El estreno del director David Albala en cine ficción con “Pacto de Fuga” se postergó por tres meses como una consecuencia más de los efectos del estallido social chileno. Algo inquietante para las expectativas cifradas en el cuidado y elaborado film que se sustenta en una prolija investigación de la fuga de 49 frentistas (FPMR) de la ex cárcel pública de Santiago hace 30 años, pocas semanas antes de la asunción al gobierno de Patricio Aylwin (marzo de 1990).
Así, el desafío para el film agregaba su coincidencia con los estrenos de los postulantes al Oscar que nutrieron los cines en las recientes semanas. Nada de aquello fue obstáculo para el éxito de taquilla de “Pacto de Fuga”, un antecedente que refuerza las expectativas del esperado trayecto internacional de una cinta que, con méritos de dirección, guion y puesta en escena, se suma al demandado y clásico ámbito de los films de fugas carcelarias a lo largo y ancho del planeta.
Los resultados de taquilla en las 79 pantallas que la exhibieron en nuestro país fueron más que elocuentes, alimentando el reiterado debate sobre las claves para convocar público (valga como referencia la superación al público conseguido por la muy publicitada y popular “Mi amigo Alexis”, en un perfil temático tan lejano, como el imbatible Kramer).
“Pacto de Fuga” no debe solo su éxito al contexto político y social que ha transformado la convivencia de los chilenos desde octubre de 2019, aunque no se pueda disociar en algún sentido con el foco de los espectadores. Con todo, tal como ha ocurrido con exitosas cintas de éxito internacional y premiadas con Oscar, como “Parásitos” y “Joker”, de grantaquilla en Chile, ciertamente el contenido de las historias narradas conectan con sensaciones ambientales sociales y culturales que desafían e inquietan al espectador, siempre bajo el imperio de un talento en su realización cinematográfica. Y, en esa línea ha transitado el impacto de “Pacto de Fuga”.
El sorpresivo éxito – para muchos de los críticos – del poco conocido director nacional David Albala, no tiene sólo que ver con atreverse con la historia de la mayor fuga carcelaria en nuestro país sino en su talento para capturar las claves para un relato cautivante, asumiendo que el final de la trama es algo conocido hasta para el público más desinformado.
Consigue perfilar a los protagonistas, más allá del compromiso colectivo y militante que los encierra en la antigua cárcel (consignemos el logro de ambientación del film), en la planificación matemática, de ingeniería y logística para la utópica fuga que captura la tensión del relato. En ese tránsito del espectador más que su simpatía con los protagonistas termina operando la tensión narrativa sostenida en la verosimilitud de los personajes y los sucesos, algo definitivamente dependiente de una aplicada investigación que condujo David Albala – valga asumir que el proceso de la película sumó más de dos años con todo lo que implica en materias de financiamiento, vínculos internacionales, distribución potencial, entre otros – con la asistencia más que fundamental de Rául Blanchet, uno de los que lideró la inédita fuga en 1990 (falleció en mayo de 2019).
La ambientación (locación en la antigua cárcel de La Serena) muy bien lograda y la banda musical, acierto en coincidencia con realizadores hoy en primera línea, como “Los Prisioneros” y Anita Tijoux, más los convincentes roles protagonizados, entre varios, por Benjamín Vicuña, Roberto Farías, Amparo Noguera, Víctor Montero y Francisca Gavilán, suman méritos a un “Pacto de Fuga” que llegó para sumarse, con mayúscula a la lista del buen cine nacional que surge para hacer historia en un continente fecundo en realizaciones que trascienden fronteras.
Amparo Noguera, Víctor Montero y Francisca Gavilán, suman méritos a un “Pacto de Fuga” que llegó para sumarse, con mayúscula a la lista del buen cine nacional que surge para hacer historia en un continente fecundo en realizaciones que trascienden fronteras.
David Albala y su elenco han aportado un estallido de buen cine.
