“Novela de ajedrez”: el eterno laberinto. Por Tomás Vio Alliende

por La Nueva Mirada

Fanático de los juegos de estrategia, el escritor vienés Stefan Zweig (1881 -1942) escribió “Novela de ajedrez” como una clara crítica al nazismo y a los métodos de la Gestapo que le tocó vivir en carne propia. El relato, considerado una obra maestra y publicado en 1941, narra la vida de Czentovic, un hombre de origen campesino, burdo e ignorante, que se convierte en campeón mundial de ajedrez. Durante un viaje en barco se enfrenta a un grupo de aficionados y a un enigmático señor B que logra empatarle un partido. Esta situación lo descoloca y hace que comience una vertiginosa lucha de poderes por quién sabe más o puede derrotar al otro. Se trata de una novela breve, de casi cien páginas, que no muestra las estrategias clásicas del juego como se podría interpretar por su nombre, pero que da a conocer cómo el ajedrez se convierte en un estilo de sobrevivencia para los protagonistas, en especial para el señor B, quien le relata al narrador que, antes de viajar en el barco, fue prisionero de los nazis. Dentro de su confinamiento en una pieza, lo único que pudo rescatar como lectura fue un manual de ajedrez que encontró por casualidad. Este texto lo mantuvo alerta en su presidio, estudiando e inventando de manera mental numerosos partidos y estrategias.

Este texto lo mantuvo alerta en su presidio, estudiando e inventando de manera mental numerosos partidos y estrategias.

Hijo de una acaudalada familia de origen judío, Zweig estudió filosofía y literatura en la Universidad de Viena. Desde muy joven escribió ensayos, ficción, incursionó en el periodismo e hizo diversas traducciones de obras de Verlaine y Baudelaire, entre otros autores. Participó en la Primera Guerra Mundial y, dada su situación acomodada, viajó por muchos países. Pese a sus orígenes, la religión judía no fue parte de su educación. Sin embargo, por sus ancestros, a partir de 1936 sus libros fueron prohibidos por el régimen nazi. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se fue a Francia y a Inglaterra, obteniendo la ciudadanía en este último país. Hombre de mundo, terminó sus días en Brasil, donde jugaba, al menos, una partida de ajedrez diaria. En 1942, el autor se suicidó junto a su mujer en Petrópolis, producto de sus constantes delirios de persecución provocados por el avance del nazismo. “Esto no se va a acabar nunca”, dijo poco antes de morir.

En 1942, el autor se suicidó junto a su mujer en Petrópolis, producto de sus constantes delirios de persecución provocados por el avance del nazismo. “Esto no se va a acabar nunca”, dijo poco antes de morir.

La obsesión de Zweig por la guerra queda reflejada en “Novela de ajedrez”, en la personalidad del señor B, posiblemente el alter ego del autor, un abogado afectado por el encierro, los malos tratos, las persecuciones de la Gestapo, las frustraciones y el dolor. A través de un tablero imaginario con sus piezas blancas y negras, el individuo trata de acercarse al mundo real. Si bien para el campeón mundial Czentovic, el ajedrez aparece como una destreza innata y un negocio lucrativo del que no va a dejar escapar ningún centavo, para el señor B el movimiento de los alfiles, peones y torres se ha convertido en una política de vida y subsistencia interna que le ha permitido mantenerse vivo a pesar de los avatares de la guerra. En el libro los traumas pasajeros de los protagonistas pueden convertirse en permanentes. Los personajes deambulan en medio de estrategias que se inscriben en el ajedrez como la perfecta respuesta a los problemas. Zweig tenía bien clara su posición dentro del juego y así la tuvo también frente al resto de sus obras:

“Solo un libro que se mantiene siempre, página tras página, sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento, me proporciona un perfecto deleite. Nueve de cada diez libros que caen en mis manos los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles que les quitan tensión y les restan dinamismo”, señaló el autor sobre su manera de escribir y sus gustos literarios. De acuerdo a los designios de Zweig, “Novela de ajedrez”

cumple con los tiempos y el espacio adecuado, sin descripciones narrativas excesivas y con una historia precisa que mantiene al lector alerta, esperando que las piezas avancen hasta la aparición de un desenlace inesperado que se define en la última línea.

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