Poesía en el Wallmapu. Rebeldía e identidad en verso por Cristina Wormull

por La Nueva Mirada

Tvfachi mapu mew mogeley wagvlen
Tvfachi kallfv wenu mew vlkantukey
ta ko pu rakizwam
zoy fvtra ka mapu tañi mvlen ta tromv
tripalu ko mew ka pvjv mew
pewmakeiñ mu tayiñ pu fvchakecheyem
Apon kvyen fey tañi am -pigekey
Ñi negvmkvlechi piwke fewvla ñvkvfvy.

En este suelo habitan las estrellas
En este cielo canta el agua de la imaginación
Más allá de las nubes que surgen
de estas aguas y estos suelos
nos sueñan los antepasados
Su espíritu -dicen- es la luna llena
El silencio su corazón que late.


(En este suelo habitan las estrellas, Elicura Chihuailaf)


Allá por los sesenta, Violeta nos emocionó cantando que Arauco tenía una pena, y hoy, así como a través de los más de quinientos años de historia del conflicto entre los españoles (ahora chilenos) invasores de su territorio y el pueblo nación Mapuche, el Wallmapu no solo tiene una pena, tiene rabia y dolor por el prejuicio, la explotación, el robo y el ninguneo de su cultura.

el Wallmapu no solo tiene una pena, tiene rabia y dolor por el prejuicio, la explotación, el robo y el ninguneo de su cultura.

El resultado de la relación interétnica en la sociedad chilena ha sido una situación de interculturalidad y mestizaje inestable, que encubre y sofoca una serie de tensiones, carencias, atropellos, robos abiertos y legalizados, crímenes étnicos, culturales y ecológicos, que siguen latentes en la memoria colectiva y silenciada de los sectores oprimidos, menospreciados y marginados.

Siendo precisos, lo que hasta hoy se mantiene son los resabios de un genocidio no reconocido por el Estado de Chile y enseñado a generaciones de chilenos bajo el eufemismo de Pacificación de la Araucanía que, además del cuasi exterminio, despojó al pueblo nación mapuche de su bien más preciado:  la tierra. Esta fue entregada a grupos de colonos que vieron la posibilidad de transformarse en nuevos ricos en el agro y en un grupo de poder político influyente.

lo que hasta hoy se mantiene son los resabios de un genocidio no reconocido por el Estado de Chile

A fines del siglo diecinueve, el discurso de Vicuña Mackenna para justificar la “pacificación” postulaba que el pueblo mapuche: “Bruto indomable, enemigo de la civilización porque solo adora todos los vicios en que vive sumergido, la ociosidad, la embriaguez, la mentira, la traición y todo ese conjunto de abominaciones que constituye la vida del salvaje…”. está plenamente vigente hoy para una parte importante de los políticos y muchos grupos de poder que siguen pensando lo mismo. Jamás se enseñó en los colegios la cultura mapuche, sus tradiciones, su cosmogonía, a lo más se concedió que fue un pueblo guerrero y que resistió fieramente ser sometido.  Se desconoció y se planteó como impensable que un nativo del Wallmapu pudiera ser un aporte, un creador, un poeta.

Sin embargo, en la poesía, el género más desarrollado en la literatura chilena, la incorporación de poetas de cultura mapuche a la poética chilena contemporánea, han potenciado una creación intercultural que sobrepasa los límites de la etnoliteratura mapuche y la literatura chilena tradicional.

En la sociedad mapuche coexisten dos expresiones literarias distintas:  la manifestación oral en mapudungun de la memoria ancestral e histórica, y una literatura bilingüe mapudungun-español, o sólo en español. Por lo tanto, se trata de textos conformados con categorías mapuches y no mapuches (wingka) en su enunciación, en su enunciado y en la concepción y modelo de texto y literatura.

Así, en el caso de Sebastián Queupul, el sujeto es un mapuche consciente de su condición étnica que canta con tremenda belleza y fuerza…

En mi sangre fluye siempre desmedida/
una voz morena de noble arrogancia…

(«Ralipitra, tierra de mi infancia»)

pero también advierte de los peligros de la aculturación
…mi sangre, en las venas, rompe las compuertas/
El cultrún pesimista, lentamente, se aleja/
Y en sus notas emergen angustias añejas…

(«El arado de palo»).

El desarraigo lo vincula con su origen mapuche, y la ajenidad con el mundo de los wingkas, que debe habitar en convivencia obligada con ellos. La imposibilidad de mantener o recuperar una identidad mapuche estable y definida en términos de su cultura ancestral, se manifiesta en un sentimiento de nostalgia por la identidad perdida y el anhelo de recuperarla.

Leonel Lienlaf, en cambio, elabora sus textos en mapudungun oral, siguiendo la enseñanza de su abuela, y ha editado Se ha despertado el ave de mi corazón, con el apoyo de Raúl Zurita. En este libro, un hablante mapuche expresa su rebeldía por la situación de marginalidad, injusticia y expolio que ha sufrido su pueblo, y se esfuerza por recuperar las vivencias ancestrales, aunque sin poder evitar el contacto con los wingkas: «Voy como agua/ por este río de vida/ hacia el gran mar de lo que/ no tiene nombre/ Yo soy la visión/ de los antiguos espíritus/ que duermen en estas pampas/ Soy el sueño de mi abuelo/ que se durmió pensando/ que algún día regresaría/ a esta tierra amada». Otra vez la nostalgia presente en los versos encendidos.

Elicura Chihuailaf, por su parte, toma como base la situación de interculturalidad asimétrica que soportan los mapuches y elabora una reflexión histórico-cultural sobre ella, como fundamento de su poesía. En El invierno su imagen y otros poemas azulescuenta de la posición estética del sujeto mapuche:

La poesía no sirve para nada, me dice/
Y en el bosque los árboles se acarician/
con sus raíces azules y agitan sus ramas/
al aire, saludando con pájaros la Cruz del Sur/
La poesía es el hondo susurro de los asesinados/
el rumor de hojas en el otoño, la tristeza/
por el muchacho que conserva la lengua/
pero ha perdido el alma/…

Por ello, su proyecto de escritura tiende a reconstruir o gestar un modo de ser genuinamente mapuche, porque piensa que la poesía como manifestación artística no sólo resguarda los elementos de la identidad cultural de un pueblo, sino también los genera.

Con lucidez lo afirma en la nota final de En el país de la memoria «Nacimos mapuche, moriremos siéndolo y la escritura, hermanos, es una de las más grandes maneras de dignificarnos, de guardar y recuperar (aunque para otros tantos todavía resulte extraño) para y por nosotros mismos el alma de nuestro pueblo«.

Mención especial merece un grupo importante de mujeres poetas mapuches que han sido recogidas en la primera y segunda antología Hilando la memoria, Epu rupa (2006 y 2009).  En el año 2012 la coeditora, Roxanda Miranda Rupailaf ganó el Premio Municipal de Literatura—uno de los premios de poesía más prestigiosos de Chile—por su poemario “Schumpall”. Con este premio su voz ha entrado al circuito y canon oficial de la poesía chilena.

Hoy, Elicura Chihuailaf, autor de una destacada obra poética, reconocida con numerosas distinciones, escrita en castellano y mapudungun y traducida al francés, inglés e italiano, entre otras lenguas, ha sido nominado por tercera vez al Premio Nacional de Literatura y, entre los nominados, también está Rosabetty Muñoz, ligada a los grupos chilotes.

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