Mauricio Macri y Sebastián Piñera. ¿En qué nos parecemos?

por La Nueva Mirada

Resultaría divertido si no fueran tan patéticos los esfuerzos del gobierno por tomar distancia y diferenciarse del derrotado Mauricio Macri y su gobierno, con el cual el propio Sebastián Piñera se preocupó de marcar sus afinidades y similitudes en un pasado demasiado reciente.

Resultaría divertido si no fueran tan patéticos los esfuerzos del gobierno por tomar distancia y diferenciarse del derrotado Mauricio Macri y su gobierno, con el cual el propio Sebastián Piñera se preocupó de marcar sus afinidades y similitudes en un pasado demasiado reciente.

Es más que evidente que la situación de Argentina no es extrapolable a la que vive nuestro país. En primer lugar porque Sebastián Piñera no heredó una crisis como la que recibió Macri, pese a sus múltiples esfuerzos por proyectar un escenario caótico, que nuestro mandatario ha insistido en adjudicar a “reformas estructurales mal diseñadas y peor implementadas” por el gobierno de Bachelet, que habían terminado por “descarrilar al país de la senda del crecimiento”. Las mismas que debería retrotraer para retomar esa senda.

Es más que evidente que la situación de Argentina no es extrapolable a la que vive nuestro país.

Argentina ha vivido sucesivas crisis económicas, incluido un default, con altas tasas de pobreza y desempleo, y una deuda externa que ha crecido exponencialmente en estos últimos años, en tanto que Chile registra un crecimiento sostenido en las décadas post dictadura, mejorando todos y cada uno de sus indicadores sociales, reduciendo la pobreza y la miseria, además de liderar por largos años el ingreso per cápita en la región.

Sin embargo, asumiendo esas importantes diferencias, las similitudes son más que evidentes (mortalmente parecidos). Tanto Mauricio Macri como  Sebastián Piñera vienen del mundo de los negocios, fueron presidentes de grandes empresas del fútbol y son millonarios. Ambos se reconocen como militantes de derecha o centro derecha y buscan aplicar recetas neoliberales para activar la economía. Comparten una misma visión acerca del rol del mercado. Y ambos llegaron al poder prometiendo “tiempos mejores” para sus respectivos países.

Tampoco el escenario político es el mismo. En contraste con una Argentina fuertemente polarizada en torno al macrismo y el peronismo (la grieta), con muy poco espacio a alternativas de centro o de izquierda. El escenario político chileno muestra un cuadro de fragmentación y fuerte división opositora, por más que los sectores progresistas, en su más amplia diversidad, cuenten con mayoría parlamentaria.

Sin embargo, asumiendo esas importantes diferencias, las similitudes son más que evidentes (mortalmente parecidos). Tanto Mauricio Macri como  Sebastián Piñera vienen del mundo de los negocios, fueron presidentes de grandes empresas del fútbol y son millonarios. Ambos se reconocen como militantes de derecha o centro derecha y buscan aplicar recetas neoliberales para activar la economía. Comparten una misma visión acerca del rol del mercado. Y ambos llegaron al poder prometiendo “tiempos mejores” para sus respectivos países.

La promesa de tiempos mejores, que sedujo a un volátil electorado está incumplida, con muy pocas posibilidades de lograrlo en lo que resta de mandato.

Y ninguno de los dos ha sido capaz de cumplir, hasta ahora, esa promesa. El gobierno de Mauricio Macri termina en un verdadero desastre económico, que el  sólido respaldo del Fondo Monetario Internacional no ha logrado evitar. Argentina vive una recesión económica importante, la pobreza se eleva a más del 34 %, y hoy se teme que el país pueda enfrentar un nuevo default.

No es el caso de Chile. Pero es más que evidente que el gobierno de Sebastián Piñera no ha logrado cumplir, hasta ahora, la promesa fundamental de su campaña, que le permitiera ganar en segunda vuelta con una amplia mayoría: retomar un ritmo de crecimiento sino impetuoso, al menos con el vigor para convertir a Chile en un país desarrollado en la próxima década.

La promesa de tiempos mejores, que sedujo a un volátil electorado está incumplida, con muy pocas posibilidades de lograrlo en lo que resta de mandato.

Ambos gobiernos defraudaron las expectativas que generaron. Y Macri ya recibió el voto de castigo de la ciudadanía. Algo que perfectamente podría ocurrir en nuestro país sino se revierte la actual situación.

La preocupación cunde en la derecha y el empresariado

La inquietud cunde no tan sólo al interior de la coalición oficialista, que ha elevado el tono de sus críticas por una errática y confusa gestión gubernamental que no logra fijar una agenda con prioridades claras. El propio adelantamiento de la carrera presidencial en la derecha es más que expresiva de la creciente inquietud que prende en las filas del oficialismo, acentuada ahora por los sorprendentes resultados de las primarias argentinas, que auguran el retorno opositor al poder. Una pesadilla inesperada para las esperanzas de Chile Vamos.

Una pesadilla inesperada para las esperanzas de Chile Vamos.

También los empresarios están inquietos, preocupados, e incluso molestos, no tan sólo por las decepcionantes tasas de crecimiento económico, que el gobierno atribuye enteramente a los efectos de la guerra comercial entre EE.UU. y China, la crisis económica de los países vecinos y la volatilidad de la economía mundial, sin asumir sus propias responsabilidades por una conducción económica sin demasiada iniciativa y creatividad para enfrentar estos avatares.

También los empresarios están inquietos, preocupados, e incluso molestos

El gran empresariado está inquieto por  la falta de avances  y resultados en la tramitación de las denominadas reformas emblemáticas impulsadas por el gobierno, Sostiene que el Ejecutivo ha hecho demasiadas concesiones a la oposición (al riesgo de desnaturalizar el sentido de las reformas), sin lograr resultados concretos. Tal como sucede con el proyecto de reforma tributaria y la propuesta de reintegración (el corazón de la reforma), que no tiene asegurada su aprobación parlamentaria. El proyecto de adaptabilidad o flexibilización laboral, que ha devenido en un debate sobre el acortamiento de la jornada laboral (propuesta por la diputada Camila Vallejos, que ha venido sumando apoyos incluso de parlamentarios de derecha), sin que esté asegurada la propuesta de flexibilización. O el propio debate acerca de la reforma previsional, en donde subsisten importantes diferencias entre el gobierno y la oposición.

Sostiene que el Ejecutivo ha hecho demasiadas concesiones a la oposición (al riesgo de desnaturalizar el sentido de las reformas), sin lograr resultados concretos.

¿Qué hacer con la agenda oficial?

El gobierno está plenamente consciente que los plazos se acortan. Pronto a cumplir la primera mitad de su mandato y a las puertas de entrar en un proceso electoral, el Ejecutivo, con bastante voluntarismo, busca forzar la aprobación de sus proyectos emblemáticos (reforma tributaria, previsional y laboral), sin renunciar a introducir en la agenda nuevas reformas en el plano institucional, social y de seguridad pública, con un marcado tinte neo liberal, sin tener asegurado su respaldo parlamentario.

Los dirigentes de Chile Vamos le representaron al gobierno su molestia e inquietud por la falta de coordinación con la coalición en el manejo de la agenda legislativa, enfatizando la necesidad de priorizar y gradualizar el envío de las reformas, para concentrarse en los proyectos emblemáticos y los llamados “temas ciudadanos” (seguridad pública, infancia y previsión).

Los dirigentes de Chile Vamos le representaron al gobierno su molestia e inquietud por la falta de coordinación con la coalición en el manejo de la agenda legislativa

Por su parte, el Ejecutivo ha llamado al orden y disciplina a los “díscolos” que reaparecen en su sector, intentando evitar las críticas públicas a la conducción política del gobierno, que han alcanzado a algunos de sus ministros (entre ellos al titular del Trabajo) y al propio mandatario, enfatizando la necesidad de postergar el debate sobre la carrera presidencial, para concentrarse en los desafíos políticos y la próxima elección municipal y de gobernadores regionales.

Por su parte, el Ejecutivo ha llamado al orden y disciplina a los “díscolos” que reaparecen en su sector

Por su parte, los sectores empresariales, que mantienen diálogo directo con el gobierno, se reunían con las autoridades de Hacienda para representar no tan sólo su molestia e inquietud por el curso que ha seguido el debate sobre reducción de la jornada laboral, que bien pudiera terminar con la aprobación del proyecto de reducción a 40 horas, propuesto por la diputada Camila Vallejos, sin incorporar el tema de la flexibilización, ampliamente resistido por los trabajadores, al igual de lo que sucede con la controvertida propuesta de “modernización” de la Dirección del Trabajo, que aparece como una muy radical reforma laboral encubierta, ampliamente lesiva de las conquistas y derechos de los trabajadores.

Más en el fondo, las preocupaciones empresariales apuntan a la necesidad de concentrarse en una agenda pro crecimiento, que no tan sólo incluya una política fiscal más expansiva, como la anunciada por el titular de Hacienda, sino también rebajas tributarias y flexibilización de las normas de aprobación medio ambiental para los proyectos de inversión.

Más en el fondo, las preocupaciones empresariales apuntan a la necesidad de concentrarse en una agenda pro crecimiento, que no tan sólo incluya una política fiscal más expansiva, como la anunciada por el titular de Hacienda, sino también rebajas tributarias y flexibilización de las normas de aprobación medio ambiental para los proyectos de inversión.

Sin lugar a dudas los empresarios comparten la preocupación de los sectores políticos de la derecha por los resultados de las recientes elecciones primarias en Argentina. No tan sólo aquellos empresarios que mantienen inversiones por más de 18.000 millones de dólares en ese país y que han sido fuertemente impactados por la baja bursátil y la depreciación monetaria, tras conocer los resultados que marcan el ocaso de Macri.

No tan sólo aquellos empresarios que mantienen inversiones por más de 18.000 millones de dólares en ese país y que han sido fuertemente impactados por la baja bursátil y la depreciación monetaria, tras conocer los resultados que marcan el ocaso de Macri.

También por los efectos económicos y políticos que estos resultados puedan tener para el país. No son pocos los empresarios chilenos que sienten que Sebastián Piñera dilapidó buena parte del llamado “período de gracia”, sin decidirse a desplegar la agenda más sustantiva de su programa de gobierno y sienten que el Ejecutivo se ha manejado con escasa habilidad y  destreza en sus esfuerzos por viabilizar su agenda legislativa.

Estos temas han sido ventilados privada y públicamente por dirigentes empresariales, no siempre guardando las formas o lealtad debida al gobierno que contribuyeron a elegir, o algunas debidas consideraciones a representantes de la oposición.

Por cierto, comparten con Chile Vamos, la necesidad de priorizar y gradualizar la agenda, concentrándose en los temas de crecimiento económico.

Estos temas han sido ventilados privada y públicamente por dirigentes empresariales, no siempre guardando las formas o lealtad debida al gobierno que contribuyeron a elegir, o algunas debidas consideraciones a representantes de la oposición.

Parecen acentuarse las inquietudes respecto del balance de los gobiernos de la región y la volatilidad de los electorados ante tropiezos que se manifiestan no solo en Argentina. El ruido que inquieta a la corta administración de Bolsonaro es otra señal del mismo fenómeno.

Pero hoy cobran mayor urgencia y relevancia en relación a un gobierno que ha mostrado graves deficiencias de gestión política y económica, proyectando más de una duda acerca de su proyección futura. Y ninguna de las alternativas posibles (incluida la del inquietante José Antonio Kast) aparece como muy deseable para estos sectores.

Parecen acentuarse las inquietudes respecto del balance de los gobiernos de la región y la volatilidad de los electorados ante tropiezos que se manifiestan no solo en Argentina. El ruido que inquieta a la corta administración de Bolsonaro es otra señal del mismo fenómeno.

Lo que ocurre allende Los Andes no quita el sueño sólo al íntimo amigo del contundido Mauricio Macri.

Argentina inquieta por el eventual retorno de una administración de centro izquierda. Algo que se puede reiterar en Uruguay si el Frente Amplio gana la segunda vuelta. Al parecer Evo Morales conquistará un cuarto mandato. Es en ese contexto que oficialistas y opositores alimentan expectativas para la segunda mitad de la administración de Piñera.

Lo que ocurre allende Los Andes no quita el sueño sólo al íntimo amigo del contundido Mauricio Macri.

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