La derecha sin máscara de J.A. Kast

por La Nueva Mirada

Por Roberto Pizarro H

El reciente lunes 10 de junio José Antonio Kast inició, en el Servel, la inscripción del Partido Republicano, continuidad del movimiento Acción Republicana, que lideró para una candidatura presidencial que obtuvo el apoyo de casi el 8% del electorado. En sus comienzos el nuevo partido tendrá presencia en cuatro regiones: O’Higgins, Maule, Biobío y la Araucanía, sumando la adhesión de dos diputados: Ignacio Urrutia, quien ya renunció a la UDI en diciembre, y el RN Cristóbal Urruticoechea. Otros, con manifiestas ideas conservadoras, son potenciales adherentes a esta nueva organización de extrema derecha.

A Kast le molesta que Piñera no defienda los valores conservadores, cuestiona su debilidad en la aplicación del programa económico y, ciertamente, se aprovecha de la fuerte caída presidencial en el apoyo ciudadano que manifiestan las encuestas.

El surgimiento de esta nueva colectividad se explica, según Kast, porque el presidente Piñera no representa fielmente las ideas de derecha. No cumple con su programa de defensa de la familia ni tampoco con la reducción de impuestos, y agrega que la gota que rebalsó el vaso es el acuerdo del gobierno con el PDC sobre la administración del 4% adicional de la reforma a las pensiones por un ente público (El Mercurio, 08-06-19). A Kast le molesta que Piñera no defienda los valores conservadores, cuestiona su debilidad en la aplicación del programa económico y, ciertamente, se aprovecha de la fuerte caída presidencial en el apoyo ciudadano que manifiestan las encuestas.

Kast es un fundamentalista religioso, opuesto a toda idea de libertad sobre nuestros cuerpos y crítico de la diversidad sexual. También un firme defensor de la economía neoliberal, con Estado mínimo y mercado máximo. Su pensamiento tiene historia familiar y personal. El hermano mayor, Miguel Kast, participó junto a Jaime Guzmán en la fundación del Gremialismo, virulento enemigo del gobierno de la Unidad Popular, sustento ideológico y orgánico de la dictadura militar. De hecho, Miguel Kast fue un destacado ministro de Pinochet y gestor de principales reformas neoliberales aún vigentes.

Kast es un fundamentalista religioso, opuesto a toda idea de libertad sobre nuestros cuerpos y crítico de la diversidad sexual. También un firme defensor de la economía neoliberal, con Estado mínimo y mercado máximo. Su pensamiento tiene historia familiar y personal.

José Antonio siguió la huella de su hermano, primero como dirigente político de la UDI en la Universidad Católica y, luego, ferviente agitador en favor de la alternativa del Sí a la continuidad dictatorial, en el plebiscito de 1988. El hombre no tuvo vacilaciones a la hora de apoyar la prolongación de Pinochet en el poder.

Kast tiene una ventaja, escasa en tiempos de hipocresías. No duda en expresar sus ideas de extrema de derecha. Cree, además, que esas ideas encuentran fundamento en “el sentido común y en la naturaleza de las personas”; como  comportamientos aceptados por toda la sociedad e ideas propias de la esencia del ser humano.

Kast tiene una ventaja, escasa en tiempos de hipocresías. No duda en expresar sus ideas de extrema de derecha.

Como diputado de la UDI fue uno de los más férreos opositores a la entrega de la píldora del día después en los consultorios y, también, un decidido resistente a la despenalización del aborto en tres causales. Por ello, Kast ha sostenido que de ser electo presidente su primer proyecto será para derogar la ley del aborto. Aunque parezca poco razonable y lejano al sentido común de las mujeres.

Otro tema, propio de su fundamentalismo religioso, ha sido el férreo rechazo a la ley de identidad de género. En este terreno sus afirmaciones han sido particularmente agresivas: “La ideología de género es una mentira, porque asegura que los niños nacen neutros, pero eso no es verdad; los niños nacen hombre y mujer”. Kast cuestiona incluso los avances del pensamiento científico, distanciándose del desarrollo esencial de la humanidad. Los tiempos cambian y las ideas también.

Señaló, sin ningún complejo, que todas las escuelas públicas debieran tener un profesor de religión, porque “A los chilenos les hace falta Dios”

Así las cosas, en su campaña presidencial, Kast, para felicidad de las organizaciones evangélicas que lo convirtieron en su candidato, propuso eliminar los programas escolares que enseñaban sobre el aborto y las ideologías de género. Señaló, sin ningún complejo, que todas las escuelas públicas debieran tener un profesor de religión, porque “A los chilenos les hace falta Dios”

En definitiva, Kast rechaza la diversidad y se asume con el derecho a limitar la libertad de las personas lejanas a sus convicciones. No sólo lo manifiesta en lo valórico y sexual, sino también respecto de los inmigrantes. Ha sostenido que “la prioridad son los chilenos” y con facilidad asombrosa vincula la inmigración a la delincuencia. Al mismo tiempo, para combatirla sostiene el derecho de los civiles a defenderse con armas en sus hogares.

En definitiva, Kast rechaza la diversidad y se asume con el derecho a limitar la libertad de las personas lejanas a sus convicciones.

El líder del Partido Republicano es liberal en asuntos económicos. Ello es propio a su formación ideológica y también a sus intereses empresariales. Es copropietario de la empresa cecinas Bavaria, y el negocio pesa. Sus propuestas defienden e incluso intentan radicalizar el régimen neoliberal existente en nuestro país: achicar el Estado, bajar impuestos a las empresas, mantener las AFP e Isapres y fortalecer la educación pagada. En fin, promueve el libre mercado sin regulaciones.

La ultraderecha ha intentado trivializar la dictadura de Pinochet y naturalizar la barbarie. De algún modo lo han logrado, con la presencia de colaboradores del pinochetismo en los gobiernos de Piñera. Kast relativiza las violaciones a los derechos humanos al extremo, llegando a sostener que los presos de Punta Peuco son víctimas de “ficciones jurídicas” y que de ser presidente promovería una ley de punto final para intervenir en causas por crímenes de lesa humanidad (El Desconcierto, 04-01-18)

La ultraderecha ha intentado trivializar la dictadura de Pinochet y naturalizar la barbarie.

El mundo de hoy se asemeja peligrosamente a lo que fueran los terribles años treinta del siglo pasado, pavimentando el camino para la segunda guerra mundial, la emergencia del nazi-fascismo y el holocausto judío. El cuestionamiento a la integración europea, el Brexit y el rechazo a los migrantes se han convertido en fundamento ideológico para el crecimiento de la extrema derecha en Italia, Hungría, Francia, Polonia e incluso Alemania.

El cuestionamiento a la integración europea, el Brexit y el rechazo a los migrantes se han convertido en fundamento ideológico para el crecimiento de la extrema derecha en Italia, Hungría, Francia, Polonia e incluso Alemania.

Kast acumula fuerzas, vinculándose a la internacional derechista encabezada por Steve Bannon, se reúne con Bolsonaro y estrecha relaciones con Santiago Abascal, líder de VOX, la naciente extrema derecha española. Todos ellos comparten el neoliberalismo en lo económico (aunque no cuestionan el proteccionismo comercial de Trump), coinciden en valores conservadores y, sobre todo, han instalado como enemigos principales a la izquierda, al mundo LGTB y los inmigrantes.

Kast acumula fuerzas, vinculándose a la internacional derechista encabezada por Steve Bannon, se reúne con Bolsonaro y estrecha relaciones con Santiago Abascal, líder de VOX, la naciente extrema derecha española.

El extremismo de Kast es valorado y celebrado por los presos de Punta Peuco, fundamentalistas religiosos y grupos de uniformados en retiro, que todavía añoran la dictadura pinochetista. Por cierto, también resulta interesante para ciertos sectores empresariales inquietos por modificaciones eventuales al régimen económico.

El deterioro del gobierno de Piñera y la fragilidad de la oposición han facilitado la instalación de la extrema derecha, encabezada por Kast. Por ello, incluso ciudadanos modestos, insatisfechos con los políticos tradicionales, podrían sentirse atraídos con un discurso populista de derecha, basado simplistamente en la idea: “la prioridad son los chilenos”, colocando en su centro la recuperación económica y el empleo, el freno a los inmigrantes, el término de la corrupción y un fuerte ataque a la delincuencia. Una retórica demagógica que elude los cambios estructurales que requiere el país y apunta con ella a tranquilizar a significativos sectores de la población en temas de alta sensibilidad.

El deterioro del gobierno de Piñera y la fragilidad de la oposición han facilitado la instalación de la extrema derecha, encabezada por Kast.

La incorporación al Partido Republicano de nuevos adherentes provenientes de RN y la UDI, así como sus resultados en las elecciones municipales, serán indicadores objetivos del potencial de la organización de Kast en la arena política del país.

 

 

 

 

 

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