Promesas Incumplidas¿A quién le importa? Por Fernando Ávila I

por La Nueva Mirada

Cuando apareció la televisión por cable, para los que no lo recuerdan o no saben, se dijo que el pago por el servicio tenía la ventaja, a diferencia de la televisión abierta, que no habría publicidad. Una oferta entonces, más que seductora

Así entonces ver una película o serie que no se interrumpiera en un momento crítico de la trama bien valía la pena la apuesta. Ciertamente la promesa pasó luego a pérdida. Hoy, por ejemplo, en el canal TNT, la serie El Mentalista, cualquier día suma 81 minutos de exhibición, interrumpida 7 veces por publicidad que completa casi 60 minutos.

Algunos “mensajes” publicitarios alcanzan 2 minutos, como el de Fleverstone y, muy cerca, 1 minuto y 50 segundos aproximadamente de un banco de la República Dominicana.

La globalización pareciera dar lo mismo para un barrido que para un fregado, pero parece indudable su paso favorable para el desarrollo de las fuerzas productivas. Cuando hilamos más fino en este proceso concluimos que está dominado por el capital financiero en su inclaudicable tendencia a la concentración de la riqueza.

Volviendo a nuestra mundana obsesión por el espacio televisivo liberado de publicidad molesta, reconocemos en aquella tendencia la justificación de imágenes y convocatorias al consumo en lugares distantes para nuestro interés, en Colombia, Perú, República Dominicana o México.

Y todo puede ser peor. En la transmisión de un partido de futbol, en ESPN, en la última franja horizontal del televisor, justo allí donde disputan un balón el lateral derecho y el puntero izquierdo, emerge una molesta publicidad por varios segundos.

No vaya a ocurrir lo más perturbador y en la franja vertical aparezca lo indeseado. Que, en una fracción de segundos, nos haga perdernos una jugada de gol. Una agresión extrema y, a todas luces, intolerable.

Un real contrabando, considerando las promesas iniciales. Nunca será tarde para ejercer el soberano derecho a pataleo. Que los precios del cable se reduzcan en términos proporcionales al tiempo usado en publicidad. Pagamos por ver una serie, una película o un partido. ¿Por qué pagar por una publicidad inútil, lejana y molesta?

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