«Fue posiblemente el vínculo más exitoso y deslumbrante entre una mujer y un hombre en toda la historia» (Sebag Montefiore, historiador, refiriéndose a Catalina la Grande y Potemkin)
Los días pasan y transcurren casi iguales, como hace un año, como el mes pasado, la semana, las horas…. Si no fuera por ciertos compromisos fijados en días determinados, costaría mucho, muchísimo saber en qué día de la semana estamos, qué decir del mes o el año. ¿Cómo narrarán los cronistas el 2020 y el 2021? Debatiéndome en esta filosofía de novata no muy adelantada, todos los temas sobre los que podía escribir me empezaron a parecer banales o demasiado trascendentes y mis dedos se dirigieron antes que mi mente hacia el tema de las y los amantes en la historia.
Tradicionalmente hablamos de LAS amantes… Rara vez nos referimos a LOS amantes, salvo en el caso que nos remitamos a los de Teruel o a Romeo y Julieta, es decir a una pareja de obsesionados enamorados, pero no a los hombres. El término ha sido utilizado en su origen y a través de los siglos para referirse a la mujer mantenida, aquella cuyos gastos son solventados por un hombre en posición acomodada, haciendo posible que ella esté a su disposición para brindarle placer sexual. Su rol puede variar entre el de amante o el de cortesana, dependiendo de la situación. Y hoy, la palabra amante se suele utilizar para referirse a la amante femenina de un hombre casado con otra mujer… rara vez, o con un tono de voz mucho más bajo, al amante varón de una mujer casada o soltera.
Las amantes más conocidas e investigadas desde un punto de vista histórico han sido las amantes reales de los monarcas europeos, por ejemplo, Diana de Poitiers, Barbara Villiers, Nell Gwyn, Madame de Pompadour, Madame de Montespán. Sin embargo, mantener una amante en Europa no quedaba limitado a la realeza y nobleza, sino que estaba difundido transversalmente. Ser una amante era una típica ocupación para una mujer joven que, si era afortunada, podía llegar a desposarse con su amante o algún otro hombre de posición social elevada.
En las cortes de Europa, especialmente en Versailles y Whitehall durante los siglos XVII y XVIII, una amante tenía mucho poder e influencia. Un rey podía tener numerosas amantes, pero tenía una «amante favorita» (en francés, «maîtresse en titre»), como, por ejemplo, Luis XV y Madame de Pompadour. Las amantes, tanto de Luis XV (especialmente Madame de Pompadour) como de Carlos II ejercieron gran influencia sobre sus amantes, y a través de la relación contaron con acceso a información secreta. Además de mercaderes opulentos y reyes, también hubo papas como Alejandro VI (Rodrigo Borgia) que mantuvo amantes, la más conocida fue Vanozza de Catanei, madre de sus hijos, pero también lo fue la bella Giulia Farnesio, violando abiertamente los votos de celibato impuestos por la iglesia católica.
Entre los casos relevantes en la historia, destacamos a Catalina la Grande quien tuvo a varios amantes durante su reinado; sin embargo, al igual que muchas mujeres poderosas de su tiempo, eligió no compartir su poder con un esposo, prefiriendo mantener para sí el poder absoluto.
Catalina tuvo como amantes al chambelán ruso Serguéi Saltykov, que se cree sería el verdadero padre de Pablo I, al diplomático Charles Hanbury Williams, a Estanislao Poniatowski, que luego se convertiría en rey de Polonia, y a un antiguo cosaco, Gregorio Orlov quien fue le presentó a Gregorio Potemkin, su amante por más de 29 años y probablemente el estadista y militar más destacado en los tres siglos de dominio Romanov. Ambos se conocieron cuando Catalina tenía 33 años y ya era emperatriz y Potemkin, tenía 23 y era un modesto subteniente de la Guardia Imperial con ciertos dotes de bailarín, cantante y comediante.
Potemkin deslumbró a Catalina no solo por sus dotes culturales sino porque sabía griego, había estudiado teología y culturas indígenas rusas, era un hábil consejero y, según dicen algunos historiadores, estaba «bien dotado» para el sexo.
«Era un amor mutuo y apasionado. Él tuvo la inteligencia de no permitir que se le subieran los humos», describe Samper Pizano, refiriéndose a la relación de Catalina y Potemkin.
Según varios expertos, Catalina era difícil de satisfacer sexualmente, por lo que el mismo Potemkin le conseguía amantes sustitutos cuando él no estaba disponible.
Por otro lado, la reina Victoria, pese a su fama de puritana y enamorada perpetua de su marido el príncipe Alberto, mantuvo al menos dos hombres muy cerca de su vida íntima: al escocés John Brown que llegó a tener tal grado de cercanía e influencia en su quehacer, que se rumoreó se habría casado en secreto con él. Los sirvientes de palacio la apodaron por ello Mrs. Brown y, luego de su muerte, que nuevamente fue vivida en gran duelo, se relacionó con el indio Karim Abdul que fue entregado por India como un regalo en el jubileo de su reinado y que la acompañó hasta su muerte, luego de la cual la familia real borró todo rastro de su presencia en Inglaterra, enviándolo de regreso a India con una pensión.
Según los historiadores, la familia de Victoria y el personal de palacio mostraron prejuicios raciales y sociales, que se agravaron con los celos a medida que Victoria se acercó más a Karim y le permitió privilegios como viajar con ella por Europa, concediéndole títulos y honores.
Ella ya tenía casi 80 años de edad. Victoria escribió que su primera impresión del apuesto Karim fue que él era «alto y con un magnífico semblante serio».
En la literatura, la obra El amante de Lady Chatterley de D. H. Lawrence presenta una situación en la cual una mujer se convierte en amante del guardafauna de su esposo. Hasta fecha muy reciente, la situación en que una mujer tomaba un amante de una clase social inferior a la de ella era considerada mucho más escandalosa que la situación inversa.
Sin embargo, fueron muchas fueron las mujeres que lograron fama y fortuna en su calidad de amantes de reyes y hombres notables. Sobre ellas se podría escribir libros y de hecho se han escrito. Para esta crónica solo mencionaré de entre ellas a dos notables: Lola Montez, condesa de Landsfeld, bailarina y actriz nacida en Irlanda que se hizo célebre como bailarina exótica, cortesana y amante de Luis I de Baviera y Teresa Cabarrús (Juana María Ignacia Teresa Cabarrús Galambert), también llamada Madame Tallien, dama española que fue amante y después esposa de Jean-Lambert Tallien ,conocida como Nuestra Señora de Termidor, en francés, Notre-Dame de Thermidor.
Lola Montez, poseedora de una belleza espectacular tuvo éxito como bailarina más por su físico que por su talento, y a que entre sus primeras relaciones estuvo Franz Liszt, quien la introdujo en el círculo de George Sand. Después de actuar en varias capitales europeas, se estableció en París.
Tras la muerte de uno de sus amantes en un duelo, se trasladó a Múnich, donde actuó en un teatro del que fue despedida por el dueño al ver su espectáculo. Ella, ofendida, fue a palacio a ver al rey Luis I de Baviera, para exigirle justicia. El rumor sostiene que el rey le preguntó en público si su cuerpo era obra de la Naturaleza o del Arte, a lo que la Montez contestó cogiendo unas tijeras y cortándose el vestido, mostrando sus pechos desnudos. Aquel mismo día salió de palacio con un contrato para actuar en el mejor teatro de Múnich y se convirtió en amante del rey.
A pesar de la oposición, Luis la convirtió en Condesa de Landsfeld, pero su pasión por ella y sus extravagancias, le costaron el desprestigio ante sus súbditos y tuvo que abdicar al trono. Lola, entonces, viajó al nuevo mundo donde, luego de múltiples aventuras, amantes y matrimonios, abrió un saloon, decorado con gran lujo, donde cada noche se daban cita los hombres influyentes de la zona y donde actuaba. Por fin, su espectáculo se convirtió en un éxito completo. Algunas cartas encontradas a la muerte de Lola demuestran que su idea real era dar un golpe de Estado para anexionarse California y llamarlo Lolaland.
En otro ámbito, Teresa Cabarrús (Juana María Ignacia Teresa Cabarrús Galambert), también llamada Madame Tallien fue una dama española, amante y después esposa de Jean-Lambert Tallien, conocida popularmente como Nuestra Señora de Termidor, en francés, Notre-Dame de Thermidor.
Teresa Cabarrús fue adorno de la buena sociedad parisina. Recibió en sus salones al general La Fayette, a los tres hermanos Lameth, a Félix Lepeletier de Saint-Fargeau, Antoine de Rivarol, Dominique de La Rochefoucauld, y Honoré Gabriel Riqueti, conde de Mirabeau. Formó parte del grupo llamado de las merveilleuses («maravillosas», en francés) junto con otras mujeres importantes de la época de la Revolución Francesa como Josefina de Beauharnais o Juliette Récamier.
Fue arrestada en horribles condiciones en el Castillo de Hâ, la prisión de Burdeos, por haber liberado a sospechosos girondinos. Es así que escribió a Jean-Lambert Tallien, para reclamar su libertad. Este, seducido por su belleza, la hizo liberar y se convirtió en su amante.
Intentando salvar las vidas de los demás, Teresa volvió a arriesgar la suya propia. Tras una orden firmada por Robespierre, Teresa es de nuevo detenida y encerrada en la Prisión de La Force Cuando fue condenada a muerte, una carta suya a Tallien (« Je meurs d’appartenir à un lâche. ») precipitó la caída de Robespierre y los hechos del 9 de Termidor.
Una vez liberada, Teresa es conocida como Notre-Dame de Thermidor, ya que esta revolución salva numerosas vidas. William Pitt (el Joven) declara que «esta mujer sería capaz de cerrar las puertas del infierno».
En otoño de 1798, Teresa y un rico financiero, Gabriel-Julien Ouvrard se conocen durante una cacería organizada en el Grosbois. A partir de esta fecha, a Teresa se la ve más en compañía de Ouvrard. Apenas seis meses después de su encuentro, este le ofrece un hôtel particular cerca de la rue de Babylone y la instala en el castillo de Raincy, que él alquila.
La vida de Teresa es larga y aventurera, pero el espacio de esta crónica no da para relatar todas sus anécdotas, es una de las mujeres apasionantes de la historia, pero hoy nos hemos limitado a dar un vistazo a las y los amantes de la historia y su influencia en el devenir del mundo. Nunca hay que minimizar la importancia, el tremendo poder de la pasión en las decisiones que cambian el destino del planeta.
2 comments
Muy buena investigación histórica. Seducción femenina. Abrazos
Excelente, un placer…un deleite…