Por Tomás Vio Alliende
Fue el escritor Charles Bukowski (1920 – 1994) el que, a mediados de los años setenta, sacó a flote el nombre de John Fante y le dio realce a la alicaída carrera del escritor italoamericano cuando, sin saberlo, a este último ya le quedaban pocos años de vida. Famoso por su novela “Pregúntale al polvo” (1939), donde retrata la vida de Arturo Bandini, un joven escritor, alter ego de Fante, que vive las penurias de habitar en la ciudad de Los Ángeles, California, con poco dinero y muchas ambiciones.
La sobriedad de un lenguaje directo y, a veces, vulgar, fueron las características que cautivaron a Bukowski, quien encontró en Fante las ansias de llegar a una naturalidad más allá de descripciones, adjetivaciones o adornos superfluos y sin vida.
Nacido en 1909, Denver, Colorado, en el seno de una esforzada familia de descendientes italianos, Fante comenzó a escribir animado por una profesora de su instituto. Fue en “The American Mercury”, una de las revistas literatas más importantes del momento, donde logró publicar algunos de sus cuentos. Sin embargo, la suerte nunca estuvo de su lado. En 1939, cuando pensaba que le había dado el palo al gato con una editorial para publicar “Pregúntale al polvo”, el libro no tuvo el éxito esperado porque, por problemas económicos, la empresa no le hizo la difusión suficiente. Tras ese desgaste innecesario, Fante decidió dedicarse a escribir guiones para Hollywood, en una época donde escritores de la talla Faulker o Fitzgerald eran contratados por los grandes estudios. Solo en 1952 escribiría la novela “Llenos de vida”, una obra autobiográfica que, aunque no tiene la relevancia del resto de sus obras, logró convertirse en una adaptación cinematográfica de relativo éxito.
Fante acostumbraba a darse vuelta por su casa de Los Ángeles, narrando en voz alta los argumentos de sus novelas y cuentos.
Con una prosa sencilla y elaborada, es sabido que Fante acostumbraba a darse vuelta por su casa de Los Ángeles, narrando en voz alta los argumentos de sus novelas y cuentos. Tenía la costumbre de no escribir en papel hasta que la historia lograra estar terminada en su cabeza. Su obra es esencialmente autobiográfica y en ella combina el humor con dosis de realismo.
Los relatos de Fante muestran parte de su vida, con un ahorro de palabras que le habría encantado a Gordon Lish, el editor de Raymond Carver.
Los relatos de Fante muestran parte de su vida, con un ahorro de palabras que le habría encantado a Gordon Lish, el editor de Raymond Carver. Las novelas del escritor italoamericano nunca sobrepasaron las 200 páginas con historias sobre personajes acomplejados por la familia y la iglesia católica, víctimas de la vergüenza de provenir de una cuna pobre y con ganas de siempre querer y buscar más allá del horizonte.
Quizás es por eso que la saga de Arturo Bandini (cuatro novelas) y los relatos “La Hermandad de la uva” y “Al oeste de Roma”, muestran lo mejor de un Fante que cautivó con creces a un escritor exigente como Bukowski.
Quizás es por eso que la saga de Arturo Bandini (cuatro novelas) y los relatos “La Hermandad de la uva” y “Al oeste de Roma”, muestran lo mejor de un Fante que cautivó con creces a un escritor exigente como Bukowski.
“Yo soy Arturo Bandini”, señaló una vez el autor de “La senda del perdedor”. A través de la obra de Fante, el escritor pudo conocer a un autor que según él “escribía sin mentiras, gobernado por su fuego interno”.
Alcohólico y diabético, Fante se enfermó gravemente en 1977. Primero, le amputaron algunos dedos de sus pies y después perdió casi toda la pierna. Posteriormente se quedó ciego, incluso “Sueños de Bunker Hill”, su última novela de la saga de Bandini, se la tuvo que dictar a su mujer porque ya estaba incapacitado para escribir. En mayo de 1983 entró en coma y murió en un hospital de Los Ángeles.
“Sueños de Bunker Hill”, su última novela de la saga de Bandini, se la tuvo que dictar a su mujer porque ya estaba incapacitado para escribir. En mayo de 1983 entró en coma y murió en un hospital de Los Ángeles.
Aunque tuvo mayor reconocimiento de manera póstuma, Fante dejó un legado extraordinario en las letras estadounidenses. Cuando le preguntaron sobre literatura, tenía las cosas bastante claras: “Si lo que escribo es bueno, entonces lo leerá la gente. Un autor pone el corazón y las entrañas en cada página. Una buena novela puede cambiar el mundo”.
“Si lo que escribo es bueno, entonces lo leerá la gente. Un autor pone el corazón y las entrañas en cada página. Una buena novela puede cambiar el mundo”.
1 comment
No conozco a este escritor .me entró curiosidad por ese ahorro de lenguje.Gracias