“Mi perro Idiota” y el delirio de John Fante. Por Tomás Vio Alliende

por La Nueva Mirada

Esta pequeña novela, incluida en la publicación “Al oeste de Roma”, narra las peripecias de Henry Molise, un guionista fracasado que vive en la costa californiana junto a su familia. Su vida cambia cuando aparece en su casa un monstruoso y maleducado animal.

Hace ya poco más de dos años que escribí una reseña sobre John Fante en “La Mirada Semanal”. Esa vez me preocupé más que nada de su vida, su obra en general, de cómo sus escritos habían impactado en el escritor Charles Bukowski. Exponente del “realismo sucio”, Fante solo fue reconocido después de su muerte en 1983. De hecho “Mi perro idiota” se mantuvo inédita hasta 1985. Lo interesante de esta obra es la manera con que Fante narra y crea sus personajes, en especial el principal, su alter ego, Henry Molise, un escritor que de joven fue una promesa y que después se convirtió en guionista de Hollywood más que nada por dinero. Ahora tiene cincuenta y cinco años y está en crisis. Quiere escribir algo bueno y no puede. Para completar el cuadro, un perro monstruoso y de malas costumbres se mete en su casa y no tiene como sacarlo. Ahí empieza una historia llena de vaivenes que se asemeja mucho a la propia vida de Fante en Point Dume, con una familia desigual, con hijos aprovechadores que lo único que quieren es alejarse de sus padres, pero a la vez siguen dependiendo de ellos. Su mujer aguanta a duras penas el difícil carácter de Molise, mientras este último sueña con mandar todo al diablo y viajar a la Italia de sus ancestros. Por eso el título del libro “Al oeste de Roma” que cuenta con las historias “Mi perro idiota” y “La orgía”.

Ambientada en los años 60, “Mi perro Idiota” escudriña en lo más profundo de una familia norteamericana en decadencia, donde los límites de convivencia han sido sobrepasados por casi todos sus integrantes. La llegada del perro Idiota a la casa cambia las perspectivas. Incluso el propio Molise primero quiere deshacerse del can, pero después se arrepiente porque ve en él a un luchador capaz de enfrentarse con todos los perros del barrio. El introvertido e irascible animal se convierte en un escudo, una poderosa coraza que lo protege y que, a pesar de sus locuras, es capaz de defender sus debilidades como hombre.

“Yo necesitaba un perro. Simplificaba el círculo de mi vida. Estaba allí en el patio vivo y cordial, ocupando el lugar de otros perros que habían fallecido y estaban enterrados en el mismo sector por el que Idiota se movía. Alcanzaba a comprender aquello, que todos mis perros, vivos o muertos coincidieran en el mismo espacio. Tenía lógica”. Así lo señala Molise en uno de los pasajes del libro.

De manera tragicómica y también angustiosa, Fante va construyendo con talento una historia que desde un principio parece ir directo al despeñadero. Algunos soportan al perro, otros no. Sin embargo, Idiota, el gran animal de raza Akita, parece permanecer impávido y no entender las permanentes críticas que le hacen los que lo rodean.

En 1979 un periodista fue a la casa de Point Dume de Fante. El escritor estaba perdiendo la vista y se sorprendió por la visita porque no tenía la costumbre de ser entrevistado. El profesional de la prensa había ido porque quería conocer más de este escritor nombrado por Bukowski como una de sus principales influencias. Lo cierto es que Fante, de origen italiano y proveniente de una   familia muy pobre, escribió ocho novelas, entre ellas la famosa tetralogía de su alter ego, Arturo Bandini, un inexperto y joven escritor con más sueños que suerte.

Solo después de fallecer en un hospital, con algunas de sus extremidades amputadas producto de una avanzada diabetes y ciego, Fante logró alcanzar de manera póstuma, gracias a Bukowski y a su editor John Martin, el reconocimiento de la crítica y el público que casi siempre le fueron esquivos en vida. Cosas de la literatura.

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