El reconocido autor del género del terror creó un universo con obras que se escapan de las típicas historias sobrenaturales protagonizadas por seres diabólicos y fantasmas. Sin escatimar en recursos narrativos, se atrevió a incluir en sus historias de horror elementos de ciencia ficción como aventuras en el espacio exterior, razas alienígenas y viajes en el tiempo.
La primera vez que escuché hablar de H. P. Lovecraft fue en un taller literario de verano que tomé antes de entrar a la universidad. Recuerdo que habíamos hecho un análisis de “Corazón de las tinieblas”, de Joseph Conrad y estábamos viendo “Apocalipsis ahora”, la película de Coppola que se inspiraba en ese libro. Después de terminada la película, una compañera levantó la mano y le dijo al profesor que ella valoraba la truculencia de Conrad y Coppola. También señaló que le gustaba el horror de Stephen King. El tallerista raudamente le contestó “Deberías leer a Lovecraft”. Todos los asistentes, bastante ignorantes en la materia, quedamos un poco sorprendidos. Recuerdo que esa vez volví a mi casa a revisar mis libros y enciclopedias (no tenía Internet entonces) y descubrí al escritor, al personaje. Después con el tiempo aparecieron con más claridad para mí sus libros y el verdadero terror inserto en ellos.
Howard Phillips Lovecraft (1890-1937), más conocido como H. P. Lovecraft, fue un gran autor de cuentos de terror y ciencia ficción. Innovo al crear mundos propios como “Los Mitos de Cthulhu”, que hasta el día de hoy no han perdido vigencia. Su obra se escapa de las típicas historias sobrenaturales protagonizadas por seres diabólicos y fantasmas, porque se atrevió a incluir elementos de ciencia ficción como aventuras en el espacio exterior, razas alienígenas y viajes en el tiempo.
El padre de Lovecraft murió cuando este era muy pequeño y su madre lo sobreprotegió intentando que no se relacionara con gente que ella consideraba de clase inferior. En 1921, cuando el autor contaba con 31 años, perdió a su madre lo que lo afectó profundamente. Luego, conoció a la escritora y comerciante Sonia Greene, con quien se casó y se fue a vivir a Nueva York. El matrimonio duró un par de años y fracasó. Tras sentir una profunda aversión por la vida neoyorquina, donde se acrecentó su racismo, Lovecraft volvió a su Providence natal donde vivió con sus tías hasta su muerte.
Lovecraft continuó intercambiando correspondencia con autores que conoció en Nueva York como Robert E. Howard, Robert Bloch, Clark Ashton Smith o August Derleth, para quienes trabajó como escritor fantasma. Con algunos de ellos formó lo que se denominó, posteriormente, el Círculo de Lovecraft, movimiento literario donde se intercambiaban ideas y temas vinculados a la llamada ficción extraña (weird fiction).
Hombre peculiar de aspecto y de acción, el escritor era conocido en su barrio de Providence por sus largos paseos nocturnos y su profunda sensación de soledad y frustración. En esos años desarrolló sus obras más representativas como “La llamada de Cthulhu”(1926), “En las montañas de la locura”(1931) o “El caso de Charles Dexter Ward” (1941). Al igual que muchos talentosos escritores norteamericanos, no tuvo mucha suerte a la hora de publicar, salvo por la revista estadounidense Weird Tales de género pulp (papel barato). Lovecraft fue también poeta, ensayista y gran redactor de cartas. Se escribió con sus colegas de profesión, dejando una lista que llega a más de cien mil cartas. Mil de ellas fueron publicadas en cinco volúmenes por Arkham House, la editorial fundada por dos acérrimos seguidores de Lovecraft.
La gracia de Lovecraft, además del verdadero horror físico y psicológico que se respira en sus escritos, es su manera de escribir relamida y rebuscada con adjetivos como “numinoso”, “arcano” o “inmemorial”. Su tono fue siempre muy serio. Aunque han intentado copiarlo, no ha sido igualado, marcando una fuerte referencia a muchos escritores de terror.
Su extenso legado hasta el día de hoy ha llegado al cine, la literatura, el ensayo, los comics e incluso los juegos de mesa y videojuegos. Lovecraft es definitivamente -a pesar de su pánfila cara, propia de un empleado novato que visita por primera vez su empresa de trabajo-, el emperador del horror con una obra sólida que ha sido traducida a más de 25 idiomas. Todo un referente que apenas fue reconocido en vida. En 1937 falleció debido a un cáncer intestinal, inserto en la pobreza. El profesor del taller literario tenía razón, la obra de Lovecraft supera con creces el extenso e interminable curriculum de Stephen King, uno de sus discípulos que incluso ha escrito obras inspiradas en sus relatos. Quizás que habrá pasado con mi antigua compañera del curso en ese taller literario ¿Habrá seguido el camino de Lovecraft o se habrá conformado con los bestellers de King? Nunca lo sabré. A menos que me suba a una máquina del tiempo y como en un relato de H.P., viaje más de 30 años hacia el pasado.