El respaldo mayoritario del reciente Consejo Nacional del PDC a la aprobación que sus diputados José Miguel Ortiz y Pablo Lorenzini dieron a la idea de legislar la Reforma Tributaria propuesta por el gobierno, junto con ratificar el apoyo a las aceleradas negociaciones sostenidas por el actual timonel de la falange Fuad Chahín con los hombres clave del gabinete de Piñera, desnudó la fragilidad de los “mínimos comunes” recientemente firmados por el conjunto de los partidos opositores y acentúa las agudas tensiones que enfrenta este sector.
Un factor a continuar observando en la misma medida que los respaldos a la conducta de la directiva del PDC se sustentan, en gran medida, en la necesidad de fortalecer un perfil propio, con distinciones del resto opositor, acentuando un debate interno en la propia falange, con el precedente cercano de lo que significó la postulación presidencial de Carolina Goic.
No deja de ser elocuente el contrapunto entre la satisfacción de los grandes dirigentes empresariales y el radical cuestionamiento del prestigiado economista demócrata cristiano Ricardo Ffrench –Davis: “Las autoridades de gobierno han insistido mucho en que el corazón de la reforma apunta a apoyar las pyme, a impulsar el crecimiento y el empleo, pero la reintegración tributaria no es pro-inversión sino pro-distribución de utilidades que no se invierten, exactamente lo opuesto…..se enfatiza que entran 150 mil pymes…..bueno veamos cuánta plata les llega a ellos y cuánto a los grandes, porque puedes tener 100 mil pymes pero son más chicas en términos de venta, patrimonio y utilidades que las 20 más grandes. Lo que importa es la cantidad de plata”
En relación al ruido mediático provocado en el espectro político nacional por las tensiones inocultables acentuadas con la decisión de la directiva de la falange, valga consignar el nulo efecto que parece tener en la percepción ciudadana al evaluar la gestión del gobierno, como lo refleja la última medición de Cadem. Un dato a continuar observando, en la misma medida que los respaldos a la conducta de la directiva del PDC se sustentan, en gran medida, en la necesidad de fortalecer un perfil propio, distanciándose del resto opositor, con el precedente aún cercano de lo que significó la frustrada postulación presidencial de Carolina Goic.
Siempre existirán miradas diversas para evaluar las virtudes y complejidades del debate interno y posiciones encontradas al interior de las fuerzas políticas. Es un fenómeno real del que ninguno de los actuales conglomerados y sus partidos integrantes se puede declarar liberado (incluidos los disciplinados PC y la UDI). Sin embargo, valga aquí acudir al prontamente desgastado concepto de los “mínimos comunes” para observar el fenómeno interno que vive el PDC más allá de las apariencias y formalidades partidarias.
En cualquier caso el fenómeno actual al interior del PDC adquiere singularidades críticas cuando los mínimos comunes se ponen en cuestión desde los sectores más conservadores que aún se mantienen en las filas de la falange- no se puede ignorar los abandonos partidarios recientes de dirigentes históricos, entre ellos como Gutenberg Martínez, Soledad Alvear, Mariana Aylwin – expresándose con matices diferentes en dirigentes relevantes como ex presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle ó el ex timonel partidario Ignacio Walker.
La otrora principal fuerza política de la larga transición democrática ha experimentado un creciente deterioro más que evidente en su incidencia nacional, la que se manifiesta más allá de su representación electoral en el plano social, cultural e intelectual. Injusto sería reducir el citado deterioro a la falange, cuando la mayoría de los llamados partidos tradicionales experimentan crisis de representación en el contexto de un distanciamiento ciudadano, cuya evidencia mayor es la reducida participación electoral, más que inquietante para el desarrollo democrático del país.
En cualquier caso el fenómeno actual al interior del PDC adquiere singularidades críticas cuando los mínimos comunes se ponen en cuestión desde los sectores más conservadores que aún se mantienen en las filas de la falange – no se pueden ignorar los abandonos partidarios de dirigentes históricos, entre ellos Gutenberg Martínez, Soledad Alvear, Mariana Aylwin – expresándose con matices diferentes en dirigentes relevantes como el ex mandatario Eduardo Frei Ruiz Tagle ó el ex timonel partidario Ignacio Walker.
Las palabras hablan por sí solas. No se requiere de gran esfuerzo analítico para contrastar las de Walker con los abiertos cuestionamientos a la reciente gestión de Chahín, en su acuerdo con el gobierno, por parte de los diputados Víctor Torres, Raúl Soto y Mario Venegas, los senadores Francisco Huenchumilla, Yasna Provoste y Jorge Pizarro. También se sumó a los reparos una figura emblemática como Mariano Ruiz Esquide.
En reciente entrevista periodística, Walker ha felicitado la decisión de su directiva partidaria, enfatizando que la DC le acaba de comunicar al país que “no va a aceptar más el bullying y que sea ninguneada, tironeada, especialmente hacía la izquierda y desde la izquierda”…. “tienen que entender de una vez por todas que la DC nunca ha sido y nunca va a ser un partido de izquierda, y tienen que entender que si la siguen tironeando hacia la izquierda, lo único que vamos a hacer es seguir subsidiando a la derecha”.
El ex senador se preocupó también de resumir los efectos históricos de las disidencias internas: “Siempre ha habido dos o tres o más almas al interior de la DC. A fines de los años 60 eran los oficialistas, los rebeldes y los terceristas; los rebeldes terminaron como Mapu, los terceristas como IC y el partido subsistió a esos grandes quiebres. Después vino el quiebre con Adolfo Zaldívar. Los más de 20 partidos políticos de izquierda, incluida la ex Nueva Mayoría y ex Concertación, deben entender que la DC no es un partido de izquierda, eso es lo básico para empezar a conversar”. Para concluir adelantó una eventual fórmula para la redefinición partidaria:” Yo no le temo a que existan dos almas, tres almas en el partido en la medida en que logramos sostener una base común. Pero el tema es mucho más de fondo, tal vez llegó la hora de cambiarnos de nombre a Partido Demócrata de Centro (PDC)”.
Las palabras hablan por sí solas. No se requiere de gran esfuerzo analítico para contrastar las de Walker con los abiertos cuestionamientos a la reciente gestión de Chahín, en su acuerdo con el gobierno, por parte de los diputados Víctor Torres, Raúl Soto y Mario Venegas, los senadores Francisco Huenchumilla, Yasna Provoste y Jorge Pizarro. También se sumó a los reparos una figura histórica y emblemática como Mariano Ruiz Esquide.
El ruido interno en las filas falangistas se acrecienta cuando sus liderazgos regionales y locales prevalecen ante la ausencia de alguno de carácter nacional indiscutido. Algo que, ciertamente, complica a quienes aparecen como minoría dispersa. Tampoco parece percibirlo el optimista Ignacio Walker al comparar las discrepancias actuales con las históricas a que alude en tiempos pretéritos con líderes demócrata cristianos como Frei Montalva, Bernardo Leighton, el propio Patricio Aylwin ó Radomiro Tomic ( el mismo que dijo “cuando se gobierna con la derecha es la derecha la que gobierna”).
El ruido interno en las filas falangistas se acrecienta cuando sus liderazgos regionales y locales prevalecen ante la ausencia de alguno de carácter nacional indiscutido. Algo que, ciertamente, complica a quienes aparecen como minoría dispersa. Tampoco parece percibirlo el optimista Ignacio Walker al comparar las discrepancias actuales con las históricas a que alude en tiempos pretéritos con líderes demócrata cristianos como Frei Montalva, Bernardo Leighton, el propio Patricio Aylwin ó Radomiro Tomic ( el mismo que dijo “cuando se gobierna con la derecha es la derecha la que gobierna”).
Mediáticamente la fractura opositora intenta ser aprovechada por el oficialismo, con el ruido alimentado por los fuertes entredichos entre Chahín y la directiva comunista. Más allá de lo inevitable un ruido mediático no exento de caricaturas que poco favorece a las posturas de los sectores críticos a la directiva DC al interior de la falange.
Mediáticamente la fractura opositora intenta ser aprovechada por el oficialismo, con el ruido alimentado por los fuertes entredichos entre Chahín y la directiva comunista. Más allá de lo inevitable un ruido mediático no exento de caricaturas, que poco favorece a las posturas de los sectores críticos a la directiva DC al interior de la falange.
Más aún cuando las pretensiones del gobierno apuntan a viabilizar su compleja agenda legislativa en este año decisivo para su cuestionada gestión. En esa perspectiva el objetivo de nuevos acuerdos con la directiva de Chahín es más que evidente. No existen consensos al interior de la bancada DC en torno al tratamiento, en particular, de los contenidos del proyecto de modificación tributaria. Mucha agua está por correr bajo el puente parlamentario.
Más aún cuando las pretensiones del gobierno apuntan a viabilizar su compleja agenda legislativa en este año decisivo para su cuestionada gestión. En esa perspectiva el objetivo de nuevos acuerdos con la directiva de Chahín es más que evidente. No existen consensos al interior de la bancada DC en torno al tratamiento, en particular, de los contenidos del proyecto de modificación tributaria. Mucha agua está por correr bajo el puente parlamentario.
En cualquier caso el equipo político de La Moneda anotó un gol que añoraban celebrar en tiempos de tanta sequía legislativa. Uno suficiente para demostrar que los pretendidos avances en la unidad opositora tenían mucho de ruido y pocas nueces. Y que la crisis de la desacreditada Democracia Cristiana continúa en pleno desarrollo.
En cualquier caso el equipo político de La Moneda anotó un gol que añoraban celebrar en tiempos de tanta sequía legislativa. Uno suficiente para demostrar que los pretendidos avances en la unidad opositora tenían mucho de ruido y pocas nueces. Y que la crisis de la desacreditada Democracia Cristiana continúa en pleno desarrollo.
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[…] ¿Mínimos comunes en el PDC? Nuevo episodio de una larga … En cualquier caso el fenómeno actual al interior del PDC adquiere singularidades críticas cuando los mínimos comunes se ponen en cuestión desde los sectores más conservadores que aún se mantienen en las filas de la falange- no se puede ignorar los abandonos partidarios recientes de dirigentes históricos, entre ellos como Gutenberg … […]