Por Jorge Ragal
Los curas expulsaron a los feligreses de los templos
para refugiarse en sus monasterios.
Los cazadores de conejos con gran pesar
lanzaron sus escopetas a los ríos.
Los viejos apostadores debieron sacrificar
a sus veloces galgos.
Los pilotos se vieron obligados a abandonar
sus máquinas en pleno vuelo.
Los jóvenes tomaron la sabia decisión
de ir a sembrar a los campos.
Los maestros continuaron con sus clases
manteniendo una prudente distancia.
Los doctores se enfermaron junto a sus pacientes
en los consultorios de los barrios.
Los sicarios volvieron con los bolsillos vacíos
a lo más profundo de sus cuevas.
Los soldados se apoderaron a sangre y fuego
de las morgues y los cementerios.
Los tarotistas quemaron sus cartas sagradas
que anunciaban un futuro esplendoroso.