La Ultraderecha. Por Fernando Ávila

por La Nueva Mirada

Los crecientes niveles de concentración de los ingresos y la riqueza, con la consiguiente desigualdad social, a escala internacional, sumadas a la incapacidad de las fuerzas democráticas para impulsar reformas mayores al sistema (y no modelo) capitalista, contribuyen a que significativos sectores de la población tiendan a favorecer las posturas demagógicas, oportunistas y populistas (aquí sí corresponde el término) que expresan posiciones de ultraderecha y tendencias de corte fascista.

A partir del estallido social y luego del plebiscito constitucional en la derecha se ha replanteado una disputa por la hegemonía entre quienes están dispuestos a conceder algunas transformaciones y los más refractarios al cambio social, que manifiestan sectores como el encabezado por José Antonio Kast, de claro perfil fascista.

No obstante que en Chile estas posturas difícilmente logren aún un caudal suficiente para encender alarmas mayores sería un error considerarlo algo tolerable sólo en cuanto acentúe conflictos, abra grietas en la derecha y genere complicaciones a Chile Vamos.

Independientemente de la tolerancia mediática ha sido evidente en el último tiempo el resurgimiento público de grupos de corte fascista movilizados inicial y agresivamente a favor del rechazo, donde han coincidido simpatizantes del Partido Republicano, nostálgicos de la dictadura militar, algunos de ellos explícitamente identificados con los estandartes de Patria y Libertad.

Recientemente se conoció de la acción violenta de uno de estos grupos desplazados en 3 automóviles y 3 motocicletas para amedrentar con una carta amenazante a la vida de la fiscal Ximena Chong en su domicilio.

En los allanamientos posteriores a la denuncia, la Policía de Investigaciones detuvo a ocho individuos (incluida una mujer) que guardaban en sus domicilios una ametralladora UZI, cascos, chalecos antibalas con el logo de Patria y Libertad. Se les identificó inicialmente como un grupo de ultraderecha conocido como “La Vanguardia”, mientras otras indagaciones los relacionan con un movimiento de similar perfil denominado “Aún Tenemos Patria”.

No va a ser primera vez en la historia de la humanidad que grupos de corte facistoide escalen en sus propósitos de desquiciamiento social, al amparo de complacientes autoridades que hacen la vista gorda tal cual lo expresaron las declaraciones del Subsecretario de Interior Juan Francisco Galli quien sostuvo que “los utensilios que tenían no eran de gran importancia, salvo esta ametralladora UZI que es un arma prohibida”.

El rol activo de estos grupos – tratados coloquialmente por los grandes medios de comunicación – es funcional a un amedrentamiento social. Ya conocimos en nuestro país el desempeño de Patria y Libertad en tiempos del gobierno del Presidente Allende, acentuando violentamente – con protección y encubrimiento civil como uniformada – las tensiones políticas y sociales del país.

Su eventual desarrollo, hasta aquí, se tiende a considerar una anécdota menor. Sin embargo, en un contexto político y social complejo como incierto estas manifestaciones pueden, a lo menos, constituir un factor de perturbación mayor tal como ellos mismos lo aspiran concretar.

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