En 1999 un reconocido sociólogo acuñó el término “modernidad líquida” para caracterizar el mundo actual. Apuntó a las turbulencias, lo inestable y lo transitorio, la plasticidad y lo informe de las relaciones sociales y la existencia en el presente. Tocó algún nervio receptivo, porque continuó explorando la misma tecla en Amor Líquido, Vida Líquida, Miedo Líquido, Tiempos Líquidos.
Tocó algún nervio receptivo, porque continuó explorando la misma tecla en Amor Líquido, Vida Líquida, Miedo Líquido, Tiempos Líquidos.
Habló gráficamente de lo transitorio de la vida actual, llamando la atención sobre la inestabilidad de todos los planos de la existencia. Producto de las innovaciones incesantes, los flujos financieros y los mercados desatados globalmente, y las redes sociales digitales, así como los movimientos poblacionales, señaló que se ha abierto una era histórica nueva. La llamada modernidad, enfocada en acumular conocimientos, predecir y controlar, abrió paso a una modernidad madura turbulenta, contingente e impredecible, de saberes efímeros. Recuerdo que otro sociólogo, a comienzos del siglo pasado, insistía en que el capitalismo produciría un ambiente estable y predecible para poder calcular las inversiones anticipadamente. Así como me acuerdo de otro que hablaba de la destrucción creativa del capitalismo moderno.
La llamada modernidad, enfocada en acumular conocimientos, predecir y controlar, abrió paso a una modernidad madura turbulenta, contingente e impredecible, de saberes efímeros.
La modernidad líquida transformó todo lo imaginado con anterioridad. El capitalismo global, financiero y tecnologizado, en aceleración constante, produjo un mundo contingente impredecible que convirtió el proceso de destrucción creativa en un baile de tortugas. La predicción ya no sirve, el control no funciona, el conocimiento se hace humo. Las premisas de todos los raciocinios quedan obsoletas no bien se establecen. La razón no puede operar sacando consecuencias como acostumbrábamos. (El inesperado Covid 19, también Trump y el emerger chino; las deducciones equivocadas de satisfacción social a partir del crecimiento del PB por cabeza…)
El capitalismo global, financiero y tecnologizado, en aceleración constante, produjo un mundo contingente impredecible que convirtió el proceso de destrucción creativa en un baile de tortugas.
Pero además de la transitoriedad, en el mundo líquido destaca la extrema plasticidad. Las formas devienen informes rápidamente, lo informe cuaja formalmente durante instantes. Debido a eso, la vida líquida desorienta más radicalmente que la simple incapacidad de predecir y saber cómo hacerle. La diferencia entre las clasificaciones y sus elementos se disuelve de manera constante. No es posible poner pie en tierra, no parece posible pensar racionalmente, no encontramos verdades.
Pero además de la transitoriedad, en el mundo líquido destaca la extrema plasticidad.
No es posible poner pie en tierra, no parece posible pensar racionalmente, no encontramos verdades.
Lo líquido desafía una manera nuestra esencial de ser, la terrestre. En el ambiente líquido ocurren rarezas que nos descolocan. Dos torrentes se encuentran, sumándose en Un torrente. Igual que dos corrientes marinas. ¿Cómo sumar? Un conjunto de redes sociales digitalizadas constituyen Una red. No tenemos por costumbre ser animales marinos, ni del mundo atmosférico. ¿Qué hacer con los raciocinios? (La transgénica, lo transgénero, la inteligencia humana artificial…)
No es solo que no podemos predecir y controlar. No sabemos cómo pensar. ¿Cómo, en medios hiper plásticos? Nuestro principal recurso es estabilizar y formalizar, pero es un reflejo adquirido en un mundo sólido ido.
Colofón constitucional. Constituye una tentación refleja proponernos estabilizar y formalizar al máximo el mundo futuro en la nueva constitución. Y asegurarnos de que la sociedad que viene tenga los atributos que nos parecen valiosos, e imprescindibles, hoy día. Pero quizá es mejor aceptar que no sabemos tanto. Oí al diputado Vlado Mirosevic invitando a hacer de la nueva constitución una plataforma habilitante para las inesperadas mayorías democráticas del futuro. Me suena.
Pero quizá es mejor aceptar que no sabemos tanto. Oí al diputado Vlado Mirosevic invitando a hacer de la nueva constitución una plataforma habilitante para las inesperadas mayorías democráticas del futuro. Me suena.