En mis investigaciones históricas sobre la antigüedad he descubierto que existe una diosa llamada Cadem que fue concebida entre un ser mitológico persa y una belleza egipcia (que abundaban) de aquella época
Tal fue su poder que influyó en las generaciones de oráculos y sibilas durante siglos.
Lo que me llama la atención es que su influencia haya llegado hasta nuestros lares, penetrando en todos sus ámbitos. Es como meterse en algo parecido a los 5 anillos olímpicos. A saber: los incumbentes, los partidos políticos, los gobernantes, los grupos empresariales y las transnacionales. Que tremendos anillos me dijo mi editor. (FVC).
Este muy pequeño ensayo consiste en precisar cómo han ocurrido las cosas.
Partamos por la variable temporal. Durante 7 meses la diosa Cadem en Chile predijo que la disputa presidencial sería entre Lavín y Jadue. Siempre ambos semi- empatados en el primer lugar. El resto de los concurrentes, como buenas comparsas, retrucaban que esos augurios de la deidad eran sólo destellos momentáneos, es decir, algo como simples fotos del momento.
Sin embargo, la influencia de nuestra diosa empezó a calar y a diseñar un escenario indiscutible a fuerza de la reiteración semanal lunática.
Hay que reconocer que – como me advirtieron – un falso rabino fue logrando engrupir a los anillos olímpicos descritos con sus predicciones. El logro del predicador o pastor según se evalúen sus cualidades, es que logró convencer a medio mundo y sobre todos a comentaristas, opinólogos surtidos, periodistas y sus mandantes editoriales, que el asunto era tal como decía la diosa Cadem.
En fin, no puedo dejar de citar a notables capturados, cooptados o convencidos de tales pronósticos solventados por un poder divino. Sólo para ilustrar a mis lectores, desde luego nombraré a los principales entusiastas: Lavín y Jadue. Siempre creyendo que estaban a la cabeza, aunque menguada (por cierto) de los guarismos. Y luego una recua de desilusionados y no creyentes.
Pero más impactante es la cantidad de respetables que terminaron por convertirse en adoradores de la diosa Cadem, y en función de la creencia infalible de la deidad, abdicaron de sus convicciones, siguiendo, como deber ser, ciegos el camino. Sólo para mencionar algunos, Jorge Arrate, Germán Correa y Gonzalo Martner, adhiriendo al profeta Jadue, que ofrecía de todo. Vale la pena decir que en la iglesia a la pertenece ese profeta, sus sacerdotes y su sanedrín no creían en los augurios de la Cadem.
Tampoco les gustaba mucho el personaje elevado por nuestra tan mencionada diosa. Pero se lavaron las manos. La derrota no es de nuestra responsabilidad, dijeron sotto voce.
Por Luis Alvarado C
En Las Rocas de Santo Domingo, esperando la indulgencia de la diosa por mi atrevimiento de poner en duda sus cualidades. A lo mejor me premia para noviembre.
19 de julio 2021 un día después del asunto tratado en este ensayo.