecciones andaluzas, donde el grupo de ultra derecha VOX sorprendió con el gran apoyo conseguido bajo sus consignas en contra de la inmigración.
Por su parte, el Primer Ministro belga, Charles Michel, que debió enfrentar la ruptura de la coalición de gobierno, por la decisión de la derecha nacionalista flamenca de restarse al acuerdo, concurrió a la cita de Marraquech para apoyar el pacto migratorio, que fuera sometido a la discusión parlamentaria y aprobado por los dos tercios de los diputados. Michel sostuvo que se necesita de coraje y responsabilidad para optar por la cooperación internacional en este sensible tema.
Por su parte, el Primer Ministro belga, Charles Michel, que debió enfrentar la ruptura de la coalición de gobierno, por la decisión de la derecha nacionalista flamenca de restarse al acuerdo, concurrió a la cita de Marraquech para apoyar el pacto migratorio, que fuera sometido a la discusión parlamentaria y aprobado por los dos tercios de los diputados. Michel sostuvo que se necesita de coraje y responsabilidad para optar por la cooperación internacional en este sensible tema.
Vale aclarar que el proceso previo a la firma del comentado pacto comenzó hace 18 meses, aunque las negociaciones formales se iniciaron en enero de este año (antes que asumiera Sebastián Piñera en nuestro país) y concluyeron en el mes de julio, tras seis rondas de conversaciones, en que las nuevas autoridades de nuestro país participaron muy activamente.
Una decisión inconsulta y extemporánea
Por todas estas razones no deja de sorprender la decisión de última hora del gobierno chileno de restarse a este acuerdo, esgrimiendo argumentos muy confusos y contradictorios con los propios contenidos de los 23 objetivos no vinculantes que incorpora el pacto para los estados firmantes.
Desde luego, el pacto no impone límites a la soberanía de los países firmantes para definir su propia política migratoria. Tampoco establece nuevas obligaciones, como no sean las humanitarias, en materia de migraciones.
La interpretación para la sorprendente e insólita decisión del gobierno chileno – sin descartar presiones del gobierno norteamericano – apuntan a la inmediatista lectura de las encuestas en nuestro país, que reflejan una inquietante tendencia de rechazo a los inmigrantes, ciertamente alimentada por el discurso oficial, con mediático énfasis en el caso de los haitianos.
La interpretación para la sorprendente e insólita decisión del gobierno chileno – sin descartar presiones del gobierno norteamericano – apuntan a la inmediatista lectura de las encuestas en nuestro país, que reflejan una inquietante tendencia de rechazo a los inmigrantes, ciertamente alimentada por el discurso oficial, con mediático énfasis en el caso de los haitianos.
La postura del gobierno chileno, sustentada en una buena dosis de ignorancia del fenómeno migratorio a nivel mundial, elude considerar que la migración en nuestro país es relativamente menor, en comparación a lo que sucede en otros, como Colombia, Brasil o Perú. Silencia la suma de chilenos viviendo en el exterior como inmigrantes y elude el indudable aporte que la migración hace al desarrollo del país.
Ciertamente se trata de una decisión inconsulta con el parlamento, las fuerzas políticas y organismos de la sociedad civil, que descolocó a la propia Cancillería (fue anunciada, torpemente, por el subsecretario del Interior), a los embajadores de Chile ante la ONU y Marruecos, así como a los parlamentarios chilenos que concurrieran a ese país para participar de las deliberaciones finales sobre el texto del pacto, sin que el gobierno chileno expresara reserva alguna sobre sus contenidos.
Una postura aislacionista y lejana a las mejores tradiciones democráticas y pluralistas de nuestra política exterior durante las últimas décadas. La forzada y contradictoria explicación entregada por el Presidente Piñera dejó al desnudo su inconsistencia vital.
Una cosa es que la política exterior sea responsabilidad de Estado, cuya conducción le corresponde al mandatario y otra muy distinta es que dicha política pueda ser definida de manera unilateral e inconsulta.
La decisión de no suscribir este pacto migratorio pone a nuestro país al margen de un amplio y sólido consenso de la mayoría de las naciones que integran la Organización de Naciones Unidas, alineándolo con un muy reducido grupo, liderado por el gobierno norteamericano.
Una postura aislacionista y lejana a las mejores tradiciones democráticas y pluralistas de nuestra política exterior durante las últimas décadas. La forzada y contradictoria explicación entregada por el Presidente Piñera dejó al desnudo su inconsistencia vital.
Se impone un sentimiento, oportunista y cortoplacista, de desconfianza y rechazo a la inmigración. De paso, se desprecia también al multilateralismo y la cooperación internacional para abordar un tema que tan sólo puede ser enfrentado y resuelto de manera colaborativa por los estados, incluyendo el pleno e irrestricto respeto por los derechos humanos de los inmigrantes.
Se impone un sentimiento, oportunista y cortoplacista, de desconfianza y rechazo a la inmigración. De paso, se desprecia también al multilateralismo y la cooperación internacional para abordar un tema que tan sólo puede ser enfrentado y resuelto de manera colaborativa por los estados, incluyendo el pleno e irrestricto respeto por los derechos humanos de los inmigrantes.
El tema bien merece un amplio y serio debate nacional, sin excluir la alternativa de una interpelación parlamentaria al Canciller. Por más que no sea el protagonista de esta bochornosa situación que daña la imagen internacional del país.