Las ganas de llamarme Domingo. Por Victoria Gallardo

por La Nueva Mirada

“Y el séptimo día descansó”, se dice en la Biblia de un Dios que los seis anteriores había estado inmerso en el trabajo de la creación. Por ahí por la época en que los trabajadores empezaron a pedir un día de no trabajo, el descanso dominical se fue incorporando en las legislaciones laborales de todo el mundo.

Esperamos con ansiedad ese día, supuestamente para estar en familia, descansar efectivamente, dedicarlo al deporte, la música, una artesanía, conversar con los hijos, pasear con la pareja, juntarnos con vecinos o amigos. Sin embargo, ese domingo de descanso, de solaz, de intimidad, ha pasado a ser nuevamente, una utopía para las mayorías.

El Domingo, para  los chilenos y chilenas promedio, quienes trabajan fuera del hogar, es el día del aseo a fondo, o el lavado, revisión de tareas de los hijos, compras del supermercado, la feria, etc. Lo más distinto es ir al Mall, a mirar vitrinas, a comer cuando hay plata o buscar la última oferta en las liquidaciones.

Así, el Domingo de nuestros días no tiene mucho de descanso, ni de vida familiar. Menos de espacios para los hobbys u otras actividades bienhechoras para el espíritu. Una vida laboral siempre recargada y tentada por el consumo. Sin mayor   descanso ni respiro, perdiendo el contacto con nosotros mismos.

El Domingo que en la canción era para “soñar que el mañana es más digno”, podría ser recuperado y sin dudas, nuestra salud mental mejoraría. Depende de nosotros, depende del país que elijamos ser al votar en el Plebiscito de Salida sobre la Nueva Constitución, depende también de la aprobación de las 40 horas laborales que ha propuesto el Gobierno.

Mientras tanto, ¿por qué no empezamos por proponernos algo para nosotros mismos el próximo Domingo?  A ver si recuperamos las ganas de ser un día a la semana en nuestras vidas.

Si no conoces la canción, aquí va el link:

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