Permanezco en el lugar de todas las ausencias,
en espera de ese alguien que se asoma y se aleja,
en medio del placer y la agonía.
Aunque nadie me entregue su señera esperanza,
permanezco.
Entre los copiosos días
y los desesperados arrepentimientos,
en las turbulentas precipitaciones
y los grandes olvidos,
aunque la muerte calcine lo querido,
permanezco.
(Permanezco, fragmento, Yolanda Lagos)
Cuando empecé a escribir esta nota, un tanto cansada por el tiempo confinada, las redes sociales estallaron con la noticia de la muerte de Ennio Morricone, un genio de la música que fue parte de nuestras vidas durante décadas. Engrosaba la larga lista de artistas que nos han dejado durante esta pandemia que nos tiene encerrados tras las paredes, distantes a un merecido adiós.
Tremendo personaje Morricone, carismático y multifacético, personalmente lo asocio a películas como Sacco y Vanzetti, Cinema Paradiso, una gran cantidad de espagueti western y, sobre todo, a esa hermosa película que fue La Misión, aunque su obra es inmensa y perdurará por mucho tiempo. Entre sus anécdotas más desconocidas esta aquella sobre el himno del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, compuesto por Patricio Manns e interpretado por Inti illimani, grabado en su estudio en Roma con el apoyo de músicos de su orquesta.
Hace pocos días un artículo de El País rendía homenaje a los miles de muertos en España, en su mayoría adultos mayores (se estima que al menos 27 mil de ellos murieron en residencias, pero ha sido imposible determinar la cantidad exacta) haciendo hincapié en que se estaba yendo la generación que puso de pie a España luego del fin del franquismo, después de haberlo sufrido en carne propia durante décadas.
Emocionante el punto. Fuerte y triste, hacía reflexionar sobre aquellos viejos, que son los que mayoritariamente mueren con esta pandemia (en Chile se estima que el 50% de los fallecidos tienen más de 75 años), innombrados en los informes oficiales, como fríos números, olvidando que tantos de ellos vivieron y lucharon durante la dictadura para volver a un régimen democrático. Esa generación que se está marchando víctima del virus, sufrió privaciones, persecuciones, tortura, la pérdida de familiares, el exilio y la censura.
Fueron los tiempos de estrechez económica por la crisis de los 80 y su perseverancia para ganar el retorno a la democracia abrió espacio para que hijos y nietos accedieran a mejores estudios, a un rebrote de la cultura, que ha transitado en contrapunto con las desigualdades infranqueables que hoy vuelven a quedar en desnudo.
Empecé entonces a recordar a escritores y personajes públicos de nuestro país que nos han dejado en estos últimos meses, hombres y mujeres que merecían grandes despedidas y que han tenido que ser enterrados en la más absoluta privacidad, sin un adiós. Me resulta desafiante al menos una pincelada para resaltar alguno(a)s de aquello(a)s inolvidables que hacen parte de nuestro acervo cultural.
Parto con Yolanda Lagos, potente poeta, cuya obra estuvo particularmente marcada por los paisajes de Chiloé, territorio que amó toda su vida y, como De Rokha, fue una poeta telúrica. Su poesía repleta de imágenes y paisajes, atravesada de un suave lirismo, nos remite a un espacio “lárico, como suele suceder con los poetas de la “frontera”. Ella se marchó sin decir adiós el pasado 29 de abril.
Oscar Aguilera perteneció a la generación que cantó a los Beatles, Sandro, Favio, Piero, Quilapayún e Inti-illimani, aquella que supo de trabajos voluntarios y bombardeos a palacios de gobierno y nos dejó entre sus múltiples obras, una inolvidable: Operación Albania… sangre de Corpus Christi. Partió solo y en la indigencia, el pasado 25 de mayo.
Paulo de Jolly, un poeta atípico y monárquico. Su poesía no desciende de la tradición chilena, salvo por su estrecho vínculo con la obra de Diego Maquieira.. Sus aciertos tienen que ver con la perturbadora belleza fascista que exhala su proyecto. El poema Louis XIV y los pobres es una muestra elocuente de esto. Partió el 8 de junio y fue enterrado privadamente en Amereida, la ciudad abierta de Ritoque.
Efraín Barquero, pasó -como muchos de nuestros poetas- por la carrera diplomática, siendo agregado cultural en Colombia durante el gobierno de Salvador Allende. Perteneció a la prolífica Generación Literaria de 1950. Barquero transita por la tradición poética que incorpora elementos propios de la lírica popular y del mundo de la poesía infantil. Vivió un largo exilio en México, Cuba y Francia tras el golpe de Estado de 1973, Nos dejó el 29 de junio.
Nadie está lejos si puedo nombrarlo
si mi perro mueve la cola cuando lo nombro
…si con mi copa en alto se la ofrezco al destino
mostrándole los cuatro extremos de la mesa
…si para todos alcanza esta incalculable medida
derramada en el hombre y ofrecida en la copa…
(nadie está lejos / El poema en el poema, Efraín Barquero)
Pablo Guíñez, autor de «Fundación de las Aguas», uno de los principales libros de la poesía chilena contemporánea y de «Territorio Celeste», se inició en la literatura allá por los años 50, apadrinado por Juvencio Valle. Nos abandonó calladamente, el 30 de junio.
Angela Jeria, Gelo, la Roja, la viuda del General Bachelet y madre de Michelle, que en los 70 se convirtió en una de las figuras más icónicas en la denuncia contra los abusos de la dictadura en el exilio se fue, digna y silenciosamente el 2 de julio. Sus restos fueron cremados y se espera se pueda despedir públicamente a futuro.
Son
muchos los que nos dejado. Imposible en
tan pocas líneas incluirlos a todos, pero al menos quiero terminar mencionando
que también se fueron Luis Sepúlveda (de quien ya he escrito), Carlos
René Ibacache y Matías Rafide, ambos miembros de la Academia Chilena
de la Lengua, Alejandro Sieveking y Bélgica Castro, entre tantos, entre
miles que fueron parte fundamental de nuestras vidas.
1 comment
Que cierto es todo ,cuánto dice usted ahí de quiénes se marcharon en silencio,será porqué en realidad erá realmente lo de ellos,razonar,pensar,escribir,ensayar y luego mostrar su debut. Todos ellos sin duda merecían irce de acá con muchísimos aplausos. Pero ahí algo muy importante nos dejaron un legado muy grande,porqué ellos din duda erán Ángeles del cielo y Dios los envío con una misión a la tierra. Enseñar h mostrar el buen arte.humildemente ésa es mí opinión.