Próximas elecciones en Bolivia. Entre pandemia y amenazas. Por Elizabeth Salguero Carrillo

por La Nueva Mirada

Durante el recuento de votos de las elecciones generales de 2019, el corte de la difusión pública de cómputos de la Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP) del Tribunal Supremo Electoral dio lugar a una serie de lamentables sucesos que frustraron el proceso electoral.  Las apresuradas e irresponsables denuncias de fraude de los observadores de la OEA y la Unión Europea alimentaron el descontento de la ciudadanía boliviana, que el 2016 había manifestado su desacuerdo con la reelección de Evo Morales mediante el referéndum del 21 de febrero.

La ciudadanía inconforme salió a las calles a bloquear el país solicitando, primero que se anulen las elecciones por posible fraude y luego la renuncia de Evo Morales. El amotinamiento de la policía y la “sugerencia” de las Fuerzas Armadas, lograron que Morales renunciara a la Presidencia y saliera del país exiliado. Si bien no hay consenso de opiniones, esta situación fue catalogada como un golpe de Estado.

Si bien no hay consenso de opiniones, esta situación fue catalogada como un golpe de Estado.

Posteriormente, la senadora opositora Jeanine Áñez asumió la presidencia interina de Bolivia en «sucesión constitucional», pese a que la Asamblea Legislativa Plurinacional no contaba con quórum para instalar la sesión.

Luego de diez meses de un gobierno cuyo único fin era convocar a nuevas elecciones, y a pocas semanas de las elecciones presidenciales de Bolivia, la presidenta transitoria Añez, que también se había postulado, renunció a su candidatura. De esa manera, quedan en la contienda electoral del 18 de octubre Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, como los dos principales rivales del candidato a la presidencia por el MAS, Luis Arce. Según la última encuesta de CiesMori, Luis Arce, el ex ministro de economía, se sitúa en el primer lugar de la intención de voto con un 30, 6%, el expresidente Carlos Mesa con 24,7 % y el cívico cruceño Luis Fernando Camacho con un 12,7%.

De esa manera, quedan en la contienda electoral del 18 de octubre Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, como los dos principales rivales del candidato a la presidencia por el MAS, Luis Arce.

Para llegar a ser Presidente de Bolivia en una primera vuelta, se debe llegar a 40 % y conseguir una ventaja mínima de diez puntos sobre su principal seguidor. A pesar de la pandemia la ciudadanía ha manifestado su interés en elegir democráticamente un nuevo gobierno que enfrente la crisis sanitaria, política y económica que está sufriendo el país.

Se debe considerar que también existe el voto oculto o secreto (8,4%), que se registra en las encuestas y que es posible que vayan al candidato del MAS. Otro factor que puede aumentar la posibilidad de obtener más votos para Arce es el ausentismo por la pandemia del COVI19, sobre todo en las ciudades y a la vez aumentar por los votos de los bolivianos en el extranjero.

Mientras tanto, el Tribunal Electoral y la comunidad internacional en Bolivia convocaron a la calma y a evitar el clima de tensión electoral, marcado en los últimos días por algunas situaciones de violencia. La opción de prescribir al MAS y evitar que participe en las elecciones ha sido desahuciada por el órgano electoral. Sumado a esto, los principales candidatos han denunciado varios hechos violentos contra sus militantes y sedes de campaña. Por otro lado, el diario británico Morning Star advirtió que integrantes de la “resistencia” vinculados a la ultraderecha están preparando un plan contra una posible victoria electoral del MAS.  Informó que planean depositar explosivos en hoteles donde se alojan observadores electorales internacionales. De igual manera, se denuncia que se perpetrarán otros actos violentos armados que se atribuirán a los partidarios del MAS con el fin de anular las elecciones y mantener en el poder al actual gobierno.  

De igual manera, se denuncia que se perpetrarán otros actos violentos armados que se atribuirán a los partidarios del MAS con el fin de anular las elecciones y mantener en el poder al actual gobierno.  

El ministro de gobierno, Arturo Murillo, viajó la semana pasada a Estados Unidos donde compartió con Luis Almagro los rumores de un eventual fraude electoral y confirmó que han comprado armas para la policía y el ejército “para defender la democracia porque no están de adorno”.

Es de esperar que más allá de estos posibles escenarios, las elecciones en Bolivia sean una fiesta democrática, sin violencia y que se respeten los resultados.

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