La última estación. Por Luis Marcó

por La Nueva Mirada

“…silba el vibrante tren
del fin del mundo
como
si
se despidiera
y se fuera a caer donde
termina
el espacio terrestre”.

Pablo Neruda. Oda a los trenes del sur.

Al borde del río Moskova, frente a la reconstruida catedral de Moscú y muy cerca del Kremlin, existe todavía un enorme complejo residencial que los rusos conocen como “el edificio gris”. La construcción de aspecto lúgubre y sin mayores ornamentos, edificada en 1927, albergó a la cúpula de funcionarios y cercanos a Stalin. Los mismos rusos comentan, con bastante ironía, que muchos soñaban llegar ahí, dedicaban sus vidas a ese propósito…pero en ocasiones, al amparo de la oscuridad de la noche, familias completas eran conducidas a una puerta secreta para desaparecer sin dejar rastros. Los funcionarios más perspicaces, que ascendían por impulso de su propia carrera y sin poder evitarlo, debían aceptar con resignación la dudosa distinción de esta vivienda. En la psicosis de Stalin cualquiera podía caer en desgracia, demostrando que a veces estar en una posición de poder es más una maldición que un buen augurio. Para muchos, el “edificio gris” fue la última estación.

En la psicosis de Stalin cualquiera podía caer en desgracia, demostrando que a veces estar en una posición de poder es más una maldición que un buen augurio. Para muchos, el “edificio gris” fue la última estación.

Por estos días con el reciente cambio de gabinete efectuado por el Presidente Piñera parece inevitable evocar, en más de algún sentido, la historia infausta del edifico moscovita. Llegar a un ministerio durante un gobierno sin sustentación o apoyo ciudadano, considerando que la encuesta CADEM previa al cambio de ministros le daba “generosamente” al mandatario un respaldo de 12%, sugiere que el elenco entrante se acerca más al cierre de una carrera que a una aspiración presidencial. Algunos suponen un elaborado diseño en estos cambios, como Tomás Mosciatti que recalca que todos los nuevos ministros mantienen un nexo con Joaquín Lavín y que la estrategia de Piñera apuntaría a asegurar la sucesión para su sector. Para otros, este diseño estaría enfocado a acallar las disidencias tanto del ala liberal que encarna Desbordes, como el extremo derecho que abrazó Allamand. Ambas opciones, además, serían complementarias, lo que supondría de una gran maniobra política.

el elenco entrante se acerca más al cierre de una carrera que a una aspiración presidencial.

Lo anterior requeriría de un grado de elaboración y cálculo político que no ha sido precisamente la característica de ningún gobierno de Piñera. El cambio de gabinete, forzado por la insistencia de la UDI, es más funcional al interés de ese partido que a un aporte efectivo a un gobierno en crisis permanente. Esto explicaría la designación en Interior de un personaje del pinochetismo y amigo de Colonia Dignidad, como Víctor Pérez, en un momento donde la presión social no admite mucha ideología. Pese a ello el cambio de ministros puede contribuir transitoriamente a dar una sensación de orden en la derecha, aunque sigan los disensos liderados por Ossandón, Moreira y el propio Lavín.

requeriría de un grado de elaboración y cálculo político que no ha sido precisamente la característica de ningún gobierno de Piñera.

Esto explicaría la designación en Interior de un personaje del pinochetismo y amigo de Colonia Dignidad, como Víctor Pérez, en un momento donde la presión social no admite mucha ideología.

Tampoco parece que este gabinete generará un cambio en la distribución de poder en La Moneda. Para varios analistas una fórmula para recuperar la iniciativa aventuraba que Piñera abandonara la primera línea y la posibilidad de un Ministro del Interior que actuara como Primer Ministro. Hasta ahora no parece que el Presidente esté dispuesto a irse a los cuarteles de invierno, por el contrario, las últimas entrevistas indican que seguirá llevando el peso de la conducción del país. Por otro lado, Víctor Pérez no tiene el peso específico para ser el primus inter pares de ese diseño; con suerte será ministro de seguridad pública y poco más. ¿Puede ser sostenible ese esquema sin que se produzcan nuevos arrebatos del gremialismo?…una pregunta que queda abierta.

Hasta ahora no parece que el Presidente esté dispuesto a irse a los cuarteles de invierno

¿Puede ser sostenible ese esquema sin que se produzcan nuevos arrebatos del gremialismo?

Otro tema que empieza a aparecer es el cambio de “tono” del gobierno. Con un discurso reorientado a la seguridad y la condena a los actos de violencia, es un revival o segundo aire la política Chadwick-Ubilla. Ya se sabe dónde termina eso y los riesgos que conlleva. Una consecuencia adicional es que se vuelve imposible volver a un esquema dialogante, ya no caben más ministros tipo Blumel porque no será creíble. La definición de políticos duros implica haber quemado las naves con el limitado propósito de “reencantar” al electorado de derecha, reencantamiento que no tiene visos de despegar.

La desafección de la ciudadanía es profunda y, según la propia CADEM, más del 90% de la población piensa que su situación laboral será peor, si es que ya no lo es. El gobierno ha fracasado estrepitosamente en el manejo económico, al menos en lo que toca directamente al bolsillo de las personas y en el sostenimiento de un sinnúmero de pymes y empresas. Aun así la última cuenta presidencial sugiere que Piñera apostará todo a la reactivación económica. Paradojalmente el retiro del 10% de los fondos previsionales puede darle unos meses valiosos en esa línea al inyectar capital a la malograda economía y ablandar, al menos transitoriamente, el malestar social. El riesgo es que nuevamente el gobierno se entusiasme y se pase varias cuadras en aspectos tales como la adhesión activa de ministros a la campaña del rechazo; una vuelta a la mano dura en forma indiscriminada; o un intento forzado de avanzar en cierta normalidad en plena pandemia. Todo muy frágil y con escasa posibilidad de resiliencia ante lo imprevisto. El debut de Víctor Pérez con su viaje a la Araucanía y los graves incidentes que se desataron a continuación es un indicio de lo que puede instalarse.

El debut de Víctor Pérez con su viaje a la Araucanía y los graves incidentes que se desataron a continuación es un indicio de lo que puede instalarse.

La última estación, finalmente, podría llevarse lo poco que queda de gobierno. El Presidente Piñera, descapitalizado de adherentes y sin credibilidad, se encuentra inmerso en un declive solo compensado por un parlamentarismo de facto. Una situación compleja porque intentar anular al Congreso sin propuestas razonables solo profundizaría la ruptura del pacto social. Además, la línea de vida del gobierno está también dada por la emergencia sanitaria, porque nadie sabe qué puede pasar si volviera la normalidad. Encerrado en la impotencia, sin proyecto propio, La Moneda recurre a la UDI como tabla de salvación. Esto en el período que el gremialismo ve como se extingue su Constitución, cruje el modelo de administración de fondos de pensiones y se desordenan sus parlamentarios. Curioso panorama…curioso.

Encerrado en la impotencia, sin proyecto propio, La Moneda recurre a la UDI como tabla de salvación.

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