Ocho de los nueve senadores de Renovación Nacional han optado por el rechazo a una nueva Constitución. A ellos podrían sumarse la mayoría de sus diputados, el conjunto de la UDI y eventualmente Evopoli, que dice haber entrado en un proceso de reflexión.
Una opción legítima, pero más que arriesgada. Más aún en el marco del profundo y extendido conflicto social que hoy vive el país, en donde una amplia mayoría ciudadana se ha movilizado exigiendo cambios y transformaciones del actual sistema político y modelo económico.
Es un grave error político, como lo ha sostenido el disidente senador Ossandón, el único en restarse al acuerdo de su bancada. Un error que acentuará la confrontación social y política en curso.
Es un grave error político, como lo ha sostenido el disidente senador Ossandón, el único en restarse al acuerdo de su bancada. Un error que acentuará la confrontación social y política en curso.
En verdad fue tan sólo un sector minoritario de la derecha, en donde se debe ubicar a la actual directiva de RN y su presidente, Mario Desbordes, así como el mencionado senador Ossandón, el alcalde Lavín y sectores de una incipiente derecha más liberal, los que impulsaron el acuerdo por una nueva constitución, incluyendo el plebiscito de entrada para consultar si los chilenos querían una nueva Constitución y resolver acerca del mecanismo de elaboración, partiendo de una hoja en blanco y estableciendo un quórum de dos tercios para los acuerdos.
Buena parte de la derecha lo hizo forzada por una amenazante crisis, pero era y sigue siendo refractaria a un acuerdo por cambios constitucionales.
Buena parte de la derecha lo hizo forzada por una amenazante crisis, pero era y sigue siendo refractaria a un acuerdo por cambios constitucionales. Varios de sus liderazgos actuales contribuyeron a elaborar la Constitución de 1980, se jugaron por su aprobación, defendieron los enclaves autoritarios, arrastraron los pies en todas y cada una de sus numerosas y sucesivas modificaciones y comparten los principios inspiradores del actual texto constitucional. El sacrosanto principio de la propiedad, el Estado subsidiario y los altos quórums que impiden modificar el texto constitucional.
El sacrosanto principio de la propiedad, el Estado subsidiario y los altos quórums que impiden modificar el texto constitucional.
Tempranamente estos sectores trabajaron para desnaturalizar el acuerdo suscrito, tanto en la letra como en su espíritu, buscándole las cinco patas al gato, afirmando que una nueva constitución no podía ser redactada en una hoja en blanco y que en todo aquello en que no hubiese acuerdo debía regir la actual constitución. Y que finalmente, los acuerdos debían ser refrendados con el quórum de los dos tercios.
Se resisten a fórmulas que aseguren paridad de género, representación de los pueblos indígenas y plena participación de los independientes.
Sin lugar a dudas, estos sectores le temen al proceso constituyente. Le temen a la soberanía popular y a la posibilidad que la mayoría ciudadana pueda elaborar una constitución en democracia, legítima en sus orígenes y homogéneamente democrática en sus contenidos. Se resisten a fórmulas que aseguren paridad de género, representación de los pueblos indígenas y plena participación de los independientes.
Afirman que hoy no están las condiciones para desarrollar este proceso constituyente. Usan el argumento de la violencia que han acompañado a las movilizaciones sociales como un pretexto para oponerse al cambio constitucional. Acusan a la oposición de no condenar con suficiente energía y convicción la violencia y poner en riesgo el orden público con acusaciones constitucionales en contra de autoridades responsables de garantizarlo.
Usan el argumento de la violencia que han acompañado a las movilizaciones sociales como un pretexto para oponerse al cambio constitucional.
No es posible menospreciar el poder y la fuerza de esta opción ampliamente mayoritaria en la derecha, que no tan sólo incluye a la UDI, la mayoría de RN (un 60 % según las estimaciones de su propio Presidente), una parte de Evopolis y José Antonio Kast y su agrupación republicana.
Esa derecha dura ha representado cerca de un 40 % del electorado desde los tiempos del plebiscito de 1988 y los esfuerzos por mantener en el poder al general ® Pinochet por otros ochos años. Y tiene el respaldo de poderosos poderes fácticos con un gravitante peso en el sistema político.
Por estas mismas razones resulta tan inquietante el escenario de dispersión y disgregación que presenta la oposición y los sectores partidarios de un proceso constituyente.
Por estas mismas razones resulta tan inquietante el escenario de dispersión y disgregación que presenta la oposición y los sectores partidarios de un proceso constituyente. Con tres comandos diferentes para impulsar el proceso. Con serios desencuentros entre el sistema político y el movimiento social. Con sectores que legitiman algunas expresiones de violencia frente a la represión sistémica ante sus demandas y movilizaciones, mientras otros las condenan sin mayores distinciones.
¿Quovadis? (hacia dónde vamos)
El problema se torna aún más complejo en un escenario donde el gobierno es incapaz de asegurar el orden público ni de asumir la profundidad de la crisis que vive el país, entregando propuestas del todo insuficientes y muy por debajo de los requerimientos y demandas de la ciudadanía.
El problema se torna aún más complejo en un escenario donde el gobierno es incapaz de asegurar el orden público ni de asumir la profundidad de la crisis que vive el país, entregando propuestas del todo insuficientes y muy por debajo de los requerimientos y demandas de la ciudadanía.
A casi tres meses de estallado el conflicto, aún el gobierno no tiene un diseño para enfrentar la crisis, asumiendo que “lo peor ha pasado” y que tan sólo se trata de asegurar el orden público y aislar a los violentistas. El proceso constituyente está en riesgo y el gobierno es ciertamente incapaz de avanzar en una básica agenda social que asuma las principales demandas ciudadanas.
Tampoco la oposición ha logrado hasta ahora plasmar una propuesta que esclarezca un cauce institucional a dicha demanda.
La demanda más importante que se levanta en las movilizaciones sociales es una de cambios en el terreno institucional, económico y social. Y esa es una demanda fuertemente resistida por la derecha y el propio gobierno. Tampoco la oposición ha logrado hasta ahora plasmar una propuesta que esclarezca un cauce institucional a dicha demanda.
La única manera de “aislar a los violentistas” de cualquier signo y construir una nueva “normalidad”, reconociendo los desafíos mayores que enfrenta Chile, es a través de un intenso proceso de diálogo social y político, que no excluya la movilización ciudadana, como lo han hecho otros países que han enfrentado conflictos similares, abriendo un cauce institucional que permita procesar y dar respuestas a las principales demandas ciudadanas, más que explicitas en las masivas movilizaciones sociales.
No es posible leer la historia de estos últimos treinta años simplemente como un historial de abusos y desigualdades
No es posible leer la historia de estos últimos treinta años simplemente como un historial de abusos y desigualdades, sin poner en la balanza los innegables avances y transformaciones que ha experimentado el país, que han permitido más que cuadruplicar su ingreso per cápita ( de US 7.000 de 1990 a 26.000 en 2019), reducir la pobreza a menos de dos dígitos, multiplicar por diez la enseñanza superior, mejorar todos y cada uno de sus indicadores sociales y tener uno de los mejores estándares de calidad de vida de la región.
Pero todos aquellos logros no pueden ocultar las profundas desigualdades, abusos e inequidades que se esconden en estos indicadores.
Pero todos aquellos logros no pueden ocultar las profundas desigualdades, abusos e inequidades que se esconden en estos indicadores. La riqueza continúa concentrada en muy pocas manos, la pobreza se ha reducido pero las llamadas clases medias emergente son extraordinariamente vulnerables. Más de 600.000 jóvenes en nuestro país no estudian ni trabajan. Las ciudades han sido fuertemente segregadas. La salud y la educación pública son de baja calidad. Los sueldos de la mayoría de los chilenos y chilenas son insuficientes y aún subsisten brechas entre los ingresos entre hombres y mujeres. Las pensiones son extraordinariamente bajas en insuficientes. Los abusos del mercado, las malas prácticas políticas y la corrupción se han visibilizado, afectando a un significativo número de instituciones del Estado y a poderosos grupos empresariales.
Los abusos del mercado, las malas prácticas políticas y la corrupción se han visibilizado, afectando a un significativo número de instituciones del Estado y a poderosos grupos empresariales.
Así pareciera que estamos en el peor de los mundos. Un gobierno paralizado, que no tiene diseño para enfrentar la crisis. Unas fuerzas de orden y seguridad sobrepasada sin adecuados procedimientos para asegurar el orden público, con un lamentable records en violaciones a los derechos humanos. Una derecha que mayoritariamente se opone al proceso constituyente y a urgentes reformas. Y una oposición dividida y fragmentada, en tanto que algunos sectores recurren a hechos de violencia que agudizan la situación, perjudicando principalmente a los sectores más vulnerables del país, mientras que una mayoría silenciosa, con creciente angustia, se pregunta en que terminará todo esto.
Y nadie parece tener, hasta ahora, una respuesta suficiente y menos un claro camino de superación.
Como contrapartida y señal de expectativas para el desafío de dar cauce a los cambios indispensables para superar la crisis tan reiterada en los últimos meses está el capital de una mayoría social activada que se ha manifestado de múltiples formas.
Incluidas las masivas movilizaciones pacíficas a lo largo de todo el país y la participación ciudadana en la reciente consulta de los municipios, pese a todas las trabas conocidas y la ausencia de control policial.
Incluidas las masivas movilizaciones pacíficas a lo largo de todo el país y la participación ciudadana en la reciente consulta de los municipios, pese a todas las trabas conocidas y la ausencia de control policial.
Todas aquellas han sido expresiones que desafían la más amplia unidad de los sectores políticos que optan por cambios a la altura de las exigencias ciudadanas.
Todas aquellas han sido expresiones que desafían la más amplia unidad de los sectores políticos que optan por cambios a la altura de las exigencias ciudadanas. En un inédito contexto del país, ante la resistencia férrea de la inmensa mayoría de la derecha a los cambios sociales y políticos, los sectores democráticos aparecen llamados a privilegiar lo esencial por encima de sus razonables diferencias y distancias. Esos mismos desencuentros que hace dos años facilitaron el retorno al gobierno de la derecha, ahora fracasada en el intento obsesivo de revertir un camino anterior e inicial de cambios estructurales, hoy tremendamente multiplicados por la demanda ciudadana.
Esos mismos desencuentros que hace dos años facilitaron el retorno al gobierno de la derecha, ahora fracasada en el intento obsesivo de revertir un camino anterior e inicial de cambios estructurales, hoy tremendamente multiplicados por la demanda ciudadana.