Nayib Armando Bukele Ortez es el nuevo Presidente de Salvador luego de imponerse en primera vuelta con casi el 54 % de los votos, contra el 31, 6 % del candidato de Arena, que agrupa a la derecha y el 13,7 % alcanzado por el candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), actualmente en el gobierno. Bukele (37 años) se convierte en el Presidente más joven de la región.
Pese a que Nayib Bukele – de origen árabe y padre musulmán – se declara como un hombre de izquierda, admirador de Andrés Manuel López Obrador, no es fácil identificarlo políticamente. Buena parte de su meteórica carrera la hizo como militante del FMLN, primero como alcalde de la pequeña localidad de Cuscatlán y luego de la capital San Salvador, donde destacó como un buen administrador, terminando con más de un 80 % de aprobación, tras ser expulsado de las filas del FMLN por serias diferencias con su dirección.
Pese a que Nayib Bukele – de origen árabe y padre musulmán – se declara como un hombre de izquierda, admirador de Andrés Manuel López Obrador, no es fácil identificarlo políticamente. Buena parte de su meteórica carrera la hizo como militante del FMLN, primero como alcalde de la pequeña localidad de Cuscatlán y luego de la capital San Salvador, donde destacó como un buen administrador, terminando con más de un 80 % de aprobación, tras ser expulsado de las filas del FMLN por serias diferencias con su dirección.
Bukele nunca ocultó sus ambiciones para postular a la presidencia de la República. Pruebas al canto: tras su expulsión del FMLN, intentó, sin éxito, legalizar como partido político a su movimiento NUEVAS IDEAS, luego se afilió a un partido de centro democrático, que también perdió su vigencia por decisión del tribunal electoral, para terminar fichando en una agrupación de derecha acusada de estar involucrada en actos de corrupción, Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), que aceptó postularlo como abanderado presidencial.
Nayib Bukele, hizo buena parte de su novedosa campaña presidencial, en base a dos ideas simples pero efectivas y vendedoras. La primera, cuestionando las dos principales fuerzas políticas que se consolidaron tras el proceso de paz- la ultraderechista ARENA y el propio Frente Farabundo Martí- que se han sucedido en el poder durante los últimos 30 años ( veinte en manos de ARENA y diez en manos del FMLN), con la recurrida prédica anti partidos.
Nayib Bukele, hizo buena parte de su novedosa campaña presidencial, en base a dos ideas simples pero efectivas y vendedoras. La primera, cuestionando las dos principales fuerzas políticas que se consolidaron tras el proceso de paz- la ultraderechista ARENA y el propio Frente Farabundo Martí- que se han sucedido en el poder durante los últimos 30 años ( veinte en manos de ARENA y diez en manos del FMLN), con la recurrida prédica anti partidos.
La otra gran idea fuerza fue la lucha en contra de la corrupción, sistémica en ese país, acudiendo a la consigna “Devuelvan lo robado”.
Todo ello con frecuentes apelaciones a Dios (eludiendo aclarar su propia adscripción religiosa, que nadie sabe si es la musulmana, como su padre, en un país de mayoría católica y gran presencia de evangélicos). Con una campaña con menos despliegue territorial y mayor uso de las nuevas tecnologías y redes sociales, apuntando principalmente a los jóvenes menores de treinta años, que rápidamente le permitió despegar en las encuestas y ganar la elección en primera vuelta, poniendo fin al bipartidismo que había dominado el escenario políticos salvadoreño en las últimas tres décadas.
La otra gran idea fuerza fue la lucha en contra de la corrupción, sistémica en ese país, acudiendo a la consigna “Devuelvan lo robado”.
Los retos y desafíos del nuevo Presidente
Entre sus propuestas destaca un ambicioso plan de infraestructura, que incluye la construcción de un puerto, un tren y un aeropuerto, que nadie sabe muy bien como financiará, teniendo a la vista el enorme déficit fiscal que arrastra el país. Bukele confiadamente sostiene que “el dinero alcanza cuando nadie roba” como lo repitió durante la campaña.
Sin lugar a dudas, los retos y desafíos que enfrenta este joven presidente que se ha impuesto en primera vuelta, cerrando la prolongada post transición, son enormes. Especialmente porque durante sus dos primeros años de gestión deberá cohabitar con una Asamblea Nacional (parlamento), dominada por las dos fuerzas políticas tradicionales que han hegemonizado el proceso político salvadoreño (ARENA y el Frente Farabundo Martí) y donde el partido que lo postuló a la presidencia (GANA) apenas cuenta. Las elecciones legislativas serán recién el año 2021, cuando puede aspirar a conquistar una mayoría legislativa.
Bukele representa una verdadera incógnita. Unos lo definen como populista. Ni de izquierda ni de derecha sino todo lo contrario. Otros como de derecha (en su condición de militante de GANA), o de izquierda, ateniéndose a su trayectoria política y algunas de sus propias definiciones e identificación con el nuevo mandatario, mexicano Manuel Andrés López Obrador.
Nayib Bukele asume el poder el primero de junio y recibe un país en crisis económica, con una fuerte corrupción interna, una violencia desatada por las maras o pandillas, en base al narcotráfico y los forzados tributos impuestos como protección a los sectores más vulnerables. En ese contexto se ha generado el masivo proceso de migración de salvadoreños que se unen a la caravana de centro americanos que marchan hacia la frontera de Estados Unidos en pos del “sueño americano”. Esa es la pesada herencia que entrega el FMLN luego de permanecer diez años en el poder y que explica, en buena medida, su derrumbe electoral.
Bukele representa una verdadera incógnita. Unos lo definen como populista. Ni de izquierda ni de derecha sino todo lo contrario. Otros como de derecha (en su condición de militante de GANA), o de izquierda, ateniéndose a su trayectoria política y algunas de sus propias definiciones e identificación con el nuevo mandatario mexicano Manuel Andrés López Obrador.
Lo que si queda claro es que, con su victoria, Nicolás Maduro pierde uno de los pocos apoyos que aún le quedaban en la región. Bukele no ha dudado en calificar a su régimen como una dictadura, condenando también al gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, en abierta oposición a la política seguida hasta ahora por el gobierno salvadoreño. Sin lugar a dudas un nuevo golpe a la llamada Alianza Bolivariana de los Pueblos (ALBA) que atraviesa por una de sus momentos más críticos y complicados.
Lo que si queda claro es que, con su victoria, Nicolás Maduro pierde uno de los pocos apoyos que aún le quedaban en la región. Bukele no ha dudado en calificar a su régimen como una dictadura, condenando también al gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua, en abierta oposición a la política seguida hasta ahora por el gobierno salvadoreño. Sin lugar a dudas un nuevo golpe a la llamada Alianza Bolivariana de los Pueblos (ALBA) que atraviesa por una de sus momentos más críticos y complicados.
Es más que evidente que la contundente victoria alcanzada por Bukele el pasado domingo, cierra un ciclo político en el Salvador, inaugurando uno nuevo, cargado de desafíos y no pocas amenazas para un país que, al igual que Honduras y Guatemala (para no mencionar Nicaragua) parecía encaminarse a la condición de “Estados fallidos”, de la mano de la violencia, corrupción y crisis económica.
Es más que evidente que la contundente victoria alcanzada por Bukele el pasado domingo, cierra un ciclo político en el Salvador, inaugurando uno nuevo, cargado de desafíos y no pocas amenazas para un país que, al igual que Honduras y Guatemala (para no mencionar Nicaragua) parecía encaminarse a la condición de “Estados fallidos”, de la mano de la violencia, corrupción y crisis económica.
Nayib Bukele ha sostenido que se puede y casi el 54 % de los que lo votaron y no pocos salvadoreños que viven en el exilio parecen compartir esa convicción. Que Dios, al que tanto apeló el ahora presidente electo durante su campaña, lo escuche. Por el bien de El Salvador. Sólo el tiempo dirá.