Las primarias legales y sus coletazos

por La Nueva Mirada

Más de tres millones de ciudadano(a)s participaron en las recientes primarias legales (3.143.006) en donde el pacto de la izquierda (PC y Frente amplio), supero a la derecha por más de 400.000, añadiendo un nuevo motivo de preocupación al oficialismo acerca de sus posibilidades de proyectarse a futuro.

Ninguno de los candidatos a los que las encuestas daban como favoritos en los respectivos pactos se alzó con el triunfo. Gabriel Boric superó contundentemente a Jadue (que no alcanzó el 40% de las preferencias) en tanto que el autoproclamado independiente (ex DC) superaba a Joaquín Lavín por más de 15 puntos.

Entre otros efectos se percibe un elocuente cambio generacional. A diferencia de elecciones anteriores, los jóvenes entre 25 y 35 años superaron su participación en estas primarias, eligiendo un candidato presidencial de 35 años, mientras Sebastián Sichel, de 43, se imponía en Chile Vamos.

Quizás lo mas sorprendente fue el triunfo de Sichel – apoyado por sectores de Renovación Nacional (el sector más duro), la UDI y los llamados poderes fácticos, al decir de la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei – derrotando cómodamente al favorito y mediático Joaquín Lavín.

La derrota de Jadue parecía crecientemente posible luego de sucesivos errores no forzados en el ultimo tramo de la campaña. Lo ciertamente sorprendente fue la diferencia de más de 20 puntos, que no estaba en los cálculos de nadie. Y menos del PC.

Gabriel Boric hizo una campaña inteligente – sin comprarse la reiterada tesis de los 30 años, esgrimida por el PC pese a las contradicciones que le provocaba su propia participación en el segundo gobierno de Michelle Bachelet – con evidentes y efectivos gestos de apertura a militantes y simpatizantes del ámbito socialista. Claramente superó a su contendor con una franja televisiva novedosa y propositiva, reforzado por un más convocante y atractivo desempeño en los debates, manteniendo el fair – play con un oponente que pareció perder los estribos en la fase final de la campaña.

Así Boric terminó ganando contundentemente las primarias por méritos propios y gruesos errores de su contendor, sin ignorar que un importante porcentaje de la votación alcanzada por el candidato frenteamplista corresponde al tradicional electorado de la centroizquierda, ni descartar que, incluso, una franja limitada de independientes de centroderecha marcaran su preferencia como reacción al perfil “amenazante” de Jadue.

Lo efectivo es que con algo más de un millón de votos, Gabriel Boric aparece hoy con la primera opción para la carrera presidencial. El tiempo avanza, pero aún queda mucho paño por cortar para cantar victoria como lo advirtió el mismo Boric. Más allá de la resistencia de las derechas, la organización que agrupa y coordina la Lista del Pueblo anuncia su candidato (a) presidencial, junto con una lista parlamentaria que los represente. Sin resolverse que la nominación pueda recaer en el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, han afirmado que disputarán el voto de protesta que Boric busca canalizar con su postulación.

Sharp y JA Kast, algo más que meros “invitados de piedra”

Por su lado el flamante abanderado de Chile Vamos, Sebastián Sichel deberá enfrentar la competencia de José Antonio Kast, que intentará representar a la derecha dura, heredera del régimen militar y aún crítica de las debilidades que imputan a la fracasada administración de Sebastián Piñera.

Los dilemas y tragedias de la centroizquierda

Ciertamente, el triunfo de Gabriel Boric angosta las posibilidades para que la confundida centro izquierda levante una opción competitiva para enfrentar a los candidatos elegidos en las recientes primarias legales. Y aún la Unidad Constituyente (si es que subsiste como tal) no resuelve el tema del mecanismo democrático que demandan los patrocinantes de la opción presidencial de Paula Narváez.

Yasna Provoste ha anunciado para este día viernes un pronunciamiento al respecto y todo apunta a que proclamará su postulación presidencial, desahuciando el mecanismo de primarias convencionales o consulta ciudadana y apostando a que se “baje” la candidatura de Narváez, con la consiguiente fuga de votantes, tanto adherentes como militantes, o “forzando” una competencia en primera vuelta.

Las opiniones se dividen en la falange y también en el PPD. Al menos dos de los senadores de ese partido se han pronunciado por apoyar a Yasna Provoste como la “carta más competitiva de la centroizquierda”. Por su parte, el senador Jorge Pizarro, uno de los parlamentarios mas cercanos a Yasna Provoste no duda en responsabilizar al PS por esta situación, aun cuando la directiva de ese partido advirtió a la DC que su apuesta era lograr la unidad de toda la oposición. Intento que fracasó no tan solo por el veto comunista y de sectores del Frente Amplio, sino también por la negativa de la DC a una nueva alianza con el PC.

Frustrado, con bochorno incluido, el intento de sumarse a las primarias legales de la izquierda, el eje socialista (con apoyo de los renunciados postulantes presidenciales), apoyando a Paula Narváez, el perseverante aspirante radical Carlos Maldonado han insistido en que la única forma de llegar a una candidatura única de la centroizquierda es a través de un mecanismo democrático que la legitime. Y no parecen existir los espacios ni el tiempo para retroceder de esa postura.

El potencial quiebre de la centroizquierda no tan solo favorece las posibilidades de Gabriel Boric para capitalizar el electorado del espectro socialista, sino también implica una redefinición de las alianzas políticas de los últimos treinta años. Seria el fin de una etapa y se inauguraría (si es que ya no sucedió), un nuevo ciclo político.

Mas allá de las diferencias y matices a la vista, existe entre el ámbito del socialismo y el Frente Amplio un amplio campo de coincidencias ideológicas, políticas y programáticas. Gabriel Boric se ha esmerado en sus cercanías con una vertiente del socialismo histórico, manifestándose además claras coincidencias en los programas de gobierno propuestos por Paula Narváez y el ganador de las recientes primarias. De no mediar ciertos afanes hegemónicos y la aspiración de desplazar a la vieja guardia concertacionista (en rigor, en su mayoría en retirada), la convergencia entre ambos sectores debería ser un proceso natural.

Probablemente no se produzca aquello durante la primera vuelta presidencial, en donde todo pareciera apuntar a una virtual competencia de Narváez y Provoste, con sus respectivas listas parlamentarias. Un escenario algo forzado por las reticencias partidarias y acumulación de desaciertos políticos.

Resulta más que evidente que en segunda vuelta, los socialistas apoyarían al candidato que logre el objetivo. Falta conocer lo que comprometería el PDC.

Es más que difícil imaginar- aunque sobre el empeño- que Yasna Provoste o Paula Narváez puedan inscribir sus nombres en la papeleta de segunda vuelta. Tendrían que ganarle al candidato de la derecha. La diferencia es que si finalmente se impusiera la senadora Provoste – que pediría a su partido libertad de acción para hacer una campaña ciudadana – se transformaría en la alternativa frente a la izquierda.

 Resulta incierto un escenario marcado por la dispersión y división opositora. Con nuevos y viejos actores en competencia. Por la diestra, la postulación de José Antonio Kast en primera vuelta daña al candidato de Chile Vamos, al igual como podría suceder con un candidato o candidata de la Lista del pueblo, en el caso de Gabriel Boric. Y todo indica que, a nivel parlamentario, existirá mayor dispersión.

La gran interrogante es como se asegura la gobernabilidad futura del país. La limitada opción de Sichel estaría ciertamente condenada a un gobierno de minoría. Y cualquiera sea el candidato o candidata de oposición triunfante, deberá buscar alianzas para asegurar mayorías. Interrogantes para un escenario político y social ciertamente superado desde la pasada contienda presidencial.

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