“Cuando alguien se mira
en el espejo,
forma y reflejo se contemplan.
Ese alguien no es el reflejo,
más el reflejo es ese alguien”
Hokio Zan Mai
¿Mienten los personeros de la derecha o la izquierda?
¿Mienten los políticos?
¿Miente la autoridad?
¿Mienten ministros y ministras?
¿Mienten exministros y exministras?
¿Mienten los empresarios?
¿Mienten los y las líderes de los trabajadores y trabajadoras?
¿Mienten los sacerdotes y sus líderes?
¿Miente el pueblo?
¿Mienten los y las intelectuales?
¿Mienten las personas que amo y que me aman?
¿Mienten todas las personas?
¿O soy yo mismo quien me miento?
En este momento hay varias operaciones de “salvataje” en marcha. De autoridades en general, que tratan de desligar responsabilidades directas o indirectas y políticas de conductas del estado violentamente innecesarias, con vulneración de derechos humanos, que llevaron a la muerte o daños físicos irreparables, como también para salvar responsabilidades en la toma de decisiones respecto al manejo de la pandemia, que también serán evaluadas en relación no sólo del número de muertos, sino en quienes murieron con mayor frecuencia. En los dos ámbitos, los más dañados y muertos-que reclaman en silencio-fue el pueblo. Jóvenes y las personas de la “tercera edad”. Personas excluidas, vulnerables y marginales.
Estas operaciones son poderosamente comunicacionales.
¿Mienten los medios de comunicación escritos y digitales?
Sabemos que las plataformas digitales sí lo hacen manipulando y polarizando a través de las “tecnologías de persuasión”.
Corren tiempos de miedo, frustración e ira contenida (a medias).
Se miente por omisión o guardando silencio.
Se miente “caritativamente”.
Hay mentiras “amorosas”.
Bueno, ¿pero todas las personas mienten?
El cerebro mente humano, es una máquina evolutiva natural para narrar mentiras bajo la forma de historias, narrativas y ficciones bajo el imperio de la imaginación, frente a algo, un hecho, conducta o situación, que considere es una amenaza para el bienestar, ya sea pasado, presente o futuro, personal o de quienes me importen o quiera, -especialmente si son familiares-, pudiendo llegar para esto, hasta la práctica de la “ética del sacrificio” del otro o de muchos otros.
El cerebro mente humano, es una máquina evolutiva natural para narrar mentiras bajo la forma de historias, narrativas y ficciones bajo el imperio de la imaginación
El niño desde pequeño sabe “salvar el pellejo” (o a “safar”), por lo que debe ser educado contra evolutivamente a “decir la verdad” durante su desarrollo.
¿Quién no copió o “hizo trampas” (o un “pequeño engaño”) en la educación básica, media y aún en la superior de postgrado?
Para qué hablar de la “elusión” y menos, de la evasión de impuestos. De la corrupción en el mundo de los negocios y la política.
Parece que es imposible ser absolutamente y siempre totalmente honestos.
Intentar serlo, implica una lucha constante y cansadora.
El problema, es que las personas con poder y responsabilidad sobre las personas y el bien público y privado, cuando mienten en estos ámbitos afectan en su dignidad (y a veces en su vida misma) a muchas personas, familias, y ha comunidades completas.
Los animales desarrollaron mecanismos para pesquisar el engaño y engañar, y de esta manera escapar frente al peligro, no ser cazados o comidos.
Los animales desarrollaron mecanismos para pesquisar el engaño y engañar, y de esta manera escapar frente al peligro, no ser cazados o comidos.
En cambio, el ser humano, al vivir en el lenguaje, tuvo que centrarse en el valor simbólico de la palabra y su sentido, para dilucidar sobre la verdad o mentira, menospreciando y perdiendo la habilidad para leer señales físicas, paraverbales y conductuales que la acompañan.
En cambio, el ser humano, al vivir en el lenguaje, tuvo que centrarse en el valor simbólico de la palabra y su sentido, para dilucidar sobre la verdad o mentira, menospreciando y perdiendo la habilidad para leer señales físicas, paraverbales y conductuales que la acompañan.
¿“Estará diciendo la verdad”? o “¿Es verdadero lo que dice?”, son las preguntas o reflexiones habituales.
Para colmo a algunos filósofos intuyeron que la verdad a través del lenguaje sólo de- vela la realidad. Es decir, descubre y oculta a la vez. Heidegger, llegó a decir, que sólo nos muestra el velo que oculta.
O sea, estamos jodidos. No conoceremos la verdad real. Quizás, sólo la de la justicia, es decir, si es posible, la de los hechos acaecidos, Pero no la de las intenciones subjetivas.
O sea, estamos jodidos. No conoceremos la verdad real. Quizás, sólo la de la justicia, es decir, si es posible, la de los hechos acaecidos, Pero no la de las intenciones subjetivas.
Por lo menos, al fin la “ciudadanía demanda limpieza”. El pueblo demanda la verdad.
Como lo enfatiza el escritor Manuel Vincent, lo está haciendo con “un afán de cabreo muy explosivo” y catártico que ha comenzado y que hay que respetar.
Qué por ahora, se despedacen las confianzas y liderazgos en una implosión catastrófica contenida y no violenta, hoy alimentada con resentimientos y venganzas justiciera contra las elites y poderosos deshonestos y corruptos.
Zurita dijo una vez que “estamos pegados en los tiempos de la ira” y también del miedo y la mentira. Muchos, sólo escapando hacia adelante.
Zurita dijo una vez que “estamos pegados en los tiempos de la ira” y también del miedo y la mentira. Muchos, sólo escapando hacia adelante.
Las pasiones extremas de riqueza, ambición y poder caminan junto a la mentira. También la búsqueda de las verdades absolutas y puras, pueden llevar, como en las pasiones anteriores, a un oscurecimiento y anestesia del discernimiento y de la reflexión crítica moral.
Quizás haya que enterrar bien a nuestros muertos-para que no resuciten, salvo en el recuerdo amoroso- después de la verdad, justicia y reparación. Después, el duelo, el perdón y la caridad.
El punto de inflexión, real y simbólico de “verdad” pasada, presente y futura, lo proporcionará el apruebo plebiscitario, la nueva constitución, y las elecciones que se avecinan, especialmente la presidencial.
El punto de inflexión, real y simbólico de “verdad” pasada, presente y futura, lo proporcionará el apruebo plebiscitario, la nueva constitución, y las elecciones que se avecinan, especialmente la presidencial.
No nos engañemos nosotros mismos, ni a los demás.
Llegó la hora de un esfuerzo final y permanente.
Dejemos de mentirnos. Digámonos y digamos la verdad.
La verdad “nos hará libres”.
(La Verdad, libres de verdad)