Plaza Italia no es el dilema del huevo y la gallina. Por Rafa Ruiz Moscatelli

por La Nueva Mirada

Lograr una convivencia democrática es vital. Hacia allá van, abriendo tabúes, las conversaciones y debates sobre una nueva constitución.  Sin embargo, hay sucesos que cuestionan esta aspiración: el descontrol policial o el desmadre de individualismos militantes que con sus expresiones de furia rebasan la manifestación.  Esta contradicción no es como el dilema del huevo o la gallina. Es la autoridad del estado, con su gran poder, la llamada a limitar la violencia. Aunque minorías cuya fuerza reside en su poder de intercambio, el dinero, deseen que la fuerza armada y policial exista para protegerlas de las reacciones generadas por la desigualdad que golpea a quienes carecen de libertad económica. Históricamente, grandes discusiones del siglo XX consignaron acuerdos internacionales ante situaciones similares.

Es la autoridad del estado, con su gran poder, la llamada a limitar la violencia.

La represión brutal y los desmadres reiterados que afectan al comercio y vecinos pueden alterar los nervios políticos de la población desviando la atención sobre la convivencia, mientras el abuso, la rabia y el miedo inspiran las conductas de respuesta ciudadana. El 18 de Octubre, a pocos días del plebiscito, no hay nada que incendiar. Con sana distancia, para no contagiarse ni contagiar, se debería conmemorar una fecha que sacudió el país. Cualquier llama sea de donde sea que busque frustrar el plebiscito convertirá en cenizas el pensamiento político de sus autores. Buena parte de las esperanzas del pueblo pasan por el proceso constituyente y por la renovación periódica de la política y los movimientos sociales. Votar y movilizarse son actividades que se unen en la conciencia de mucha gente. Así se sacó a Pinochet. Así se llegó a la posibilidad de regular, de acuerdo a los tiempos, la convivencia democrática.

El 18 de Octubre, a pocos días del plebiscito, no hay nada que incendiar.

Votar y movilizarse son actividades que se unen en la conciencia de mucha gente. Así se sacó a Pinochet. Así se llegó a la posibilidad de regular, de acuerdo a los tiempos, la convivencia democrática.

En esta línea la sociedad, contradictoriamente, opina sobre uno de los tabúes más importantes en Chile: el poder de la policía uniformada. Ella concentra operaciones, investigaciones y labores de inteligencias relacionadas con las actividades que generan la mayor conflictividad. Las manifestaciones públicas de descontento masivo, la delincuencia organizada, el narcotráfico, las migraciones, la seguridad de instituciones y personas públicas, y otras como la vigilancia digital.

  Este poder operativo y de inteligencia inusual puede tentar a los mandos, sesgando a la institución hacia una actitud conspirativa. Todo ello, con el mal contagio, manifestado en incidentes delictivos mayores- como la Operación Huracán, entre tantas – debilitó a Carabineros en su vínculo con la población. Esta los necesita para su protección frente a la delincuencia diaria y no como un cuerpo policial de ocupación y represión. Para reconstruir la convivencia el estado deberá eliminar la militarización de la policía y crear policías municipales o regionales para frenar la delincuencia y la represión descontrolada

Desde el 2010 en muchos países – Primavera Árabe, EE.UU., Francia, España, Rusia, Chile, Ucrania, entre otros – las manifestaciones públicas de descontento son masivas y con gran disputa física por un lugar simbólico donde realizarlas.

Desde el 2010 en muchos países – Primavera Árabe, EE.UU., Francia, España, Rusia, Chile, Ucrania, entre otros – las manifestaciones públicas de descontento son masivas y con gran disputa física por un lugar simbólico donde realizarlas.

 Estas expresiones de protesta social, sin armas de fuego, las iniciaron jóvenes estudiantes, profesionales y marginales contra directivos administrativos, políticos y empresariales considerados corruptos y ante una estructura de desigualdad que los excluye.  En ellas se expresaron masivamente fuerzas emergentes como el feminismo en el Cono Sur, los mapuches en Chile, diferencias por opciones sexuales y antirracismo creciente en EE.UU. En Francia las mujeres trabajadoras cruzaron fronteras políticas para luchar por sueldos y trabajos justos tras una aparente mínima alza del combustible. En los países árabes el 2010 y el 2020 el anti – autoritarismo es el eje aglutinador de una juventud más democrática hastiada de fundamentalismos y nacionalismos.

En el caso de Chile no tiene sentido avivar discusiones sobre formas de lucha que se añejan en vasijas de roble. Las fuerza políticas y sociales emergentes y tradicionales están consagradas a la disputa política y electoral en forma más decidida que algunos demócratas en los cuales afloran penosos injertos autoritarios. Frenar u olvidar la lucha contra la desigualdad es desconocer el principal obstáculo para la democracia y la tranquilidad. Desde Octubre 2019 hasta Marzo 2020, día a día, desde tres mil a más de un millón de personas manifestaron su rechazo al gobierno en la Plaza Italia. Los asistentes permanentes y significativos cruzaron profesionales, estudiantes universitarios y secundarios, ciclistas, agrupaciones mapuches, organizaciones feministas, jóvenes de barrios populares, barristas de futbol, sindicatos de artistas, de profesores y de la salud pública, sobresaliendo los días viernes la presencia de trabajadores, pymes y emprendedores. Todos expresaron el malestar de un movimiento social con autonomía de las fuerzas partidarias y una presencia, no vista en los últimos cincuenta años, de consignas y símbolos anarquistas globales. En las manifestaciones más grandes resaltaba la participación de sindicatos, con sus directivas y lienzos, junto a personas de las izquierdas y la centro izquierda, grupos de profesionales y familias con pancartas personales sin símbolos partidarios.

En el caso de Chile no tiene sentido avivar discusiones sobre formas de lucha que se añejan en vasijas de roble.

Frenar u olvidar la lucha contra la desigualdad es desconocer el principal obstáculo para la democracia y la tranquilidad.

La Plaza Italia es el lugar público por naturaleza. Las manifestaciones políticas, deportivas y artísticas, cada una con sus estridencias son una muestra de tolerancia civilizatoria de quienes habitan en los barrios que la rodean y los que transitan por ella para trabajar, disfrutar o hacerse notar. Es un ambiente electrónico que. cuando entremos a una situación menos álgida, deberán abordar vecinos y municipios. Los manifestantes religiosos invadían el barrio con grandes equipos de sonidos con sus cánticos y discursos por horas y horas varias veces al año. La estridente voz y música de los relatores de las maratones o u otros eventos deportivos hacían caso omiso de los residentes. Para qué hablar de las barras y el uso que hacen las compañías mineras y de los malls que, desde la madrugada, estacionan sus buses con motores encendidos.

Frente a este complejo fenómeno invasivo para los residentes cercanos, carabineros y municipios reaccionan rutinariamente.

Frente a este complejo fenómeno invasivo para los residentes cercanos, carabineros y municipios reaccionan rutinariamente. Mientras la policía uniformada siempre busca disolver las manifestaciones de protesta en calles impregnadas de gases, escopetazos, sirenas, principios de incendios, con persecuciones y golpizas en las calles y barrios adyacentes a la plaza, sus habitantes absorben una agresividad y violencia en la vida cotidiana, solo comparable con lo que ocurre con ciudades de países que sí están en una guerra.

sus habitantes absorben una agresividad y violencia en la vida cotidiana, solo comparable con lo que ocurre con ciudades de países que sí están en una guerra.

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