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Ya me he cambiado varias veces de nombre
para huir de la cárcel y del manicomio.
Ahora soy felizmente de tez negra por obra
y gracia del espíritu santo.
Creo que hay que eliminar las penitencias
de aquellos sencillos pecados veniales.
También las antiguas fronteras que nos separan
de nuestros hermanos.
Voy a mantener mi doble nacionalidad.
Volveré a agitar la bandera blanca de la paz
y me cambiaré de sexo para burlar a la muerte.