Presa política en Nicaragua. Por Fernando Butazzoni.

por La Nueva Mirada

Ahora es quizá la presa política más ilustre de América Latina, la más amenazada y la más radical. Guerrillera en su juventud, y después ministra, diputada, historiadora y académica, desde hace 49 años Dora María Téllez (Matagalpa, Nicaragua, 1955) milita en las filas del sandinismo. Primero en el Frente Sandinista y después, cuando la corrupción y el despotismo asomaron sus orejas, en el opositor Movimiento de Renovación Sandinista, una organización de talante socialdemócrata que acabó ilegalizada por Daniel Ortega. Así que a Téllez la metieron presa en junio de 2021. El problema que los sandinistas tienen con ella es que sigue siendo sandinista.

Estudiaba medicina en la Universidad Autónoma de Nicaragua, en León, pero en 1973 consideró que antes de recibirse debía contribuir a derrocar al dictador Anastasio Somoza. Se unió al Frente Sandinista, colaboró en la clandestinidad, se preparó en Cuba y en Honduras como cirujana de guerra, y regresó a su país para participar en la insurrección armada, que acabaría con la tiranía de Somoza dos años después. Durante ese período combatió en Managua, e integró el comando que asaltó el Palacio Nacional, que fue dirigido por Edén Pastora, el fotogénico e impredecible «comandante Cero».

Luego Dora María se fue a las montañas y participó en operaciones guerrilleras contra el ejército en las zonas selváticas de Chinandega y Matagalpa. Fue jefa del Estado Mayor del Frente Norte y con unos tres mil combatientes logró, en junio de 1979, rendir a las tropas que guardaban León, la segunda ciudad más importante del país, que en los hechos se convirtió durante unas horas en la verdadera capital de la nueva Nicaragua. Inolvidables 18 horas durante las cuales el poder político de la nación funcionó allí, en un edificio ubicado junto a la catedral.

Después del triunfo revolucionario Téllez obtuvo los más altos grados militares en el Ejército, pero se entregó por entero a la vida civil. Integró el primer gabinete de gobierno como ministra de Salud, en un país en el que la malaria, la leishmaniasis y la influenza su sumaban al hambre y la desnutrición crónica para matar a miles de personas por año. Fue vicepresidenta del Consejo de Estado de la República, y ganó con votos un asiento en la cámara de diputados. También se dedicó a los estudios históricos y sociológicos. Obtuvo su maestría en la Universidad Centroamericana con una tesis sobre la propiedad de la tierra en el norte de Nicaragua y los llamados «despojos cafeteros».

Escribió varios libros, entre ellos «El café de Nicaragua=The coffee of Nicaragua», publicado en 2014 por el Instituto de Historia de Centroamérica, y ensayos recogidos en revistas en EE.UU., Canadá, Francia y otros países; es miembro de número a la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua, y miembro correspondiente de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala.

En 2004 fue nombrada profesora visitante de la Escuela de Teología de la Universidad de Harvard, pero no pudo dictar sus seminarios porque el gobierno de George W. Bush le negó la visa por considerar que poseía antecedentes terroristas. Un destacado profesor de Harvard fue lapidario: «La profesora Téllez es tan terrorista como lo fue George Washington». La universidad francesa de La Sorbona Nouvelle la ha distinguido con un doctorado honoris causa, como «homenaje a su excepcional trayectoria política y científica, y a su contribución al compromiso social internacional».

Hoy Dora María está presa. Fue acusada de «conspiración para menoscabar la integridad nacional de Nicaragua», juzgada de manera exprés y condenada a ocho años de cárcel. Se encuentra aislada en una celda de castigo. Ha iniciado una huelga de hambre, y personas muy cercanas a ella consideran que, si resolvió tomar esa medida, «la llevará hasta sus últimas consecuencias». Ha habido múltiples muestras de respaldo y apoyo para pedir su libertad, tanto en Centroamérica como en Europa y en Estados Unidos. Sería deseable que las figuras más relevantes de la izquierda latinoamericana, aquellos hombres y mujeres de gran influencia que, incluso, compartieron sueños y métodos con Dora María Téllez, le expresaran ahora su solidaridad de la manera que consideren más oportuno. Sería una contribución de mucha importancia para salvar su vida.

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