Por Fernando Villagrán C
Termina en estos días una exitosa gira por Chile. Ha vuelto a conmover con su piano en talentosas interpretaciones de sus apreciados Debussy, Bach y Soro.
Esta vez llegó con su cuarto disco, “Ecos y Resonancias”, dedicado a quien fuera su maestro en Francia, Claude Helffer (fallecido el 2004) y marcara decisivamente su trayectoria artística. María Paz Santibáñez se hizo cargo de salvaguardar lo que hoy considera un tesoro creativo, contenido en sus Cuadernos de análisis inéditos y transcribiendo también los diarios de vida de Helffer, como maestro, investigador, pianista e integrante de la Resistencia Francesa en tiempos del nazismo.
Esta vez llegó con su cuarto disco, “Ecos y Resonancias”, dedicado a quien fuera su maestro en Francia, Claude Helffer (fallecido el 2004) y marcara decisivamente su trayectoria artística.
“Ecos y Resonancias”, reúne obras de Claude Debussy y del contemporáneo chileno Miguel Farías, recibiendo ya la distinción de cinco estrellas por parte de Melómano de España y de otras distinguidas críticas como la de “Coup de coeur”.
La trayectoria y valoración internacional de la maestra de piano chilena se extiende por Europa y América Latina. Ella no se cansa de resaltar que en su infatigable desafío para vivir la música incidió, como en otros talentos nacionales, el gran maestro Cirilo Vila.
La trayectoria y valoración internacional de la maestra de piano chilena se extiende por Europa y América Latina. Ella no se cansa de resaltar que en su infatigable desafío para vivir la música incidió, como en otros talentos nacionales, el gran maestro Cirilo Vila.
Las visitas de María Paz Santibáñez a su país (nació en Viña del Mar) son frecuentes y la explicación de su larga residencia por décadas en Francia tiene que ver, ciertamente, con su valorada trayectoria musical – se desempeñó además como agregada cultural de Chile en París entre 2014 y 2018 – pero en sus orígenes muy juveniles está vinculada a un episodio, como tantos otros, insuficientemente asumido en la memoria nacional.
HACE 32 AÑOS, UN EPISODIO QUE MARCÓ FUTURO
Transcurría el 24 de septiembre de 1987. El dictador había resuelto designar como Rector Delegado de la intervenida Universidad de Chile al ingeniero comercial José Luis Federici, quién había transitado por diferentes cargos públicos, incluidos los ministerios de Transporte y luego Economía, desde comienzos del régimen cívico militar. Pinochet lo designó en la rectoría de nuestra principal casa de estudios para imponer una nueva “Racionalización”, léase reducir docentes y empleados, vender activos y también cerrar facultades de estudios, entre ellas la de Artes.
En la tarde de ese 24 de septiembre, hace 32 años, participaba de la protesta estudiantil, en las cercanías del Teatro Municipal, contra las medidas impulsadas por Federici.
Entonces, la joven María Paz Santibáñez, de 19 años, cursaba el segundo año de Licenciatura mención Piano – niña había ingresado al Conservatorio de la misma universidad, en su etapa básica, teniendo como gran maestro a su profesor Galvarino Mendoza- perteneciente a esa facultad amenazada de extinción por la dictadura. En la tarde de ese 24 de septiembre, hace 32 años, participaba de la protesta estudiantil, en las cercanías del Teatro Municipal, contra las medidas impulsadas por Federici.
Comenzó la habitual represión policial. El carabinero Orlando Tomás Sotomayor disparó de frente, con su arma de servicio a María Paz. Transcurrieron entonces dramáticos 18 días de angustia hasta el respiro sobreviviente de la joven que había protestado, dibujando un muro en defensa de su casa de estudios.
El tiempo pasa y la memoria suele ser frágil. Las nuevas generaciones han escuchado de tiempos borrascosos y represión criminal, experimentando también la que no ha desaparecido con el retorno a la democracia, entonces congelada en tiempos que marcarían el futuro de María Paz Santibáñez.
Transcurrieron entonces dramáticos 18 días de angustia hasta el respiro sobreviviente de la joven que había protestado, dibujando un muro en defensa de su casa de estudios.
Valga recordar un contrasentido tan deplorable como habitual en aquellos tiempos, la joven baleada permanecería hospitalizada en calidad de detenida, mientras el que disparó fue protegido, nunca dado de baja y después de 7 años recibió una condena, por cierto remitida, de 61 días.
María Paz Santibáñez debió salir del país, recibió un tratamiento médico de excelencia que le permitió recuperar vida y música. Pudo volver a Chile tres años después – Federici ya era parte del negro pasado en la violada Universidad – y descubría que su futuro artístico estaba fuera de nuestras fronteras, aunque jamás dejaría de ser chilena. Se pudo titular en su país una década después de lo debido.
Tuvo el valor y talento para derrotar la cultura de la muerte que experimentó en aquellos años juveniles. Su energía creadora conmueve y alienta la resonancia virtuosa de su piano, de la música que sigue viviendo y amando.
Ha transitado un fecundo camino al andar de su creciente maestría. Visita con frecuencia Chile. Hace 2 años, a treinta de aquel episodio imborrable en la memoria de tantos, ofreció un más que emotivo concierto precisamente en el Teatro Municipal.
Tuvo el valor y talento para derrotar la cultura de la muerte que experimentó en aquellos años juveniles. Su energía creadora conmueve y alienta la resonancia virtuosa de su piano, de la música que sigue viviendo y amando.
Vuelve a su país periódicamente, como lo ha hecho en las recientes semanas, brindando celebradas presentaciones.
En esta última visita celebró un nuevo cumpleaños.
Gracias a la vida. Gracias a María Paz Santibáñez.