EL MUNDO DEL ESPECTÁCULO RESIENTE LA CRISIS
Cuando se escuchan las noticias de la crisis en nuestro gran vecino, en el contexto de una carrera presidencial más que incierta, las interrogantes sobre el futuro trasandino se acrecientan.
El imaginario colectivo, en condiciones de estrechez económica, se concentra en la cotidianeidad de sectores asalariados, cesantes de muy diverso origen y población que resiente masivamente su calidad de vida en una creciente estrechez. Un escenario más que inquietante cuando las promesas de campaña rebotan con la incredulidad alentada por el descrédito de los liderazgos en competencia.
En la reiteración de situaciones de crisis económica, como la que desvela a millones de nuestros vecinos allende Los Andes, la tendencia casi espontánea es asumir que existe una casta de famosos en el ámbito del espectáculo, el arte y la cultura que pueden eludir los períodos de vacas flacas. Ello ciertamente ocurre, pero cada vez de manera más excepcional para una disminuida elite.
Con una inflación desatada (que cerró el año pasado aproximándose al 50%) y una involución de la actividad económica a niveles impensados, tarifazos mediante, con cuestionadas medidas de “parche”, con tufo electoral, la industria del espectáculo no escapa del temporal. Es más que simple detectar el descenso en la ficción televisiva y los asientos vacíos en salas habitualmente repletas de un público más que fiel como el argentino.
En aquel contexto, el glamour se puede esconder en apariencias pero ello no alcanza para sostener un nivel de vida respaldado por los ahorros de períodos de vacas gordas. Y se hace más que evidente cuando los propios afectados, por sobre cualquier complejo de grandeza o falsa soberbia, lo hacen público y manifiesto.
Fue nada menos que el prestigiado y reconocido actor y humorista, Enrique Pinti, quién dio pié al surgimiento del “Tarasca gate”, traduciendo la evidencia que los famosos también lloran miseria. Aunque se esmeró en detallar el crecimiento sideral de sus gastos, incluidos los de salud, debió soportar las burlas provenientes de sus enemigos en el complejo e implacable ámbito de los artistas.
Otros famosos hicieron ver sus apretones financieros exponiéndose a la burla y escarnio de sus pares, no pocas veces aludiendo a sus preferencias políticas. Con todo, parece evidente el efecto de una recesión artística que toca a personajes tan respetados como Nacha Guevara. En definitiva es una industria más que se suma a las golpeadas por la crisis.
En el ámbito más masivo del espectáculo se ha extendido la queja de “famosos y mediáticos” inquietos por su futuro en un país cuesta abajo en la rodada. Algunos medios califican el fenómeno como un “recorte vip”, con inquietudes tan extendidas que, finalmente, tienen un efecto político en la coyuntura argentina.
Con todo es una expresión más de la crisis que incide en el debate público. Imposible eludirlo en las conversaciones de los argentinos en un período electoral. No todo puede ser calificado como resultado de una motivación política para cuestionar al oficialismo. Difícil caer en ese juego cuando alguien como Nazarena Vélez señala: “No estamos pasando un buen momento y todos lo sabemos. Por eso festejamos cada espectador que entra al teatro. Todos tenemos que salir a remarla desde hace un tiempo” señalaba la protagonista de “Verdades Mentirosas”, comedia que protagoniza junto a Adriana Salgueiro.
Algo parecido acotaba otra “famosa”, la hija de Moria Casán : “Tengo tres laburos y no llego a fin de mes”.
Imposible tapar el sol con un dedo. Aunque se trate de estrellas que intentan milagros en escena.