La poesía de Carmen Berenguer

por La Nueva Mirada

Hace 36 años captura con su desafiante verbo. Desde tiempos de la desgarradora poesía de “Bobby Sands desfallece en el muro”. De sus tránsitos por el planeta nacieron versos y ensayos que con el paso de las décadas enriquecen una creciente y premiada obra mayor. Desafiante, irreverente, con una pluma cautivadora que cruza generaciones, Carmen Berenguer continúa nutriendo una creación poética y ensayística que, como ocurre con las grandes, perdura vigente.

Piensa que sus mejores poemas surgen con el juego de la melancolía de la memoria. Para muestra, tres poemas incluidos en “mama Marx”.

 

Redoblando el paso de lo que dije

Digamos que soy amarga ¡Rotunda! como la cicuta.

Para engatusar el alma ¡A estas alturas!

Nadie me alcanza.

Dejando de lado ciertas durezas

como lesa yerta se envuelve en ella.

¡Ay!

Si redoblara como si hablara.

De cotorra vieja habla la abuela,

tum tum responde la nieta.

Así hablan las tías a sus sobrinas,

cuando la lengua fija su muda.

Y es viva la jerigonza, leve, la muy furtiva,

va y viene lo que no dice.

Pausa, allá ¡Ay!

 

 

Me gusta cuando me hablas

 

Me gusta cuando me hablas,

para que mi cabeza no piense más nada.

Un vértigo intenso me hace sentir liviana,

y te veo más serio, taciturno y helado.

Y en ese momento descubrieras la vida,

y en términos abstractos dependiera el futuro,

te vieras en campañas

o recibieras el Nobel.

Un gran descubrimiento atronara tu voz,

con una lengua de pájaros en ese traje gris,

pensando en los romances, en fin… te pareces a un Dios

¡Qué sé yo! o tal vez a aquel bandido antiguo

que hacía menos daño.

Me gusta cuando me hablas

y estás realmente presente.

Musitando bravuras ¡Ya ves!

Me siento alegra como si fuera cierto.

 

 

Musitando al oído

 

Te dije este es el despertar,

cuando afeites tu mentón.

¡Clark Kent! ¡Qué lindos ojos negros!

Complacientes sempiternos.

Me arreglo el vestido. Sirvo el café.

Me siento en París a ratos en Madrid.

Ya ves qué ilusa soy si apenas es Enero

leyendo El Planeta te vuelves cotidiano tal vez un poco lárico

 y todo lo pequeño

 que nos hace memorables.

También te puede interesar

Deja un comentario