A los sectores de derecha en la región el triunfo de Alberto Fernández en las recientes primarias argentinas no les sentó nada de bien. Hasta allí todo normal. Mal que mal era una victoria contra corriente de la ola conservadora que tendía a afianzarse en la región y que el propio Mauricio Macrí había inaugurado hace menos de cuatro años en la propia Argentina al vencer al candidato peronista Daniel Scioli. Se sumaría el triunfo de Sebastián Piñera en Chile, Pedro Pablo Kuczynski en Perú, Iván Duque en Colombia y la llegada al poder del ultraconservador Jair Bolsonaro en Brasil, luego de la destitución de Dilma Rousseff y la prisión para Inacio Lula da Silva con que la centro derecha le impidió competir en la pasada elección presidencial.
Los vientos habían cambiado y parecía inaugurarse un nuevo ciclo de gobiernos de derecha en América Latina.
Los vientos habían cambiado y parecía inaugurarse un nuevo ciclo de gobiernos de derecha en América Latina. Un ciclo que estos sectores avizoraban como largo y propicio no tan sólo para desestabilizar las experiencias socialistas que habían proliferado en la región (Cuba, Venezuela, Nicaragua) sino también rectificar el rumbo que habían impuesto gobiernos de coalición de centro izquierdas en Argentina, Brasil y Chile.
Pero nadie tiene clavada la rueda de la fortuna y el famoso nuevo ciclo de gobiernos de derecha amenaza con ser más bien corto.
Pero nadie tiene clavada la rueda de la fortuna y el famoso nuevo ciclo de gobiernos de derecha amenaza con ser más bien corto. En Argentina culmina con una enorme decepción acerca de la capacidad de Mauricio Macri para enderezar la economía de su país y retomar la senda del crecimiento. La herencia que deja es aún más gravosa que la antes marcada por Cristina Fernández. Pedro Pablo Kuczynski debió renunciar a la presidencia del Perú, acusado de actos de corrupción vinculados a la constructora brasileña Odebrecht, siendo reemplazado por Martín Vizcarra, que hoy enfrenta una seria crisis política que pudiera culminar con elecciones anticipadas. Iván Duque es rehén del uribismo y del ex mandatario Álvaro Uribe, que no ha dejado de cuestionar los términos del proceso de paz en ese país que hoy enfrenta serios problemas de gobernabilidad. Y el balance de los dos primeros dos años de gobierno de Sebastián Piñera y su promesa de “tiempos mejores” no es demasiado promisorio.
Y el balance de los dos primeros dos años de gobierno de Sebastián Piñera y su promesa de “tiempos mejores” no es demasiado promisorio.
Bolsonaro amenaza con un conflicto política y una posible salida de MERCOSUR en caso de que gane Alberto Fernández en Argentina
Pero Jair Bolsonaro y su destemplada reacción frente a la reciente victoria de Alberto Fernández en Argentina es un capítulo aparte. “La banda de Cristina Kirchner, que es la misma de Dilma Rousseff, Hugo Chávez, Fidel Castro, dio señales de vida” afirmó para referirse al resultado de las primarias argentinas. Y fue lo menos del brutal mandatario brasilero, no dudando en calificar a los peronistas de ladrones, “gentecilla de izquierda”, augurando que el Estado de Rio Grande, fronterizo con Argentina, podría convertirse en un nuevo Estado de Romaira, en referencia a la frontera norte, que ha recibido cientos de miles de refugiados venezolanos.
Y fue lo menos del brutal mandatario brasilero, no dudando en calificar a los peronistas de ladrones, “gentecilla de izquierda”, augurando que el Estado de Rio Grande, fronterizo con Argentina, podría convertirse en un nuevo Estado de Romaira, en referencia a la frontera norte, que ha recibido cientos de miles de refugiados venezolanos.
No contento con lo anterior ha solicitado a sus ministros y asesores un análisis de la participación en el MERCOSUR y su posible salida de la alianza comercial que lo une con Argentina, Uruguay y Paraguay, como ha amenazado su ministro de Economía, así como de las relaciones con una Argentina (que es su tercer socio comercial) que gobernaría la dupla Fernández-Fernández.
Es más que evidente que Bolsonaro y Fernández están en las antípodas políticas. Mientras uno representa la ultraderecha (homofóbica, xenófoba y racista, como lo ha descrito Alberto Fernández, respondiendo las descalificaciones de Bolsonaro), el otro, representaría el socialismo, la izquierda, el chavismo, el castro comunismo, del que tanto abomina Bolsonaro.
Como también lo es que las relaciones entre ambos países estarán marcadas por un conflicto permanente en la eventualidad más probable que Alberto Fernández sea elegido presidente en las elecciones de octubre.
Como también lo es que las relaciones entre ambos países estarán marcadas por un conflicto permanente en la eventualidad más probable que Alberto Fernández sea elegido presidente en las elecciones de octubre.
La incógnita pendiente es si finalmente las pasiones (que explican muchas irracionalidades) terminarán por imponerse a los intereses que unen a ambos países, con economías fuertemente interdependientes llevando, incluso, al colapso de MERCOSUR, con el cual, tras largas negociaciones, finalmente la Unión Europea acaba de suscribir un acuerdo comercial, pese a las reservas de algunos países respecto del gobierno de Bolsonaro y su desastrosa política de protección del medio ambiente.
Todo puede pasar en un gobierno presidido por Jair Bolsonaro, tal como lo han constatado dolorosamente no pocos de aquellos que lo votaron y con mayor razón quienes se mantienen en la oposición. No es casualidad que a pocos meses de asumir el poder haya perdido buena parte del apoyo inicial. Que tanto el Parlamento como el Poder Judicial denuncien intromisiones del poder Ejecutivo en sus ámbitos de competencia. Que cientos de miles de mujeres protagonicen jornadas de protesta en su contra, como la ocurrida recientemente en Brasilia. Y que busque designar a su propio hijo como embajador en EE.UU.
Todo puede pasar en un gobierno presidido por Jair Bolsonaro, tal como lo han constatado dolorosamente no pocos de aquellos que lo votaron y con mayor razón quienes se mantienen en la oposición.
Hoy amenaza con una guerra comercial a su vecino y tercer socio comercial en caso de que Alberto Fernández sea elegido Presidente. Y abandonar el MERCOSUR, optando por abrirse unilateralmente a los mercados internacionales, como sostuviera el Secretario de Comercio Exterior “discutiríamos la flexibilización de las normas del bloque, lo que permitiría que Brasil siguiera sólo y acabaría con el arancel externo común” amenazó.
Hoy amenaza con una guerra comercial a su vecino y tercer socio comercial en caso de que Alberto Fernández sea elegido Presidente.
Con la prudencia que lo caracteriza -también con firmeza para responder los ataques de Bolsonaro- Alberto Fernández ha buscado bajarle el perfil a la polémica, afirmando que no pretende “cerrar la política económica” en la eventualidad de ser elegido Presidente, como ha sugerido el mandatario brasileño.
Pero es más que evidente que no tan sólo las relaciones económicas y comerciales entre ambos países, sino también las políticas, serán más tensas y complejas entre dos gobiernos de signos muy opuestos.
Las nuevas definiciones a que obliga el nuevo escenario regional
En lo inmediato, a partir del desenlace de las próximas elecciones presidenciales del mes de octubre, no tan sólo Brasil y Argentina, sino el conjunto de países que integran MERCOSUR, deberán resolver acerca de su viabilidad futura y los esfuerzos de convergencia con la Alianza del Pacífico.
El conjunto de la región deberá resolver el futuro de PROSUR, la iniciativa propuesta por Sebastián Piñera para reemplazar UNASUR, que ha terminado como un modesto “foro”, con escasa viabilidad futura.
En lo inmediato, a partir del desenlace de las próximas elecciones presidenciales del mes de octubre, no tan sólo Brasil y Argentina, sino el conjunto de países que integran MERCOSUR, deberán resolver acerca de su viabilidad futura y los esfuerzos de convergencia con la Alianza del Pacífico.
El llamado “grupo de Lima” que ha protagonizado una ofensiva en contra del régimen de Maduro, deberá admitir importantes reformulaciones. Y no precisamente porque un eventual gobierno de Alberto Fernández tenga particulares simpatías o afinidades con el régimen chavista, al que ha descrito como no democrático, sino por una postura más cercana a la mantenida por el gobierno uruguayo, favorable a un acuerdo político para resolver una larga y profunda crisis, que aún puede terminar en tragedia.
Y no precisamente porque un eventual gobierno de Alberto Fernández tenga particulares simpatías o afinidades con el régimen chavista, al que ha descrito como no democrático, sino por una postura más cercana a la mantenida por el gobierno uruguayo, favorable a un acuerdo político para resolver una larga y profunda crisis, que aún puede terminar en tragedia.
Es más que obvio que el muy probable triunfo de Alberto Fernández en las próximas elecciones presidenciales en Argentina, contribuye a modificar el escenario geo político en la región, al que pudiera sumarse un nuevo triunfo del Frente Amplio en Uruguay y la también probable cuarta reelección consecutiva de Evo Morales en Bolivia.
Sin intentar ideologizar las relaciones internacionales, que son entre estados más que entre gobiernos. Una máxima que muchos mandatarios olvidan pensando que tienen clavada la rueda de la fortuna.
Un escenario marcada por crisis económicas y políticas que sacuden a la mayoría de los países de la región. En permanente evolución. Con vientos que cambian bruscamente de dirección y que obligan al extremo realismo y pragmatismo de sus gobernantes para buscar el camino de los acuerdos y la cooperación en la diversidad. Sin intentar ideologizar las relaciones internacionales, que son entre estados más que entre gobiernos. Una máxima que muchos mandatarios olvidan pensando que tienen clavada la rueda de la fortuna.