“Mi maestro el pulpo” Enseñanzas desde el bosque de algas. Por Tomás Vio Alliende

por La Nueva Mirada

Vapuleado y repudiado en las redes sociales nacionales por haberle ganado al documental chileno “El Agente Topo” en la última entrega del Oscar, el filme sudafricano muestra la singular relación entre un hombre y un octópodo.

“Manoseado pulpo”, “Injusticia”, fueron algunas de las frases más comunes que se leyeron en Twitter después de que el documental sudafricano “Mi maestro el pulpo” le ganara a la producción chilena “El agente topo”, de Maite Alberdi, en la última entrega de los premios Oscar. Más allá del rostro de tristeza por perder la estatuilla dorada del protagonista del filme chileno, Sergio Chamy, ambas películas cuentan con méritos individuales. Si bien la cinta dirigida por Alberdi muestra con asertividad el abandono de muchos ancianos en el país, la vilipendiada película “Mi maestro el pulpo” tiene un valor propio que supera las barreras de un documental común y corriente. Se trata de un filme dirigido por Pippa Ehrlich y James Reed que cuenta con una fotografía submarina excepcional y da a conocer lo que le sucede al cineasta e investigador Craig Foster con un pulpo hembra en un bosque de algas en el mar sudafricano. La apuesta es alta, ya que se trata de una investigación extensa realizada en 2010 y que recién se pudo dar a conocer en 2020 con el apoyo de Netflix.

Motivado por un fuerte proceso personal, Foster comenzó a documentar el paisaje marino de Bahía Falsa, al lado de su casa, cerca de Ciudad del Cabo. Sumergido en el bosque de algas, descubrió un curioso pulpo hembra que le llamó la atención y poco a poco comenzaron a entablar una estrecha relación. Fue un proceso intenso, con visitas diarias compuestas de maravillosas imágenes que se convirtieron en el ambiente natural de Foster, en medio de una búsqueda personal forjada por el vínculo creado entre el hombre y el animal. Vale la pena destacar la experiencia de Foster en el tema marino y documental. Activo en la investigación desde el 2000, ha descubierto varios tipos distintos de camarones, incluso uno de ellos lleva su nombre (Heteromysis fosteri) y es también el cofundador de Sea Change Project, una organización que ayuda a las especies marinas.

¿Cuál podría ser la gracia del documental del pulpo? Más allá de todos los pergaminos mencionados anteriormente, lo que sustenta el documental es la búsqueda de la razón humana a través del conocimiento de un animal tan extraordinario como un pulpo común que muchas veces se puede observar adornando un plato de comida, sin que nadie conozca o se preocupe por su lucha por sobrevivir, sus efectos de camuflaje, desplazamientos, su relación con el resto de los habitantes marinos. He leído comentarios en medios sobre el documental que dicen: “Me faltó ver más al pulpo y me sobró la presencia de Foster”. Inevitablemente la película es sobre el cineasta, su visión del mundo submarino y cómo va cambiando y sobrellevando todo lo que le va pasando con el pulpo hembra. Hay un tema existencial de fondo, la relación con su hijo, el legado del octópodo, el fenómeno de un filme que protege el medioambiente. El bosque de algas se presenta en la película como un submundo magnífico y sorprendente, lleno de vida donde, al menos a mí, me provocaría quedarme varios días, buceando y conociendo los vaivenes de los peces, la vegetación, el avance de los depredadores y los cambios de un tremendo universo marino pleno de lugares inquietantes y desconocidos.

“Mucha gente me dice que un pulpo es como un extraterrestre. Lo extraño es que, mientras más te acercas a ellos te das cuenta de que somos similares en muchas formas”, dice Foster en uno de los pasajes de la película. Quizás ahí se encuentre la clave del documental. Son los animales quiénes con sus propias enseñanzas y pormenores, empatizan con el hombre y lo ayudan a encontrar el camino perdido. Pensando en “Mi maestro el pulpo”, no puedo dejar de recordar a “Umberto D” (1956), una hermosa película de Vittorio De Sica, donde un triste jubilado se aferra a la compañía de su pequeño perro. En su soledad y desesperación, el can, con su incondicional lealtad, salva al protagonista de la pena, el olvido y, por qué no, de las fauces del delirio.   

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1 comment

Cecilia Albala mayo 6, 2021 - 4:43 pm

¡¡Extraordinario!!!! le hace justicia al pulpo y devela el significado mas profundo del documental

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