Perú. Una crisis acentuada

por La Nueva Mirada

Perú vive un conflicto institucional. Uno que enfrenta al Presidente  Martín Vizcarra con el Congreso, dominado por una mayoría fujimorista refractaria a las reformas institucionales propuestas por el Presidente interino, que sucedió a Pedro Pablo Kuczynski luego que fuera obligado a dimitir tras las acusaciones de corrupción vinculadas a la constructora brasileña Odebrecht. Y sobre todo refractarias a la propuesta presidencial de adelantar las elecciones generales en un año, que implica “nos vamos todos” (ni el mandatario ni los parlamentarios pueden postularse nuevamente).

No sólo los parlamentarios han tomado distancia de la propuesta presidencial para adelantar las elecciones en un año. La propia vicepresidenta Mercedes Araos (que no fuera consultada por Vizcarra) ha manifestado su desacuerdo con la medida.

No sólo los parlamentarios han tomado distancia de la propuesta presidencial para adelantar las elecciones en un año. La propia vicepresidenta Mercedes Araos (que no fuera consultada por Vizcarra) ha manifestado su desacuerdo con la medida.

“El pueblo nos eligió para llegar al 2021”, aseveró. “Mi lectura es que somos corresponsables de la crisis política, no es un tema solamente del Congreso, como tampoco lo es del Ejecutivo, como algunos andan diciendo. El último año ha sido tenso y difícil y ni el Ejecutivo ni el legislativo han estado a la altura para encontrar un espacio de diálogo…” sostuvo la actual vicepresidente, que renunció a la bancada oficialista Peruanos por el Kambio (PPK) en compañía de otros dos congresistas, argumentando el quiebre de la democracia interna en la bancada, contribuyendo a debilitar aún más al mandatario, pese a asegurar que seguiría colaborando con él más allá de las confianzas seriamente lesionadas.

Mercedes Araos ha recordado el anterior cierre del Congreso en la década de los noventa, que contó con un amplio respaldo popular y que sin embargo condujo a la elección de Alberto Fujimori, que permaneció una década en el poder, en medio de fuertes acusaciones de autoritarismo, corrupción y violación a los derechos humanos, aludiendo así al evidente temor e incertidumbre que genera la propuesta presidencial.

Sin embargo, tal como sucediera en los años 90, la propuesta de disolver el Congreso y convocar a elecciones generales anticipadas, genera un amplio consenso ciudadano, como lo revelan las encuestas. Tras sucesivos escándalos de corrupción, la mayoría vinculados a la constructora Odebrecht y su institucionalizado sistema de sobornos que operó al menos en 12 países de la región, los últimos  ex mandatarios peruanos (Fujimori, Toledo, Alán García, que optara por el suicidio, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski), enfrentan procesos judiciales por corrupción. Al igual que la líder opositora Keiko Fujimori, así como numerosos dirigentes políticos e incluso jueces, acusados de traficar con sentencias.

Sin embargo, tal como sucediera en los años 90, la propuesta de disolver el Congreso y convocar a elecciones generales anticipadas, genera un amplio consenso ciudadano, como lo revelan las encuestas.

Martín Vizcarra – ex gobernador de Moquegua, que llegó a la vicepresidencia de la mano de Pedro Pablo Kuczynski, fue designado como embajador en Canadá, desde donde debió retornar para asumir la presidencia tras la renuncia de Kuczynski – ha asumido una verdadera cruzada en contra de la corrupción, así como la bandera de reformas institucionales (retornar al sistema bicameral, paridad de género, etc.) con más entusiasmo que destreza política. Con un parlamento en donde Peruanos por el Kambio está en franca minoría, sin demasiados aliados y una fuerte representación del fujimorismo, protagonizando ásperos enfrentamientos y controversias, imputándole obstrucción y boicot a sus reformas institucionales.

Ello le ha valido al mandatario alcanzar importantes niveles de apoyo en las encuestas y una soledad política cada vez mayor. Su propuesta de adelantar en un año las elecciones no ha sido bien recibida por la oposición  que alude al vacío institucional que ello pueda generar, además de la evidente incertidumbre por sus resultados en un escenario marcado por un fuerte repudio ciudadano a los partidos tradicionales.

Ello le ha valido al mandatario alcanzar importantes niveles de apoyo en las encuestas y una soledad política cada vez mayor.

El fragmentado y dividido mapa político peruano vive una crisis profunda. Qué duda cabe. En especial el fujimorismo, dividido entre la líder Keiko Fujimori, hoy en prisión y su hermano Kenji, que se disputan el legado de su padre. El APRA vive su propia crisis tras el suicidio de Alan García. Verónika Mendoza, la líder de izquierda que fuera candidata presidencial en las pasadas elecciones, alcanzando una muy buena votación, rompió con parte del sector para lanzar su propio movimiento. Y nadie puede saber muy bien como la crisis política y moral que ha vivido el país afecta a cada uno de los partidos, qué representan hoy en día, cuáles serán los lideres de reemplazo y la suerte que correrán en unas futuras elecciones, sean el 2020 o el año 2021, como está originalmente previsto.

Una propuesta en contra del tiempo

La propuesta de Vizcarra de adelantar las elecciones corre en contra del tiempo. Septiembre es el plazo fatal para que el Congreso resuelva aprobar la medida o rechazarla de plano, luego de lo cual los tiempos no calzarían con el pretendido adelanto. Y hasta ahora, los partidos y parlamentarios se toman con parsimonia el debate de la iniciativa, esperando un diálogo entre el Presidente de la República y el del parlamento, para un eventual acuerdo que evite el adelantamiento de las elecciones y cumplir el mandato constitucional. Un diálogo que se podría materializar en estos días, tras múltiples recados a través de los medios de comunicación.

La propuesta de Vizcarra de adelantar las elecciones corre en contra del tiempo. Septiembre es el plazo fatal para que el Congreso resuelva aprobar la medida o rechazarla de plano, luego de lo cual los tiempos no calzarían con el pretendido adelanto.

El desafío mayor es que ese diálogo y un hipotético acuerdo entre el gobernante y el parlamento garanticen bases mínimas de gobernabilidad en lo que resta de mandato, a la par que un consenso en torno a las reformas institucionales propuestas por Vizcarra. La oposición ha manifestado matices y diferencias. Mientras el mandatario ha descartado la posibilidad de llegar a un acuerdo que sólo prolongue la crisis y confrontación con el parlamento: “sería más de lo mismo” ha sostenido.

Mientras el mandatario ha descartado la posibilidad de llegar a un acuerdo que sólo prolongue la crisis y confrontación con el parlamento: “sería más de lo mismo” ha sostenido.

Se ha planteado otra alternativa, que algunos políticos de oposición han analizado y que el mandatario, al parecer no muy apegado al poder, no ha desechado totalmente: “He escuchado a algunos congresistas decir que lo mejor para solucionar la crisis es vacar al Presidente. Esa es otra alternativa, que la propongan”, ha desafiado Vizcarra. Agregando que también está la de la gente: cierren el Congreso. Hay que analizar todas las alternativas” ha refrendado.

Al igual que la mayoría de los países de la región, hoy Perú está resintiendo los efectos de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, así como las amenazas de una nueva recesión internacional, con tasas de crecimiento más bajas de los últimos años y proyecciones que no superan el 3 % para este año.

“He escuchado a algunos congresistas decir que lo mejor para solucionar la crisis es vacar al Presidente. Esa es otra alternativa, que la propongan”, ha desafiado Vizcarra. Agregando que también está la de la gente: cierren el Congreso. Hay que analizar todas las alternativas” ha refrendado.

A diferencia de Brasil o Argentina, Perú no enfrenta, por ahora, una inminente crisis económica pero no se puede descartar que la aguda tensión institucional contribuya a alimentarla.

La forma cómo se aborde este conflicto que enfrenta al Ejecutivo con el parlamento y que debiera resolverse, en uno u otro sentido, en los próximos treinta días, marcará el futuro del país, con una gran interrogante acerca de sus derivaciones.

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