Abordamos este tema con ocasión del evento recién realizado, el Primer Encuentro Internacional de Literatura Negra y Fantástica, organizado por Letras de Chile, con el auspicio del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y el patrocinio del Centro de Estudios de Literatura Chilena -Celich- de la Facultad de Letras de la Universidad Católica. Este evento se efectuó por primera vez desde Chile de manera telemática y tuvo su componente internacional con la participación de los escritores más destacados de Latinoamérica y el Caribe, en este mes de junio, recién pasado.
En la narrativa chilena actual, pueden destacarse tendencias recientes que son reveladoras de cambios profundos, que con seguridad tendrán efectos importantes en el futuro próximo. Nos referimos a la literatura fantástica y la ciencia ficción, la novela policial o género negro, y a los microcuentos o microficción.
El género fantástico es un universo muy amplio, donde caben tipos de textos muy diversos por temática y forma, dirigidos a públicos heterogéneos. Incluso podemos llegar a no distinguir fronteras, siempre artificiales, ya que la literatura es una sola entidad, y si adherimos en esto a Jorge Luis Borges, es un solo libro, donde cada autor escribe una palabra.
Sin desconocer los antecedentes históricos más remotos del género fantástico en Chile, es necesario establecer que las referencias más relevantes se encuentran en un periodo reciente, que va desde la mitad del siglo XX y se proyecta al momento presente.
Antecedentes en Chile
La literatura fantástica en Chile tiene muchos antecedentes y cultores en el pasado, así como los posee en franca abundancia en la actualidad, especialmente en el ámbito de la ciencia ficción, como lo atestigua una serie de publicaciones recientes.
Durante el siglo XX, la ciencia ficción chilena transitó caminos dispares, siendo cultivada por numerosos escritores -desde Pedro Sienna a Ariel Dorfman- que realizaron una obra heterogénea y dispersa en temáticas y estilos. Un enjundioso estudio de Omar Vega, denominado “En la luna”, puede referenciarse a modo ilustrativo de esa amplia diversidad.

De este periodo sobresalen textos de política ficción y obras utópicas referidas a civilizaciones perdidas como la Atlántida o la Ciudad de los Césares, tópicos visitados en la década de 1930 por escritores como Manuel Rojas, Luis Enrique Délano, Fernando Alegría -quien publicó la antología Leyenda de la ciudad perdida– y Manuel Astica Fuentes, cuya novela Thimor abre esta línea temática en 1932.
Antes de los sesenta pueden encontrarse aportes como los de Juan Marín, Ernesto Silva Román, Alberto Edwards (que cultivó también el género policial en carácter de precursor), Pedro Sienna, Augusto D´Halmar y Manuel Astica Fuentes.
Un desarrollo más intenso
A partir de la década de 1950 y de la mano de la publicación de la novela Los altísimos (1959) de Hugo Correa, la ciencia ficción chilena inició su época más fructífera, contando con exponentes permanentes del género encabezados por el mismo Correa, quien ha sido incluido en numerosas antologías extranjeras y traducido a diversos idiomas.
A Hugo Correa se suman autores como Elena Aldunate, autora del volumen de cuentos “El señor de las mariposas” de 1967 y Antoine Montagne (Antonio Montero), autor de “Los Superhomos” (1963). Así se constituye una tríada fundamental de esta “época de oro”: Correa, Aldunate, Montero.

Surgen otros nombres en este periodo, entre los cuales podemos referir a Armando Menedín, Enrique Araya, Ilda Cádiz, Miguel Arteche, Carlos Raúl Sepúlveda, Máximo Carvajal, Raquel Jorodowski, Poli Délano, Jaime Valdivieso, Ariel Dorfman.
Nueva época

Tras un largo paréntesis que incluye el periodo de la dictadura militar, se abre un nuevo periodo con la publicación de la novela El ruido del Tiempo (1987) y de la colección de cuentos Puerta de escape (1991) de Claudio Jaque. Más adelante, la novela Flores para un cyborg (Premio del Consejo Nacional del Libro, 1996) de Diego Muñoz Valenzuela y la novela de Darío Oses 2010: Chile en llamas (1998). Flores para un cyborg fue publicada en España, Italia y Croacia, y forma parte de una trilogía con Las criaturas del cyborg (2010) y Ojos de Metal en (2014). Otros autores de la Generación del 80 han incursionado en el género en ocasiones; es el caso de Jaime Collyer, Pía Barros, Ramón Díaz Eterovic, Ana María del Río y Jorge Calvo.
Es preciso destacar como un especial hito la antología Años luz Años luz, mapa estelar de la ciencia ficción en Chile, la más reciente y completa antología del género confeccionada por Marcelo Novoa en 2006.
Impacto relevante tuvo la publicación de las novelas de Jorge Baradit, Ygdrasil (2005), Trinidad (2007), Synco (2008), entre otras. Así la literatura de fantástica tomó un nuevo impulso, que abrió el paso a una nueva etapa fascinante.
Alicia Fenieux ha destacado con varios libros del género, entre ellos Amor de clones (novela, 2016), que fue Premio Consejo Nacional del Libro, Futuro imperfecto (2014), Una vida encantadora (2017).

En cuanto a la fantasía pura o al terror propiamente tal, o, emergen también nombres relevantes, entre los cuales destaca Héctor Pinochet, autor de notables cuentos que debieron merecer más atención de la crítica y el público en su momento (“La Casa de Abadatti” y “El Hipódromo de Alicante”). En 2009 se publicó en Chile El hipódromo de Alicante, una notable colección de cuentos de Héctor Pinochet Ciudad, fallecido hace una década, un alto exponente de la literatura fantástica propiamente tal.
A los nombrados se suma una serie de autores entre los cuales mencionamos -sin pretender exhaustividad pues la lista es larga- a Sergio Meier, Francisco Ortega, Álvaro Bisama, Sergio Amira, Teobaldo Mercado, Luis Saavedra, Pablo Castro, Gabriel Mérida, Néstor Flores, Fabián Cortés, Armando Rosselot, Aldo Astete, Rodrigo Juri, Dan Guajars, Max Valdés, Soledad Véliz y Oscar Barrientos Bradasic. Y entre los más recientes, mencionamos por ejemplo a Michel Debb, Carlos Páez, Leonardo Espinoza, Joctán Záfira.
Proyecciones
En suma, tanto a través de las publicaciones crecientes del género, como de la presencia en páginas web especializadas o de letras en general, la literatura fantástica –liderada por la ciencia ficción- se muestra como una tendencia vigorosa que dejará huella, incorporando cada vez más cultores y lectores.
Ha surgido una gran cantidad de editoriales nuevas dedicadas al género, como Puerto de Escape bajo la conducción de Marcelo Novoa, gran estudioso y promotor del género. Y otras más tradicionales, pero que exploran el mundo de lo fantástico como Simplemente Editores, Austrobórea, Forja Editores, Áurea Ediciones, entre otras.
Asimismo, en distintos momentos han surgido importantes estudiosos entre los cuales cabe mencionar a Marcelo Novoa, Moisés Hasson, Roberto Pliscoff, Marisol Utreras, Omar Vega.
En suma, un balance auspicioso para literatura fantástica chilena, que se abre paso con decisión éxito entre los lectores, en especial entre los jóvenes.
Las distintas jornadas se pueden revisar por Facebook Live: https://www.facebook.com/CorpLetrasDeChile/.