En estos días de reiterados e interminables reportajes sobre la muerte de la Reina Isabel II, vale la pena dar una ojeada a episodios de la rica relación de Chile con U.K.
Desde los albores de nuestra independencia de la corona española, se nos aparece un interesante y controvertido personaje: Lord Thomas Cochrane. Este marino inglés jugó un papel clave en el avance del Ejército Libertador y la Escuadra Nacional para neutralizar el poderío español cuyo centro vital era El Callao. Se le reconoce como el formador de la Armada de Chile.
Nuestro país ya independiente organiza su Estado y su economía de manera reconocida como ordenada. En el último tercio del siglo XIX se aparece en el norte la riqueza salitrera en manos del Perú y de Bolivia. En una reacción compartida entre familias inglesas y chilenas con grandes capitales se ponen los ojos y grandes recursos para apoderarse de tal riqueza. Allí entonces juegan un rol preponderante Thomas North y sus socios todos ingleses, quienes habitan y fundan bancos en Valparaíso. ¿Les suena el Paseo de los Ingleses en Cerro Alegre?
La historia es conocida. Se desata la Guerra del Pacífico y la alianza de capitales ingleses y chilenos se adueña del apreciado salitre.
Durante el siglo XX la relación nuestra con U.K. fluye naturalmente. En las dos guerras mundiales Chile apoya a la corona británica y sus gobiernos.
Aquellas fluidas relaciones se resaltan durante la visita a Chile de Isabel II y el Príncipe Felipe de Edimburgo. En la ocasión conocen la democracia chilena y el Presidente Frei Montalva los recibe en su casa familiar de calle Hindenburg 683. La TV ha recordado en estos días aquel episodio de la sobriedad nacional de entonces.
Los míticos hermanos Robledo, Jorge y Eduardo, se destacan en el futbol vistiendo la camiseta del Newcastle y brillando en el balompié nacional. (Coincidencia, pero sus nombres son de monarcas ingleses).
Esa impronta democrática chilena se pierde en 1973. El cruento golpe cívico-militar de derecha se convierte en un caso mundial.
Y todos recordarán algo de la relación de Pinochet con U.K. De la difundida admiración de Margaret Thatcher por el modelo neoliberal impuesto en Chile. Y del luego angustiado general visitado por la dama de hierro en su desgraciada visita a territorio británico.
Tan fuerte fue aquella relación por el agradecimiento que se había ganado el dictador con su colaboración logística a las fuerzas inglesas durante la Guerra de las Malvinas, lo que costó la muerte de cientos de nuestros hermanos argentinos.
Aunque no se sabe muy bien de donde salió eso de que somos los ingleses de América Latina, creo que nos faltó algo clave para realmente serlos.
Resulta que Carlos (hoy el rey Carlos III) y la hija del embajador de Chile en U.K. fueron pololos por un buen tiempo. Se imaginan a doña Lucía Santa Cruz, convertida en reina consorte. Entonces el apelativo de ingleses lo tendríamos más que merecido.