Luis Marcó
Dicen que Voltaire, uno de los inspiradores de la Ilustración en Francia, cobijado en la casa de la marquesa Emilie du Châtelet, decía de ella, sin ánimo de censurarla, que era “apta para todas las ciencias, exceptuando la ciencia de la vida”. Esta desconexión con la vida era, al fin y al cabo, la distancia con las necesidades cotidianas que, por supuesto, resultaba en el calvario de la mayoría de la población. Esta distancia, muy extendida en la nobleza francesa y europea, terminó sepultando al Antiguo Régimen; lo que lleva a pensar que lo particular de la marquesa era más bien su talento para todas las ciencias -que sin duda era extraordinario-, más que el desapego a las cosas domésticas, desafección esta última que habría compartido con sus pares.
Esta pequeña historia era el reflejo de un sociedad estamental, donde solo las élites accedían a los altos cargos de administración del Estado, gozaban de un tratamiento judicial especial, concentraban los medios de producción y otras prerrogativas. Todo esto podía sostenerse bajo el alero de un rey “tocado” por Dios, pero cuando muchas de esas cosas se instalan en una democracia representativa no solo son un retroceso histórico, sino que es una violencia a la esencia misma de este tipo de régimen político. Por esto es llamativo que en medio del prolongado estallido social que vive nuestro país, un coro transversal de políticos adviertan sobre el riesgo a la democracia más bien circunscrito al alto grado de violencia y delincuencia que se han desplegado estos días. Es cierto que la afectación al Estado de Derecho que conlleva el vandalismo y la delincuencia, puede abrir espacio al populismo o al autoritarismo en muy poco trecho. Pero eso es solo la mirada corta.
Todo esto podía sostenerse bajo el alero de un rey “tocado” por Dios, pero cuando muchas de esas cosas se instalan en una democracia representativa no solo son un retroceso histórico, sino que es una violencia a la esencia misma de este tipo de régimen político.
Lo que ha permitido este grado de caos y las muchas expresiones de frustración y rabia en una amplia base social, tiene que ver con la perpetuación de una sociedad estamental, con crecientes niveles de abusos y con el deterioro de las instituciones, cuya descomposición ha sido endógena y mucho menos atribuible a factores externos a ellas. Parece obvio que la democracia ha sido dañada desde hace un buen tiempo por quienes eran los primeros llamados a cuidarla. Un proceso donde la variable de la violencia no estaba en la discusión hasta ahora y que, sin embargo, nos dejaba igualmente expuestos al riesgo del populismo de cualquier corte, tal como ha estado ocurriendo en varios países en distintos continentes.
Parece obvio que la democracia ha sido dañada desde hace un buen tiempo por quienes eran los primeros llamados a cuidarla.
Sobre el problema del deterioro institucional se dan al menos dos aspectos interesantes. El primero, que investigaciones recientes indican que las campañas de desprestigio a adversarios políticos, si bien en lo inmediato afectan a la persona atacada, en el mediano plazo terminan por desacreditar al conjunto de los actores políticos. Esto es especialmente relevante cuando, además, se tiende a banalizar el papel de ciertos cargos o se entra en el juego de culpar a otros poderes del Estado por cuestiones como el Orden Público, entre otras. El segundo punto, y en esto solo hace falta seguir la lógica de Max Weber, las instituciones requieren tener legitimidad en sus competencias y acciones. Si la legitimidad se pierde no sólo es la institución la que comienza a hacer agua, sino que puede comprometer otros elementos del sistema político. De ahí, por ejemplo y no exclusivamente, que llama la atención que Carabineros siga entrampado en una crisis que, lejos de ser superada, abre nuevos flancos, en especial el tema de Derechos Humanos, y que su accionar enfrente severos reparos de legitimidad en buena parte de la sociedad.
llama la atención que Carabineros siga entrampado en una crisis que, lejos de ser superada, abre nuevos flancos, en especial el tema de Derechos Humanos, y que su accionar enfrente severos reparos de legitimidad en buena parte de la sociedad.
El otro punto que sigue el hilo de la anécdota inicial, el de la desconexión con la vida que caracterizaba a la peculiar marquesa y a la nobleza, vemos que es un elemento presente y extendido en nuestras élites. En Chile hay una mirada arraigada en la comodidad de amplios privilegios, si se atiende a las expresiones de la propia Primera Dama en un momento de gran sinceridad. Hasta ahora, desafiar en Chile un sistema político-económico basado en un complejo engranaje de negocios, con participación privilegiada inclusive en esferas de interés social, era una batalla perdida o simplemente exponerse al descrédito mediante campañas de alto calibre.
Hasta ahora, desafiar en Chile un sistema político-económico basado en un complejo engranaje de negocios, con participación privilegiada inclusive en esferas de interés social, era una batalla perdida o simplemente exponerse al descrédito mediante campañas de alto calibre.
En una lógica sin concesiones y tampoco exenta de denostación a su predecesora, el gobierno de Sebastián Piñera buscó demoler todo el sistema de reformas que se habían iniciado durante la presidencia de Michel Bachelet, comenzando por el régimen tributario. Esta intención por volver al modelo en su estado más originario, que se materializó con el último cambio de gobierno, puede ser entendida como un afán doctrinario de un sector relevante de la derecha. Al mismo tiempo, fue una demostración palpable de la ignorancia o indiferencia de que era necesario cambiar las cosas debido al malestar que se incubaba en la sociedad.
En realidad, visto en perspectiva, si tienes prácticamente todo no necesitarías sacrificar algo; eso pareciera desprenderse del ideario inicial de la actual administración.
El sociólogo Jon Elster afirma que el hombre es el único animal que puede declinar un beneficio inmediato si tiene la perspectiva de mayores beneficios futuros. Elster describe este comportamiento como “retroceder para saltar mejor”; pero este razonamiento tiene el problema que hay que dejar algunas cosas en el camino y es, precisamente eso, lo que el actual gobierno no habría querido asumir. En realidad, visto en perspectiva, si tienes prácticamente todo no necesitarías sacrificar algo; eso pareciera desprenderse del ideario inicial de la actual administración.
el propio Presidente Piñera, basa su estrategia en lo que se conoce como “Maximin”, que equivale simplemente a dar el máximo de lo mínimo. Esta fórmula es común en el mundo de los negocios.
Al abrirse con el estallido social un escenario de alta incertidumbre, las respuestas oficialistas oscilan entre un sector liderado por el Presidente de RN, Mario Desbordes, que asume que la ola social amenaza con arrastrar todo y es mejor subirse a ella. Mientras, otro sector, encarnado por el propio Presidente Piñera, basa su estrategia en lo que se conoce como “Maximin”, que equivale simplemente a dar el máximo de lo mínimo. Esta fórmula es común en el mundo de los negocios. El “Maximin” es siempre una opción conservadora, lo que explicaría, por un lado, la pobre batería de propuestas sociales por parte del gobierno, la resistencia a abrir diálogos con actores sociales para no entrar a negociar y la distancia con cambios estructurales que afecten intereses económicos. En síntesis, una propuesta que busca lo “menos malo” para los intereses propios.
la opción del Maximin por parte del gobierno es una locura, un desvarío en medio de la crisis probablemente más grande que ha enfrentado el país.
Cualquier observador diría que la opción del Maximin por parte del gobierno es una locura, un desvarío en medio de la crisis probablemente más grande que ha enfrentado el país. Sin embargo, el foco del gobierno sigue puesto en la violencia y el vandalismo; el mandatario persiste en su discurso y las limitadas medidas sociales anunciadas al inicio de la crisis; lo refractario que ha sido a las sugerencias de la oposición y, sobretodo, la pasividad ante enormes movilizaciones. Todos estos elementos avalan la tesis del Maximin. En contrapunto, surgen propuestas como las del ex Presidente Lagos que llama a subir un 15% la deuda pública, una reforma tributaria con alzas programadas para los más ricos en los próximos años y la devolución de IVA para los sectores de menores ingresos; medidas que empiezan a ser consideradas en la oposición.
La carta que promueve Piñera es un uso acotado de las fuerzas militares. ¿Qué tan acotado puede ser eso?, nadie lo sabe. Tampoco es claro que el gobierno lo sepa porque, al modo de la marquesa du Châtelet, podría conocer de ciencias, pero lamentablemente en este caso pareciera tener muy poco talento para “la ciencia de la vida”.
Mientras en el Congreso se avanzan en acuerdos que entreguen soluciones a las múltiples demandas, La Moneda ha cedido la iniciativa a contrapelo y con evidente ofuscación, pero advierte a través del Ministro de Defensa, Alberto Espina, que nada de lo que se acuerde es viable con la violencia desatada. Estamos ante un dilema con efectos complejos porque nadie puede asegurar que se produzca un retroceso catastrófico en cualquier momento, tanto si sigue la violencia vandalizadora como si la respuesta del gobierno lleva a una involución. La carta que promueve Piñera es un uso acotado de las fuerzas militares. ¿Qué tan acotado puede ser eso?, nadie lo sabe. Tampoco es claro que el gobierno lo sepa porque, al modo de la marquesa du Châtelet, podría conocer de ciencias, pero lamentablemente en este caso pareciera tener muy poco talento para “la ciencia de la vida”.