“Leñador” Cuando el encierro también se encuentra en el exterior

por La Nueva Mirada

Por Tomás Vio Alliende

Para mi gusto la novela “Leñador” tiene uno de los mejores comienzos que he leído: “Combatí en una guerra, hace décadas en un archipiélago, y combatí en el cuadrilátero, hace años en las noches de la ciudad. Fracasé en las islas y en el ring. Me fui del país, buscando alejarme de todo, de la oscuridad, del pasado (…) Huí hasta llegar a los bosques de Yukón. Me recibieron en campamentos de leñadores. Hombres grandes y barbudos cuya lengua tosca gravitaba entre el inglés y el francés. Usaban herramientas tradicionales para talar pinos. Eran hombres rudos (…).

Para mi gusto la novela “Leñador” tiene uno de los mejores comienzos que he leído

De manera bastante concreta, el escritor estadounidense – argentino, radicado en Chile, Mike Wilson (1974), comienza un relato sublime -Premio de la Crítica 2014 y del Consejo Nacional de Cultura y Artes 2014-  que se centra en la figura de un aprendiz de leñador, sin nombre, que viaja lo más lejos que puede para olvidarse del mundo, para encerrarse en sí mismo y en la naturaleza, en el posible paraíso que le entrega Yukón, con su frío, agresividad a toda prueba, árboles enormes, y fauna salvaje.

La gracia de Wilson, autor de “El Púgil”, “Zombie” y “Ciencias Ocultas”, entre otros, es que construye la historia de “Leñador” de la misma forma que un almanaque donde el protagonista, en medio de sus vivencias, describe los utensilios y las costumbres de los leñadores, los árboles y todo lo que ve con mucho detalle. El texto invita a conocer inextenso el mundo que lo rodea. Ya desde un principio se sabe que el individuo peleó en una guerra y usó guantes de box. Se sabe que busca la paz de los bosques, de la naturaleza y también, que no tiene miedo de encontrar nuevos destinos. Lo que se va descubriendo a medida que avanza la obra es que lo que él realmente busca es encerrarse en el exterior, arrancar de la vida monótona de la ciudad, de la muchedumbre, de lo cotidiano. El supuesto paraíso, entonces, lo puede encontrar en los árboles, en los instrumentos que utiliza para cortarlos, en la variedad de sujetos con los que trabaja, que ofician como leñadores, y en la singularidad de lenguajes que todos ellos hablan.

lo que él realmente busca es encerrarse en el exterior, arrancar de la vida monótona de la ciudad, de la muchedumbre, de lo cotidiano.

Wilson ha señalado que para escribir la obra se inspiró en su padre que trabajó en los bosques de Norteamérica, pero al leer el libro el lector se da cuenta de que el viaje es realmente personal y lo realiza el propio escritor con su mente, inspirado en lo que ha estudiado en enciclopedias sobre los paisajes, la flora y fauna de Yukón, con la idea permanente de huir, de destruir el pasado para construir un futuro nuevo.

Estos espacios de encierro exterior muestran también el conflicto que aparece con el paisaje, con el frío, los enfrentamientos directos con la fauna salvaje. En cada párrafo se percibe mucha calma, la quietud y la prosa certera de un individuo que parece escapar caminando de una bomba atómica, que espera sentado, y sin controversias, la llegada del destino, la aflicción de una enfermedad irreversible, el sentimiento de un dolor inmenso para, luego, darse cuenta de su soledad sintiendo “un vacío terrible y precioso”, como lo señala el propio protagonista en el libro.

Académico de la Facultad de Letras de la Universidad Católica de Chile, Wilson pensó que se retiraba de la ficción después de escribir “Leñador” (2013).  “Disfruto mucho escribir, me hace bien, es necesario. Pero el proceso que viene después, no tanto. El trabajo con las editoriales y la promoción en los medios no son situaciones en las que me siento muy cómodo”, dijo el autor en una entrevista.

Afortunadamente sus ganas de escribir y su cordial relación con Editorial Fiordo de Argentina, con la que últimamente ha publicado “Ártico” (2017) y “Ciencias Ocultas” (2019), lo han hecho volver a creer en la ficción. Al igual que los leñadores que buscan su destino cortando árboles en el gélido Yukón, Wilson, al parecer, avanza atento, sintiendo como el bosque invisible que construye en su interior, crece a pasos agigantados, dejando un legado de palabras y mensajes simplemente extraordinarios.

Afortunadamente sus ganas de escribir y su cordial relación con Editorial Fiordo de Argentina, con la que últimamente ha publicado “Ártico” (2017) y “Ciencias Ocultas” (2019), lo han hecho volver a creer en la ficción.

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