Los Alebrijes y Pedro Linares López. Sueño o delirio hecho realidad. Por Cristina Wormull Chiorrini

por La Nueva Mirada

Hay sueños que se hacen realidad, que se materializan aquí en el mundo que conocemos. Y al parecer eso es lo que ocurrió con los alebrijes: figuras insólitas y coloridas que, probablemente, sean uno de los símbolos más distintivos de la artesanía mexicana.

Suelo navegar muchas horas por las redes en busca de temas interesantes que de alguna forma animen la monotonía de estos días pandémicos, siempre iguales, donde es fácil olvidar en qué día de la semana uno se encuentra y olvidar también el mes, el año y si es que uno está vivo o apenas sobrevive como los animales en cautiverio, sin más norte que comer y dormir y, quizás, existir un día más, solo por instinto.

Y en uno de esos recorridos, tropecé de forma brusca, tanto que creí me costaría un porrazo, con un doodle de Google (notable la rima, la poesía de este juego de palabras tecnológicas) que representaba algo así como un dragón, un animal fantástico, una quimera, un sueño delirante.  Y como soy curiosa, me introduje en él para averiguar de qué se trataba, qué conmemoraba internet con una figura tan particular y, oh, sorpresa, supe que refería a Pedro Linares López, un artesano cartonero de México con gran experiencia en la fabricación de “Judas” (las figuras de cartón que se queman con gran pirotecnia en las fiestas religiosas de semana santa en México) y que habría cumplido por esta fecha la friolera de 115 años.

Y la curiosidad me llevó a investigar estas figuras que si bien nos son familiares y parecen haber estado siempre entre nosotros asumiendo que su origen se remonta a tiempos indígenas, a la cultura azteca, en realidad son la creación, la concreción del sueño, el delirio de este notable artesano que allá por 1936, en ciudad de México, a la edad de 30 años, producto de una úlcera gástrica, quedó en coma delirando y soñando un mundo fantástico.  Un soñar profundo en que se vio en un lugar apacible cubierto de nubes, rodeado de árboles, rocas y animales que no podía distinguir.

Soñaba, mientras su úlcera sangraba, pero él no sentía dolor, sino todo lo contrario, porque mientras caminaba, una calma extraordinaria y una felicidad inexplicable lo embargaban.  De pronto las nubes se transformaron en extraños y fabulosos animales desconocidos por Pedro y se vio rodeado de un burro con alas de mariposa, un gallo con cuernos de toro, un león con cabeza de águila y muchos otros que gritaban una solo palabra:  ¡Alebrijes! ¡alebrijes! ¡alebrijes! Pedro corrió espantado por un camino pedregoso y encontró a un hombre caminando tranquilamente y le pidió ayuda.  Pero este le indicó que no debía estar allí todavía y le señaló el camino por el que debía seguir.  Así llegó hasta una ventana estrecha a través de la cual salió y despertó en su velorio, donde su familia espantada vio cómo él se levantaba completamente curado…

Jorge Luis Borges escribió en el Manual de Zoología Fantástica: “Ignoramos el sentido del alebrije, como ignoramos el sentido del universo, pero algo hay en su imagen que concuerda con la imaginación de los hombres, y así el alebrije surge en distintas latitudes y edades. Es, por decirlo así, un monstruo necesario, no un monstruo efímero y casual como la quimera o el catoblepas”.

Pedro Linares López ya era muy conocido para ese entonces y recibía muchísimos encargos de “Judas” de personajes como Frida Kahlo o Diego Rivera, quien afirmaba que no había otro que pudiera realizar las figuras que a él le gustaban y solía pedir.

Pero desde su prodigiosa recuperación y tras el sueño vivido, Pedro se dedicó a moldear y pintar las criaturas oníricas que vio en su sueño para que otros pudieran conocerlas y muy pronto otros artesanos comenzaron a elaborar figuras que, en un principio fueron solo imitaciones de las de Linares, pero que con el tiempo se arraigaron como una nueva tradición artesanal que le brindó el honor de ser reconocido como el iniciador de los curiosos Alebrijes, especialmente notables en la zona de Oaxaca.

Si bien en un principio, Pedro realizó sus figuras en cartón pintado, cuentan que Linares, durante una visita a sus familiares mostró algunas de sus creaciones y un artesano que tallaba máscaras en madera de zempantle le sugirió crear sus figuras en madera con su técnica de trabajo y, él mismo comenzó a tallarlas y amplió las visiones de Pedro a iguanas transformadas en armadillos o dragones coloreados como el arcoiris. De esta forma los alebrijes se empezaron a construir en un material que garantizaba una gran durabilidad en el tiempo.

La aparición de los alebrijes hace poco menos de un siglo, inyectó nuevas energías a generaciones de artesanos que encontraron en la comercialización de su trabajo una fuente inmensa de ingresos que les permitió prosperar al alero de estas criaturas fantásticas creadas por Pedro Linares, aunque en la zona hay vestigios arqueológicos que demuestran que estos seres fantásticos, se llamen alebrijes o no, han existido entre los pobladores de los Valles Centrales desde el año 2300 a.C.  Según Elpidio Fabián Ojeda, miembro del Comité Comunitario de Artesanos Tilcajete, en Oaxaca: “Las figuras de barro y madera muestran que nuestros antepasados fueron los primeros en plasmar a los seres fantásticos en algo tangible”.

Es posible que  antiguamente los humanos hayan convivido  con los alebrijes, en este u otros mundos, como le ocurrió a Pedro Linares, o como en tantas leyendas que ocupan nuestra imaginación y que se hacen presente gracias al talento de los artesanos de Oaxaca donde un artista como Jacobo Ángeles afirma que él no es artesano ni artista y que  su oficio es el de tallar “nahuales”, conocidos en su pueblo como “tonas”, que según la cosmovisión zapoteca son animales que se asignan a los hombres desde su nacimiento, según el día y el año, marcando su vida e influyendo en esta hasta el fin de su existencia.

Populares nahuales en México

En realidad, hoy por hoy a nadie le importa cómo llegaron los alebrijes, estos se han convertido en criaturas fantásticas, animales propios de la cosmovisión indígena de los habitantes de Oaxaca por generaciones. El aspecto único de cada alebrije, hechos en el presente con madera de copal, árboles o arbustos que producen aceites y resinas aromáticas usados en la elaboración de inciensos, perfumes o remedios y el sello especial de cada artesano que continúa la tradición iniciada por Pedro Linares, hacen de estos animales fantásticos piezas únicas (no existen dos iguales) e inolvidables que provocan una atracción inevitable.

Sus colores son fuertes y originales porque como explica Jacobo Ángeles, reconocido maestro oaxaqueño creador de alebrijes,  “Si mezclamos la corteza del copal con cal obtenemos pintura negra. Si en vez de cal le ponemos bicarbonato la pintura es color marrón. Estos tres colores: amarillo, negro y marrón se utilizaron para pintar los códices en Mitla y Monte Albán, y para decorar, después, las iglesias de Santo Domingo de Guzmán y Tlacochahuaya”.

Sea como sea, el sueño de Pedro Linares y su milagrosa vuelta a la vida en pleno velorio, dando el susto de su vida a familiares y amigos, inició una tradición artesanal que perdura y evoluciona a través del tiempo y la creatividad de artistas de lo fantástico en México. ¿Cuántos tienen estos animales fantásticos en sus casas sin saber que son poseedores de un alebrije?

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2 comments

Ana María Alvarez vidal julio 1, 2021 - 1:37 pm

No conocía el origen de estos fantásticos animales! Si los conocía a ellos los cuales me parecen preciosos . Me fascina estimular mi imaginación , la fantasía en mi mente es inmensa!
Gracias Cristi, me encanto leerte!

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Maria+del+Pilar+Clemente julio 1, 2021 - 4:16 pm

Que maravillosa imaginación, rescate de raíces y sueños. Gracias, Cristina.

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