Maduro y la izquierda chilena

por La Nueva Mirada

Por Marcelo Contreras N.

Se profundiza el aislamiento internacional a Nicolás Maduro, que angustiosamente intenta aferrase al poder con el apoyo de las FF.AA., cuyas cúpulas hasta ahora le son leales.

Juan Guaidó – cuyo gobierno virtual ha sido reconocido por Estados Unidos, Canadá, los países latinoamericanos que integran el llamado grupo de Lima y varios de los miembros de la Unión Europea – llama a las instituciones armadas para que retiren su apoyo al que califica como un régimen usurpador del poder y les ofrece, a cambio, una amnistía.

En tanto, en nuestro país, cuyo gobierno se apresuró para reconocer a Guaidó como Presidente encargado (sin tener mínimas garantías que podría ejercer un poder efectivo, como criticó el senador José Miguel Insulza), las posturas se confrontan entre el oficialismo y sectores de oposición, como al interior de la propia izquierda.

El rechazo del gobierno chileno a participar en el grupo de diálogo por Venezuela, argumentando que se trata de una instancia sin plazos ni condiciones previas, permitiéndole al régimen de Maduro ganar tiempo, ha generado nuevas críticas desde la oposición. La iniciativa liderada por Uruguay, México y Bolivia, con la participación de la Unión Europea, acentuó los cuestionamientos opositores que apuestan a una salida pacífica, con la pronta convocatoria a elecciones libres en Venezuela, temiendo que el conflicto derive en una confrontación armada, cuando no en una intervención militar, con la que especula y amenaza Donald Trump.

El rechazo del gobierno chileno a participar en el grupo de diálogo por Venezuela, argumentando que se trata de una instancia sin plazos ni condiciones previas, permitiéndole al régimen de Maduro ganar tiempo, ha generado nuevas críticas desde la oposición. La iniciativa liderada por Uruguay, México y Bolivia, con la participación de la Unión Europea, acentuó los cuestionamientos opositores que apuestan a una salida pacífica, con la pronta convocatoria a elecciones libres en Venezuela, temiendo que el conflicto derive en una confrontación armada, cuando no en una intervención militar, con la que especula y amenaza Donald Trump.

Las críticas y presiones públicas del gobierno y el oficialismo hacia la ex Presidenta y Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, por una mayor pro actividad en la crisis venezolana, a las que se ha sumado el propio grupo de Lima reunido en Otawa, Canadá, junto con desconocer los procedimientos del organismo internacional parecieran tener más que ver con objetivos de política doméstica y alineamientos ideológicos.

El gobierno de Maduro divide a la izquierda chilena

La revolución bolivariana, iniciada hace poco más de 20 años por Hugo Chávez, luego del verdadero derrumbe del sistema político venezolano, aún  mantiene apoyos en amplios sectores de la izquierda chilena y latinoamericana, sumando también fuertes críticos y detractores.

Las diversas posturas al interior del Frente Amplio sobre Venezuela tensionan al novel  conglomerado, cuestionando la propia existencia de su equipo de Política Internacional, disolviéndolo para que sean las propias directivas partidarias las que intenten consensuar una opinión al respecto.

En una reciente carta suscrita por dirigentes del Partido Comunista, la Directiva del PRO, dirigentes de partidos que integran el Frente Amplio (como nueva Democracia, el Movimiento Democrático Popular y el Partido Igualdad), sumado el senador Alejandro Navarro, verdadero estandarte del socialismo del siglo 21 en nuestro país, junto con recordar el imprudente respaldo del ex Presidente Lagos al fallido golpe de Estado en contra de Hugo Chávez, en abril del año 2002, denuncia al actual gobierno por su política de “subordinación a los intereses de Estados Unidos”, apoyando lo que califican como un intento de golpe de Estado con intervención extranjera.

El tema divide fuertemente al Frente Amplio, donde Beatriz Sánchez (ex abanderada presidencial) cuestiona el gobierno de Nicolás Maduro, como también lo hacen Gabriel Boric y dirigentes de RD, mientras Pamela Jiles, los principales voceros del Partido Humanista, el Movimiento Autonomista y otros cuestionan radicalmente esas posturas.

Las diversas posturas al interior del Frente Amplio sobre Venezuela tensionan al novel  conglomerado, cuestionando la propia existencia de su equipo de Política Internacional, disolviéndolo para que sean las propias directivas partidarias las que intenten consensuar una opinión al respecto.

En cualquier caso, incluso los sectores más críticos al chavismo dentro del Frente Amplio cuestionan abiertamente la decisión del gobierno de Sebastián Piñera de plegarse tempranamente a la estrategia diseñada por el Departamento de Estado norteamericano para desconocer la legitimidad del gobierno en ejercicio y reconocer a uno virtual como el de Guaidó.

Para muchos sectores que integran el Frente Amplio, al igual como sucede con Podemos de España y buena parte de esa nueva izquierda que sigue las tesis pos marxistas del filosofo argentino Ernesto Laclau y la filósofa belga  Chantal Mouffe, identificadas con el populismo de izquierda, el socialismo del siglo 21 fundado por Hugo Chávez se inscribe en esta corriente de pensamiento que intenta renovar a la izquierda y “radicalizar” la democracia.

Para muchos sectores que integran el Frente Amplio, al igual como sucede con Podemos de España y buena parte de esa nueva izquierda que sigue las tesis pos marxistas del filosofo argentino Ernesto Laclau y la filósofa belga Chantal Mouffe, identificadas con el populismo de izquierda, el socialismo del siglo 21 fundado por Hugo Chávez se inscribe en esta corriente de pensamiento que intenta renovar a la izquierda y “radicalizar” la democracia.

Con seguridad, no es esa la opinión del PC. Pese a que no pocos de sus dirigentes han debido reconocer que Venezuela vive una severa crisis económica, política, social y humanitaria, en donde se violan los Derechos Humanos, aún prima una cierta solidaridad con un gobierno que se autodefine como de izquierda y revolucionario. Similar a la que tradicionalmente mantuvo el Partido Comunista con el bloque socialista, incluso en los períodos más duros del estalinismo y que aún persiste en el caso de Cuba, con matices respecto de Nicaragua, Corea del Norte o China, extendiéndose hoy el gobierno de Maduro. Sobre todo frente al protagonismo del gobierno de Donald Trump en sus esfuerzos por desestabilizarlo.

En buena medida ese sentimiento de solidaridad con el régimen chavista y de abierto rechazo a la intervención norteamericana en la crisis, es compartido, de manera más o menos soterrada, por militantes de izquierda en una amplia gama, sin que necesariamente tengan mayores simpatías por Maduro o los incomode la profundidad de la crisis venezolana.

Son demasiadas las evidencias de autoritarismo, violencia, represión, corrupción e ineptitud que han conducido a Venezuela al verdadero desastre que hoy viven sus ciudadanos. Más de tres millones de exiliados, cientos de muertos por la represión, centenares de presos por supuestos delitos políticos, una inflación descontrolada, crisis humanitaria. Son evidencias demasiado contundentes como para intentar cerrar los ojos y negarlas, tal como lo hiciera un mayoritario sector de la derecha en nuestro país durante el régimen cívico militar, que continúa reivindicando actualmente su “legado”.

En estricto rigor, ningún chileno o chilena que se declaró opositor al régimen militar en nuestro país, sufrió los rigores de la represión, salió a la calle a protestar, defendiendo los derechos humanos y luchó por la recuperación de la democracia, podría apoyar a un régimen como el de Maduro. Tampoco sus descendientes o herederos. Por más que ese gobierno  se proclame de izquierda y aparezca como víctima de una agresión del imperialismo norteamericano.

Son demasiadas las evidencias de autoritarismo, violencia, represión, corrupción e ineptitud que han conducido a Venezuela al verdadero desastre que hoy viven sus ciudadanos. Más de tres millones de exiliados, cientos de muertos por la represión, centenares de presos por supuestos delitos políticos, una inflación descontrolada, crisis humanitaria. Son evidencias demasiado contundentes como para intentar cerrar los ojos y negarlas, tal como lo hiciera un mayoritario sector de la derecha en nuestro país durante el régimen cívico militar, que continúa reivindicando actualmente su “legado”.

La izquierda chilena hizo sus cuentas con la democracia y el irrestricto respeto a los derechos humanos en su larga y dura  lucha en contra de la dictadura. Un compromiso que no debiera reconocer fronteras ni admitir matices,

Como todo en la vida, las formas y procedimientos para honrarlo son esenciales. Y ello amerita todo un debate.

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